En otras palabras, confían en que, sin renuncia, el “cambio” del sistema los hagan sus sirvientes. Foto La Hora/Presidencia

Los defensores de Giammattei, que son por supuesto defensores ardorosos de la corrupción, dicen ahora que la renuncia del gobernante no resuelve el problema y que es muy importante la estabilidad económica que lleve dinero al bolsillo de la gente. Ahora, cuando sienten el agua al cuello porque sus privilegios se pueden ir en el mismo barco que Giammattei, dicen que en todo caso lo que hay que cambiar es el sistema, ese mismo sistema que han defendido a capa y espada porque les ha resultado tan rentable a lo largo de muchísimos años pero que, en esta coyuntura, les sirve como argumento para apuntalar a su mas fiel y eficiente sirviente.

Por supuesto que la seguridad económica de la población es esencial y vital, pero la misma nunca llegará mientras sigamos siendo gobernados por los mismos que cada cuatro años se reúnen para juntar sus millones y sentar en la presidencia, en las curules del Congreso y en las alcaldías a quienes irán a robar el dinero público con impunidad, a cambio de mantener los privilegios y canonjías de los que se sienten y son, tristemente, los verdaderos dueños del país, esos que son tan ciegos que no entienden que se están casando con una causa perdida y se ponen en patética evidencia.

Los mismos que se encabritaron cuando se explicó la podredumbre del sistema y se evidenció la cooptación del Estado y dijeron que sus aportes a los partidos eran “gestos patrióticos”, ahora dicen que la renuncia no resuelve nada y que hay que cambiar el sistema. En otras palabras, confían en que, sin renuncia, el “cambio” del sistema lo hagan sus sirvientes, los que roban a diestra y siniestra a cambio de que ellos puedan seguir acumulando más y más mientras tanta gente no tiene ni siquiera oportunidades, no digamos esperanzas y debe viajar al extranjero para que su familia subsista.

Dicen, sin rubor, que “el bolsillo del guatemalteco necesita estabilidad” pero callan que están hablando del bolsillo de ellos, de los que se enriquecen con los vicios del sistema. Ese sí que requiere estabilidad, mientras que el bolsillo de los que no encuentran esperanza más que en la migración necesita un sistema que ofrezca oportunidades y la estabilidad del modelo actual se las niega una y mil veces.

La pandemia y la absoluta incapacidad de un gobernante que llegó para hacerse rico y abultar su ego los ha colocado en una muy débil posición y por eso los cínicos argumentos que ahora utilizan para justificar y defender lo indefendible.

Redacción La Hora

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