El Ministro de Relaciones Exteriores, Pedro Brolo, tras su viaje a Rusia, regresó diciendo que del tema del contrato de las vacunas rusas no habló porque no es de su competencia. Foto. Presidencia.

Ya no queda ninguna duda que la vacuna rusa es otra “agüita mágica” como aquella que contrató Roxana Baldetti para limpiar el lago de Amatitlán, con la notable diferencia que este sucio negocio es mucho más letal y dañino para los guatemaltecos. Pero en cuanto a la forma de embolsarse el dinero de la población estamos viviendo lo mismo que hace seis años nos sacó de nuestras casas y exigir cárcel para los corruptos, en momentos en que se disponía de instituciones que estaban del lado del pueblo mientras que ahora no hay absolutamente ninguna que piense en la población y que esté dispuesta a actuar porque todo ha sido cooptado de manera absoluta por el eficiente Pacto de Corruptos.

El triste papel del Ministerio de Salud ha sido superado por la cínica actuación del Ministro de Relaciones Exteriores quien fue a Rusia luego de anunciar que su viaje era para resolver el problema de la dichosa vacuna con la que fuimos estafados, para regresar diciendo que del tema no habló porque no es de su competencia sino de su colega, la ministra que según el gobierno negoció y firmó el contrato, lo que indica que cuando la justicia toque a la puerta (si es que llega), Giammattei insistirá que la responsable por firmar es ella mientras él y Brolo quedan impunes.

Pero que fue una estafa es algo evidente que ya nadie puede poner en duda porque los elementos son demasiado obvios. Los envíos de dosis han sido francamente ridículos, no obstante que ya se embolsaron millones de dólares, y siguen sin proporcionar información sobre futuros embarques, mientras en Guatemala se acogen a un dudoso acuerdo de confidencialidad para ocultar la información a la ciudadanía y lo único que todos sabemos es que alguien en Rusia y alguien en Guatemala hizo su agosto con un negocio que llora sangre.

La situación es en verdad patética porque no existe ninguna institución nacional capaz de investigar y llegar al fondo del tema. La Contraloría de Cuentas que debió supervisar los términos del millonario contrato está pintada, no digamos el Ministerio Público que en el caso de la “agüita mágica” de la Baldetti fue protagonista junto a la CICIG de las investigaciones que se tradujeron en la cárcel para la responsable del trinquete. Hoy, en cambio, la Fiscalía General no actúa y, peor aún, instruyó a los investigadores para que cualquier caso que involucre al Presidente sea tratado con extrema cortesía, es decir que al Presidente no se le investigará aunque él sea el mayor responsable.

Redacción La Hora

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