Ayer muchos de los que habían recibido instrucciones para acudir a recibir la segunda dosis de vacuna quedaron frustrados y molestos porque no fueron atendidos pese a que había llegado el momento de ser inyectados. En su mayoría son personas mayores que recibieron su primera dosis y confiaban en que a partir de ayer empezaba el proceso de plena inmunización pero tras hacer largas colas que no se movían, fueron informados de que por falta de vacunas no serían atendidos.
El gobernante guatemalteco ha estado criticando a la gente por no acudir a vacunarse, sin reconocer ninguna deficiencia en los planes oficiales, pero resulta que para aquellos que ya tuvieron la suerte de una primera dosis ahora simplemente no hay disponibilidad para la segunda que es absolutamente necesaria para completar el proceso.
En medio de caos existente y la incapacidad manifiesta de quienes tienen a su cargo el sector salud, no deja de ser para ellos hasta una bendición que no haya dotación de vacunas porque, obviamente, no existe en el país la infraestructura necesaria para administrar millones de dosis. Pero debe explicarse que están jugando con la salud de la gente y exponen a millones a la muerte en el marco de esta propagación de la pandemia debido a la multiplicación de los contagios.
Es una pena y verdadera vergüenza lo que se hace con la población que no se merece ese trato irrespetuoso e irresponsable de un gobierno que no ha atinado a administrar de mejor manera la peor crisis sanitaria que ha vivido la humanidad. Si con poca demanda, producto de la falta de información que ofrezca certeza respecto a la existencia y calidad de las vacunas, resulta que no se puede dar atención a quienes fueron citados para comparecer a alguno de los centros de vacunación, no se puede ni siquiera imaginar el cuadro que tendríamos si creciera la demanda.
El alza en los casos se mantiene elevado y eso es únicamente con relación a los reportes oficiales sobre pruebas realizadas, lo que se traduce en una crítica situación que ya está saturando el sistema hospitalario y cobrando más vidas humanas sin que nadie en el gobierno asuma la responsabilidad de tratar de enderezar el rumbo. Es imperativo que la población reclame eficiencia y capacidad a sus autoridades porque lo que está en juego es la vida misma y no es aceptable que se trate de esa forma a los miles de personas que hacen largas colas para vacunarse mientras empleados de salud cierran los centros de vacunación.