La renuncia de Néster Vásquez es crucial puesto que él no puede quedar sin amparo e inmunidad renunciando 15 días antes de que tome posesión. Foto La Hora/OJ

Minutos antes 115 diputados votaron a favor de juramentar a Néster Vásquez como magistrado de la Corte de Constitucionalidad, a pesar de las evidencias de ilegalidad de tal procedimiento no sólo por la existencia de recursos pendientes sino porque la Ley exige que debía renunciar a su cargo de Magistrado de la Corte Suprema de Justicia. El Presidente de la Corte de Constitucionalidad había dicho en la tarde que el caso Vásquez es diferente al de Gloria Porras porque la asamblea del Colegio de Abogados fue anterior a la elección del Consejo Superior de la USAC y que por ello ya se “resolvieron” los expedientes, lo cual es una falsedad porque aún hay recursos pendientes, aunque desaparecidos por arte de magia.

El tema de la renuncia de Néster Vásquez es crucial puesto que él no puede quedar sin amparo e inmunidad renunciando 15 días antes de que tome posesión porque sabe que hay una investigación en su contra que lo incrimina por sus tratos con Gustavo Alejos. La Fiscal General no ha querido tramitar el antejuicio y por lo tanto el caso está estancado, pero una vez Vásquez renuncie, como se supone que por lo menos lo debió hacer ya, puede ser detenido y llevado a los tribunales. Se trata de un caso muy parecido al de Mynor Moto, el juez favorito durante muchos años de tenebrosos sectores y que terminó en el olvido y abandono por sus patrocinadores.

Y la ley exige esa renuncia, pese a lo cual 115 diputados de la llamada Alianza Oficialista decidieron que debía ser juramentado ayer mismo por el Congreso de la República. ¿Qué pasó en cuestión de minutos para que se rompiera el quórum y no pudiera procederse a la ilegal juramentación? No puede suponerse que súbitamente hayan entendido la ilegalidad del acto y que, por eso, para no violar la ley, decidieran retirarse del hemiciclo parlamentario. Tampoco puede ser que en un gesto de raciocinio sopesaran la gravedad del arbitrario proceso de juramentación. En realidad, con el actual Congreso vale al pie de la letra aquello de “piensa mal y acertarás”.

Han sido tantos los atropellos cometidos por la mayoría que controla al Congreso que la juramentación sería como una mancha más al tigre. Ya se han disparado tantas arbitrariedades que no se puede uno imaginar que tengan el menor recato y, menos aún, que súbitamente, de un momento para otro, hayan pensado que cometer una ilegalidad puede ponerlos en problemas, puesto que saben que todo está apalabrado. Por eso la duda es ¿qué les falló?

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorTodo está fríamente calculado
Artículo siguienteZorros y erizos, una teoría de la ética