Dra. Ana Cristina Morales
Se dice que la flexibilidad del pensamiento consiste en la posibilidad de realizar cambios, de apreciar el surgimiento de los mismos cuando aparecen modificaciones ante una situación específica. Lo que genera diferentes formas de solucionar los problemas y de observar la realidad.
La manifestación de la flexibilidad del pensamiento debe darse en tres momentos: en la planeación de la solución del “problema”, en el proceso de solución del mismo y por último, en el análisis del resultado obtenido. Para dar una mejor definición de flexibilidad, es de tomarse en cuenta su cualidad contraria. La rigidez del pensamiento. (Zaldívar, M., 1998).
La etimología de la palabra rigidez proviene del latín del verbo rigere, que por un lado es sinónimo de estar tieso, de no poderse doblar; y por otro lado, de estar helado de frío. En física la rigidez está asociada a la falta de elasticidad o capacidad de movimiento. La rigidez del pensamiento es observada como una incapacidad de adaptación en el tiempo y en las circunstancias de la existencia. Se observa como producto de trastornos mentales, del fanatismo o de la ignorancia. Y esta característica del pensamiento limita la capacidad de aprendizaje. Puede ser fuente de, intolerancia, insatisfacción y dolor.
La persona rígida considera que siempre tiene la razón y quién no opina igual se encuentra equivocada. La persona puede llegar a inmiscuirse en una serie de discusiones en las cuales desea probar que su verdad es la única posible y la cierta. Por lo cual sus relaciones interpersonales sufren menoscabo.
La flexibilidad del pensamiento permite la adaptación de las personas a ser sujetas a cambios y a encontrar mejores soluciones para enfrentar sus problemas. Lo cual va en beneficio de la propia salud, de la mejora de la calidad de vida y de la ostentación de relaciones interpersonales más plácidas y satisfactorias. Las personas flexibles exploran su realidad, siendo creativas e innovadoras.
El psicólogo Walter Riso expone que las mentes flexibles muestran las siguientes características: “(a) no le temen a la controversia constructiva y son capaces de dudar de ellas mismas sin entrar en crisis (aceptan con naturalidad la crítica y el error y evitan caer en posiciones dogmáticas); (b) no necesitan de solemnidades y formalismos acartonados para ponderar sus puntos de vista (les gusta la risa y el humor y los ponen en práctica); (c) no se inclinan ante las normas irracionales ni la obediencia debida (son inconformistas por naturaleza y ejercen el derecho a la desobediencia si fuera necesario); (d) se oponen a toda forma de prejuicio y discriminación (tienden a fijar posiciones ecuánimes y justas que respeten a los demás y eviten la exclusión en cualquier sentido); (e) no son superficiales y simplistas en sus análisis y apreciaciones (su manera de pensar es profunda y compleja, sin ser complicada), y (f) rechazan toda forma de autoritarismo y/o totalitarismo individual o social (defienden el pluralismo y la democracia como modo de vida)”.
En resumen la flexibilidad del pensamiento proporciona la posibilidad de una vida más saludable, más feliz y conduce a encontrar alternativas para la solución de problemas buscando mecanismos de inclusión de todas las realidades.