Juan Jacobo Muñoz Lemus

juanjacoboml@gmail.com

"Guatemalteco, médico y psiquiatra"

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La cultura popular da por sabido que un síntoma es evidencia inequívoca de una enfermedad, y que orienta a la necesidad de un tratamiento para erradicarlo, por ser algo ajeno a quien lo padece.  Es existencialmente cómodo pensar que una enfermedad es algo que llegó de afuera, y que como algo fortuito representa un momento de mala fortuna para la persona.

Todo lo anterior está bien cuando es el caso, pero hay muchas condiciones sintomáticas que tienen que ver más con la persona en sí, que con una patología que se pueda probar.  De hecho, no son pocas las personas que prefieren tener un diagnóstico grosero antes que aceptar que tal vez lo que les ocurre tiene que ver con ellas, con su vida, y con su papel en ella.  Y no son pocas tampoco, las que se indignan cuando luego de exhaustivas pruebas, los médicos indican que no hay nada que reportar y que todo debe ser algo mental.  La frase, “todo está en tu mente” es de las más despreciables en el coloquio cotidiano.

El asunto no es tan complicado.  Un ser humano está hecho de él mismo, con algún grado de identidad y particulares talentos y limitaciones.  Es el producto de un proceso de integración biológica y cultural.  Cada persona tiene una forma de ser con la que diseña un estilo de vida y encuentra una forma de satisfacer sus necesidades, con la intención de alcanzar metas y relacionarse con los demás.  Digamos que es alguien que está viviendo su vida.

Como sea, un síntoma es la expresión de algo, y hoy quiero dedicarme a los síntomas de afecciones emocionales más que médicas o psiquiátricas.

Un síntoma es algo que la persona siente y que lo refiere, así como lo siente.  La otra expresión es el signo, que tiene la cualidad de ser observable por otras personas.  Es importante reconocer que la sintomatología que engloba a ambos abarca pensamientos, emociones, comportamientos y hasta el estado físico.  Un síntoma se puede curar o quitar según sea el caso, pero también se puede hacer crónico y hasta generar alguna incapacidad, e incluso llevar a la muerte en casos extremos.

Entre normas sociales, cortesía y conductas aceptables se debaten los síntomas.  Salen en cuanto pueden y dan que hacer creando incomodidades, perturbando la paz de propios y extraños.  Para serlo, deben repetirse generalmente una y otra vez como muestra desproporcionada y hasta incongruente de alguna intolerancia o inadaptación.  Pueden ser autodestructivos, perjudiciales para otros y en consecuencia pueden progresar al deterioro de la propia vida y de la relación con los demás.

Algunos síntomas se resienten, pero hay muchos que se dan por válidos.  Quiero decir que la persona se siente cómoda con ellos, como sería el caso de un presumido o de un fanfarrón; que sería el ejemplo de un síntoma inadvertido para quien lo padece, pero muy desagradable para los que lo tienen que soportar.  Lo mismo pasaría con un sembrador de culpas.  Como la vida es difícil es más fácil señalar a otros como responsables, y ese podría ser un síntoma.

No todo es una enfermedad como dije, un síntoma puede ser solo parte de una forma de ser.  Por eso tengo una teoría que me ronda la cabeza y es esta.  En mi opinión un síntoma tiene una función, y esta es la de evitar la vida.  Una forma de evadirla y ya.

Después de al menos doscientos cincuenta mil años de ser el homo sapiens, tenemos que reconocer que más que el saber, lo que nos rige son las emociones, y que funcionamos mucho fuera de la lógica, y casi siempre en una misma dirección.  No se puede entender como libertad el solo tener una opción.

Los hábitos son eso, hábitos, lo que quiere decir que son cosas habituales.  Si aceptamos que una vez pudiera ser un accidente, y que si hay una segunda tal vez una casualidad o una coincidencia; si llega a haber una tercera se empezaría a revelar alguna tendencia.  Dicho esto, síntomas como beber alcohol, pelear por cualquier cosa, tener sexo sin sentido, vigilar el aspecto físico, tomar medicamentos sin prescripción, trabajar sin parar, descalificar a los demás, querer tener siempre la razón, ostentar lo que se tiene, competir innecesariamente, buscar el control de las cosas, sobre pensar las cosas, tomárselo todo como algo personal, ser perfeccionista, obsesionarse con algo, tener miedos irracionales, imaginar enfermedades, soportar malos tratos o propinarlos, son solamente algunos ejemplos de conductas presuntamente normales que pueden en algún punto ser síntomas.  Se me olvidó uno, la ira.  Cuanta utilidad se le ha encontrado a la ira injustificada, por todas las cosas que esconde detrás.

¿En dónde dice que si una mujer está triste debe ir a un comercial a comprarse zapatos?, o si un hombre peleando con su pareja mientras conduce su auto tiene que acelerarlo, y que su pareja en respuesta amenace con bajarse y caminar sola en una noche oscura; o que un hombre despechado debe emborracharse, o una mujer abandonada deba buscarse otro para compensar.  En realidad, no dice eso en ninguna parte, solo son síntomas.  Muchas decisiones son más simbólicas que estratégicas, y si para aliviar algún síntoma se buscan más síntomas, puede ser que salga peor la cura que la enfermedad.  Pero como dije, un síntoma es una forma de evitar darle la cara a la vida.

Aunque los síntomas son comunes, en cada persona pueden tener significados diferentes y motivos distintos, y por eso sostengo que está prohibido querer ser lógico con lo psicológico, porque esto llega del inconsciente, y cada persona tiene sus propios impulsos, motivos y conflictos.  Los significados son subjetivos, y lo que una cosa es, puede significar diferente a varias personas e incluso a una misma persona en diversos momentos de su actuar o pensar.

Cuando digo lo anterior, hablo de cualquier tema; con el agregado de que los temas no son tan fijos sino atemporales; todo cambia con el tiempo porque cada generación aprende lo que cree que necesita saber, y la generación que le sigue lo olvidará para crear otras prioridades.

Que uno sepa algo de alguien no quiere decir que sepa todo de esa persona; y en mi opinión, no se puede hacer diagnóstico con un solo dato.  Por eso cuando no se tiene mucho que decir sobre la conducta de alguien solo se expresan generalidades.  Cualquier cosa sin contexto sería como mucho ambigua, y hablar de eso es una forma de decir que se está a oscuras y sin rumbo.  Que alguien sienta presión por opinar en esas condiciones, podría ser un síntoma.

Los síntomas de los que hablo, los que evitan la vida, sin saberlo intentan poner la felicidad en el futuro, lo que no es una buena idea a la larga.  No es que niegue esa instancia, pero cuando uno ve mucho hacia el porvenir con expectativas grandiosas, más lejos queda todo.  Esperar duele mucho, y eso sin duda es un síntoma.

Hay que hacer las paces con la verdad sin importar cuál sea; es la única manera de lograr vivir con ella.  Mientras no se sepa el porqué de cualquier compulsión sintomática, esta no dejará de aparecer.

Es necesario crecer, pero no se crece para afuera, se logra yendo hacia adentro.  El desarrollo de potencialidades es un nacimiento continuo.

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