Juan Jacobo Muñoz Lemus

juanjacoboml@gmail.com

"Guatemalteco, médico y psiquiatra"

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-Diego:  Si algo se ve loco, hay que pensar en locura.

-Pedro:  Voy a tratar de entender lo que decís, a ver si encaja con mis percepciones y mis íntimas averiguaciones.

-Diego:  Fíjate en esto.  La locura es por definición impermeable a la lógica, lo que quiere decir que es imposible razonar con ella.  Es tan complicado entenderse con alguien que se ha cerrado así, que es muy fácil caer en un vórtice.  No engancharse sería lo correcto, pero no es tan sencillo.

-Pedro:  O sea que la locura se pega.

-Diego:  Algo así, porque la gente desencajada o trastornada, consigue que los demás se porten como locos y le sigan el paso a su desvarío.  Lo de decir locura es obviamente un disfemismo, pero ya me entendiste, y engancharse es como algún tipo de locura compartida.

-Pedro:  Bueno, es que en la realidad se topa uno con personas muy inconsecuentes y hasta incongruentes.  Van con todo sobre una idea, como si un deseo las succionara y les absorbiera el juicio.  No quiero decir que a mí no me haya pasado, tengo que vigilar mucho esa parte de mí.

-Diego:  Cualquiera vos, todos cargamos con emociones intensas que se pueden apasionar, y como ya se sabe, la pasión puede llegar a ser irresponsable y hasta destructiva.

-Pedro:  Y cuando uno se engancha con algo, solo lo hace con alguna parte del tema o del problema; sin recordar que todos los factores están relacionados entre sí.

-Diego:  Así es, y si se maximiza o se minimiza algo o se evitan algunos elementos, irremediablemente se afecta a los demás y la conclusión que se obtiene resulta una mentira y en consecuencia un fraude.  Y si no se tiene consciencia de que así se hace, sería como una locura.

-Pedro:  Si.  Imaginemos cuánto paga alguien por sus vicios, y que lo hace sin reparar en gastos, y por lo mismo descuida presupuestos importantes que necesita cubrir.  Como los vicios no están presupuestados hay desajuste, pero igual se satisfacen a como dé lugar.  Es realmente una locura porque los vicios solo tienen una función, ayudar a evadir la realidad.

-Diego:  Somos esclavos de nuestras bajas pasiones y creemos que son actos libres, con lo dudoso que es el libre albedrío.  Llamamos libertad a cualquier cosa, y cuando nuestra fantasía de omnipotencia choca con nuestra impotencia, se establece una lucha encarnizada.

-Pedro:  En parte veo falta de humildad en no reconocer los límites de la realidad.  Pero también veo que cada uno tiene la sangre que tiene y que solo es el que puede ser.  No se le puede pedir a nadie lo que no se le puede pedir; con el agravante de que muchos se dejan arrastrar por otros con una convicción que no les es propia.

-Diego:  A veces no importa tanto lo que se hace sino con quien.  He visto que, ante el miedo de no ser amado, muchos son capaces de aceptar lo que sea de quien sea.  Tal vez por eso en el amor y en la amistad se habla de una yunta porque eso parece.

-Pedro:  Y el que por su gusto es buey, hasta la coyunda lame.

-Diego:  Y como los sentimientos no tienen precio.  Tal vez sería bueno que se vendieran, así los apreciaríamos más.  Incluyo lo del amor al dinero y su afán consumista de bienes innecesarios, o al poder con la ilusión de expectativas sin fundamento.

-Pedro:  Querer tener mucho de esas dos cosas es de mala educación, es como hablar con la boca llena de mentiras.  Claro que todos tenemos algún rasgo difícil de controlar, aun cuando lo intentemos.  Pero como dice la cita bíblica, de qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma.

-Diego:  Yo pienso que todo lo que hacemos es por puros complejos; si no, por qué hacer tantas cosas raras que hasta caen mal.  Ahí anda uno con su mal carácter alejando a la gente, lo que puede ser solo una forma de poner barreras para evitar que se nos acerquen mucho y que con la atención de la cercanía puedan ver las cosas que uno cree que tiene malas o que son de poco valor.  Esa, es otra locura.

-Pedro:  El rostro de la ira proyectada sin duda, máscara del miedo para cubrir resentimientos que uno tiene contra sí mismo.  Obviamente eso que decís es una conducta egoísta, pero autoprotectora, aunque paradójicamente autodestructiva.  Y así vamos, de lo presuntamente sublime a lo ridículo, donde el protagonista se vuelve su propio antagonista.

-Diego:  Así son los complejos, que dicho sea de paso siempre son una mentira.  Son como parásitos que se alimentan de experiencias emocionales dolorosas que dejaron su marca.  Es obvio que todos tenemos cosas que acomodar, perdonar y perdonarnos.  De lo contrario todo queda alojado en espacios inconscientes, acechando para activarse con los hechos del presente.

-Pedro:  De ahí que hagamos tantas cosas sin pensar y las disimulemos con alguna justificación que busque parecer algo lógico.  El ego fácilmente se equivoca y se siente amenazado; se pone en guardia y ataca a lo que cree que lo desenmascara.  Cuando deja esa locura paranoide se pone en paz consigo mismo para ser lo que en realidad está destinado a ser.  Esa sería una verdadera conversión.

-Diego:  Cuesta liberarse de uno mismo, y de esos complejos que nos hacen perseguirnos de manera inquisitiva hasta llevarnos a la hoguera; aunque sea la hoguera de las vanidades.

-Pedro:  Increíble pero cierto.  El pasado siempre se aparece como una reacción y no como una memoria.  Es embriagante como el alcohol, que inhibe las inhibiciones y hace reaccionar descontroladamente.

-Diego:  Por eso cuando todo se oscurece y ya no se puede ver hacia adelante, hay que encender la luz.  Parece chiste lo que dije, pero la metáfora puede ser válida si se logra pasar de un pensamiento concreto y atenido a las formas y a las sensaciones; para atreverse al mundo abstracto de las ideas reflexivas.

-Pedro:  Sin duda que ser asertivo duele porque es como atreverse a quedar en minoría de uno.  Pero, no puede darse por sentado que la verdad sea la opinión de la mayoría.  Tal vez buscamos diferencias o similitudes con los demás para no sentirnos solos, y porque no nos sentimos suficientes en una soledad que nos angustia; aunque en el fondo quien más nos atraiga seamos nosotros mismos.  A lo mejor es porque somos narcisistas irredentos y cuando algo no sale bien, conviene que haya alguien cerca para tener a quien culpar.  Ya no se atina.

-Diego:  A eso agregá la diferencia que hay entre los ideales pasajeros de alguna época de la vida y lo que llevamos dentro como una verdadera pasión.  No es difícil creer en algo y hacer todo lo contrario, lo que sería un verdadero desorden, o sea como una locura.  Y es por eso por lo que no creo que existan en estado puro, el nihilismo que quiere negarlo todo, ni el libre albedrío de un supuesto control de todas las elecciones.

-Pedro:  Claro. ¿Cuánto nos marcan el temperamento, la cultura, la antropología social, la pertenencia, lo mítico y arquetípico, las circunstancias, la inmediatez?  En fin, tal vez la experiencia no sea porque se tienen o se saben muchas cosas, sino se trate de conocer cada vez más de uno mismo, para seguir creciendo hasta que la llama de la vida se nos apague.

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