Juan Antonio Mazariegos G.
Cuando escribo esta columna, los resultados de las elecciones celebradas el día de hoy en Brasil, luego de escrutado el 99% de los votos de más de 124 millones de Brasileños que se presentaron a votar, indican que Lula da Silva ha ganado las elecciones a la presidencia, ha obtenido un 50.9% de los votos y adelanta a Jair Bolsonaro, quien logró un 49.1% de la preferencia entre los electores. Nunca antes en la historia de la democracia brasileña se había dado una diferencia tan ajustada, apenas dos millones de votos, que representan menos del 2% de diferencia, llevan a una victoria a Lula a quien la prensa internacional bautiza como el candidato de la resurrección.
El país ha quedado dividido, en la primera vuelta de las elecciones generales, contra todas las encuestas, el Partido Liberal de Bolsonaro, obtuvo mayoría de representantes en las cámaras, dominarán en consecuencia el Congreso Nacional con una amplia mayoría y tendrán también el control del Senado. Por estados, los grandes motores económicos del país Sao Pablo, Río de Janeiro y Paraná votaron por Bolsonaro, Lula se impuso principalmente en el norte y Bolsonaro en el centro, incluyendo Brasilia y en el sur.
Quedará para la crítica y para la historia, el por qué las encuestas en la primera vuelta le daban a Lula una ventaja, de tal magnitud que consideraban que ganaría sin necesidad de un balotaje; y nuevamente en esta segunda vuelta, la mayoría de las encuestas vaticinaban un resultado más holgado en favor del Partido de los Trabajadores de Luiz Inácio Lula da Silva.
Lula da Silva, iniciará su tercer mandato, en el país que es la primera potencia económica de América Latina, fue ya presidente en el 2003 y en el 2010, fue detenido por actos de corrupción en el 2018 y pasó cerca de dos años en prisión hasta que un tribunal federal consideró que el Ministerio Público y el famoso Juez Sergio Moro, el instigador de la Operación Lava Jato, se habían excedido en sus funciones, violentando, a juicio del tribunal federal los derechos de Lula.
La izquierda gobierna, con la victoria de Lula da Silva el día de hoy, en las 5 mayores economías de América Latina, Brasil, Argentina, Colombia, Chile y México, son gobernados por partidos de esa ideología. Colombia y Brasil recién iniciando, Argentina en una penosa situación, con un gobierno populista y cargado de señalamientos de corrupción e incompetencia; Chile con un gobierno que sufrió un traspié enorme luego de la derrota en la consulta popular por la nueva constitución; y México en una somnolencia impresionante pasando el sexenio de López Obrador.
La democracia es la democracia y Brasil ha elegido hoy, esa voluntad popular debe de respetarse y hasta el momento, si bien Bolsonaro no ha aceptado los resultados, tampoco los ha cuestionado como anticipaba la prensa internacional que lo haría. Es probable que la división de poderes en Brasil funcione y que las Cámaras hagan un contrapeso para que el país busque un escenario de centro. Ojalá que ocurra algo similar a lo de Allan García en Perú, en su último mandato, en donde, de ser un populista cualquiera pasó a ser el gran impulsor de la economía peruana; y que Lula a esta edad (77) regrese mucho más reflexivo, promueva la economía y busque unificar al país como acaba de afirmar en su discurso de victoria.