José Alberto Mujica Cordano, popularmente conocido como Pepe Mujica falleció este pasado 13 de mayo, luego de varios meses de complicaciones médicas, producto de un tumor en el esófago. Pero Pepe no era un tipo común, su grandeza humana era descomunal y contra toda la lógica de los tiempos nos deja un legado político y filosófico importante que, debe de ser no sólo estudiado, sino además asumido como una nueva forma de las y los sujetos políticos que militamos con el pensamiento de izquierda en el mundo.
Pepe, al igual que muchos hombres y mujeres de su generación luchó, por cambiar las condiciones económicas, políticas y sociales de su tiempo, para transformar el Estado uruguayo y sacarlo de las duras condiciones en las que la mayoría de los países de América Latina han y siguen estado sometidos. A partir de 1962 formó parte del Movimiento de Liberación Nacional -Tupamaros que emprendió la lucha armada en contra de la dictadura militar instalada en su país. Fue herido de bala en una de las muchas acciones guerrilleras impulsadas y posteriormente sufrió de prisión política durante varios años. De 1972 a 1985 Pepe estuvo sometido a prisión política junto a otros Tupamaros y fueron conocidos como un grupo de presos que serían ejecutados si la organización guerrillera retomaba las acciones contra la dictadura.
Con el retorno de la democracia en Uruguay y con su libertad, Pepe Mujica pasa a ser un importante líder político. Su trayectoria política durante este periodo lo llevó primero a ser elegido como diputado, luego como senador y fue designado ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca durante el primer gobierno de izquierda en Uruguay del Frente Amplio. Con su forma de ser, un profundo militante de la izquierda, humanista, sencillo y humilde, alcanza la presidencia en 2009. Posteriormente, a su presidencia retoma su posición como senador, hasta que en 2020 se retira formalmente del quehacer parlamentario.
Pepe mantenía un fuerte compromiso social y político con los excluidos, con los más desposeídos y con los marginados, lo cual marcó varias de las políticas públicas impulsadas durante su mandato presidencial. Siempre austero como un compromiso político, vivió durante su presidencia en su misma granja en las afueras de Montevideo y se desplazaba en su mismo vehículo. Sin lugar a dudas, Pepe fue un postcapitalista, que se adelantó a sus tiempos. Comprendía con exactitud el valor real de las cosas y como estas son útiles o no para cubrir necesidades, se convirtió en un referente de la izquierda latinoamericana. Su pensamiento y sus acciones eran uno y las llevó siempre a la práctica en su vida y la de su compañera de vida.
Hoy el mundo le rinde homenaje, no por su partida, sino por reconocer que Pepe Mujica fue un ser humano extraordinario, caminando a contracorriente lo que el mundo actual demanda de la humanidad. En este mundo descarnadamente voraz, explotador de los recursos humanos y de los Pueblos, Pepe se erigió como solidario, profundamente humano, al lado de los pobres y de los excluidos. Hasta siempre querido Pepe.