Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Jesús nacía en un lugar pobre, hace 2024 años en la ciudad de Belén. Dicha ciudad está ubicada en el centro de Cisjordania, situada a unos 10 kilómetros aproximadamente de Jerusalén.  Desde 1995, la ciudad de Belén es administrada por la Autoridad Nacional Palestina. Esto quiere decir que, en la actualidad, al igual que hace 2024 años las y los niños que habitan dichos territorios son sometidos a violencia, marginación, racismo, destierro y lo más grave junto a sus familias, están siendo sometidos a actos de genocidio. Lo más seguro es que, si José y María vivieran actualmente, se encontrarían escondiéndose y buscando donde parir a Jesús, ocultándose de un ejército asesino, de permanentes e indiscriminados bombardeos, con hambre por la imposibilidad de acceso a alimentos, producto del bloqueo al que las y los palestinos están siendo sometidos por el genocida estado de Israel.

Esta inhumana y desgarradora situación en contra del pueblo palestino, tiene su origen en la autoritaria y sionista actitud de Israel, quien contrario a toda disposición del derecho internacional y de derechos humanos, arremete violentamente contra la población civil. La magnitud de la violencia y el terror desatado por Israel, ha conducido al asesinato de más de 43 mil palestinos y palestinas, de los cuales más de 13,300 son niños y niñas.   Según Amnistía Internacional, “Israel ha llevado a cabo actos prohibidos por la Convención sobre el Genocidio, con la intención específica de destruir a la población palestina de Gaza. Entre ellos figuran: matanza de miembros de la población palestina de Gaza, lesión grave a su integridad física o mental y sometimiento intencional de ella a condiciones de existencia que habrían de acarrear su destrucción física. Mes tras mes, Israel ha tratado a la población palestina de Gaza como un grupo infrahumano que no merece derechos humanos ni dignidad, demostrando así su intención de causar su destrucción física”.

La agresión israelí llega a ser tal horror que su destrucción alcanza a más del 85% de la infraestructura civil, incluyendo hospitales o centros de atención médica, lo cual supone la aniquilación de cualquier infraestructura capaz de prestar primeros auxilios básicos.  Según las Naciones Unidas refieren que la destrucción deliberada de la infraestructura sanitaria en Palestina ha creado unas condiciones calculadas para destruir a la población angustiada y traumatizada.

Por su parte, Francesca Albanese, Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados desde 1967, ha referido que el mundo está siendo testigo del primer genocidio mostrado en tiempo real por sus víctimas y ha referido además que “el Tribunal de la historia nos juzgará (a la humanidad) y será implacable con los que niegan que hay Genocidio en Gaza”.

Nuestra histórica tarea como humanidad, será seguir denunciando la genocida ocupación de Israel a Palestina, demandar a nuestros Estados cualquier acción que detenga el genocidio y la barbarie y acompañar al pueblo palestino en su lucha por recuperar su territorio y alcanzar de nuevo la libertad. Este 24 de diciembre mantengamos nuestro pensamiento en los miles de niños y niñas palestinas, que al igual que Jesús, hoy serían asesinados por el ejército Israelí.

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