Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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El 15 de septiembre de 1821 un puñado de criollos redactaba y firmaba el Acta de Independencia, lo cual marcará para la historia el día en que Guatemala y el resto de Centroamérica se separan de la corona española. En dicha acta desde el primer artículo se sabe el carácter de aquel acto, dado que en este se refiere “Que siendo la independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Sr. Jefe Político lo mande publicar para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.  Es decir que este acto llevado a cabo por este grupo de criollos sólo iba a beneficiar los intereses y privilegios de los criollos que hasta el día de hoy sostienen.

Sin embargo, podrían los Pueblos que habitan este país decir que obtuvieron independencia hace 203 años o más bien, simple y sencillamente se cambió el grupo que expoliaba y oprimía. En la autodeterminación de los Pueblos, alcanzar su libertad e independencia supone la búsqueda de una senda propia de desarrollo y de posibilidades de eliminar el yugo y opresión que les aquejaba y esto evidentemente no sucedió.  Desde hace 203 años se construyó una institucionalidad pública que se organiza para privilegiar y beneficiar a un pequeño grupo de la población y que son las y los descendientes de aquel puñado de criollos.  Desde hace 203 años los Pueblos no cuentan con Estado que les beneficie y garantice sus derechos más elementales. Más bien, desde aquella fecha se instauró un modelo económico que expolia, explota, excluye y expulsa a los Pueblos.

En los pocos y breves momentos de la historia patria en donde los Pueblos han tomado el control sobre sus destinos políticos, económicos y sociales, los actores que si celebran esta farsa de independencia han realizado todos los esfuerzos porque la verdadera libertad llegue. Por ejemplo cuando en la Revolución de Octubre se avanzaba con paso firme hacia la libertad, los oligarcas y el ejército serviles a los intereses del capital norteamericano frenaron y cortaron ese camino decidido por los Pueblos. En la actualidad pasa más o menos lo mismo. El Pueblo durante el 2023 se movilizó a nacionalmente para defender el voto popular y la posibilidad de construir democracia, sin embargo se enfrenta a los intereses de la oligarquía, de los militares implicados en el crimen organizado y en graves violaciones de derechos humanos, así como de la élite política mafiosa, que continúa teniendo secuestrado el Sistema de Justicia.

Hoy los Pueblos son oprimidos por estructuras criminales organizadas en Redes Político Económicas Ilegales, en donde la conjunción de actores de poder pretenden continuar por otros 203 años seguir expoliando y saqueando al país hasta las últimas consecuencias. De ahí la importancia de que los Pueblos permanezcan movilizados y organizados para expulsar a estos actores de poder y alcanzar así la verdadera independencia y libertad.

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