Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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En los albores de la sociedad capitalista, quienes concentraron el poder, requirieron de mucha materia prima y de mano de obra para poder desarrollar este sistema.  A este proceso se le conoció como la acumulación primitiva y en ella se da el periodo de afianzamiento de muchos de los procesos que habían arrancado en la expansión en la etapa colonial.  Es decir, afianzar el robo y saqueo de materia prima necesaria para la industria y mano de obra esclavizada o semiesclavizada y con ello lograr expandir y desarrollar el capitalismo.   Pero esto no fue una sola acción de imposición, sino se construyó una serie de acciones que legitimaran la acción de saqueo, violencia y expoliación de la fuerza de trabajo, particularmente de los continentes africano, asiático y americano.  Es ahí donde, el racismo y la discriminación se convierten en elementos centrales y fundamentales a la expansión del capitalismo en esta etapa y se van a perpetuar hasta el presente. 

Es ahí donde uno logra evidenciar la clara estrategia que actualmente se utiliza para mantener y sostener a las mafias en el poder y vaya que la historia reciente de Guatemala, da cuenta de ello.  Por ejemplo, es Estado autoritario y dictatorial que sostuvo la política contrainsurgente y con ello el Genocidio contra el Pueblo Maya, se fundamentó y legitimó a través del racismo y la discriminación.  La idea afincada en las élites guatemaltecas, particularmente la oligarquía, consideraban (y aún consideran) que los Pueblos originarios tenían menor valía que ellos y por lo tanto, no eran capaces de discernir sobre su propio desarrollo, de tal cuenta que le tenía que ser impuesto a sangre y fuego; más aún cuando existía resistencia a la misma. 

En la actualidad, racismo, discriminación, clasismo y discurso de odio se entrelazan para imponer y consolidar un Estado autoritario que hará del saqueo de los recursos naturales y la expoliación de la fuerza de trabajo su base fundamental para sostener los privilegios de unos cuantos en detrimento de la gran mayoría. Y no hay mejor momento para observarlo que a través de la propuesta electoral que desde las mafias, la extrema derecha y la oligarquía proponen en estas elecciones. La Unidad Nacional de la Esperanza -UNE- y su candidata Sandra Torres, en su afán racista de separarse del otro y venderse como la opción para ese grupo de racistas y conservadores ha emprendido una campaña plagada de Discurso de Odio, estigmatización, discriminación y clasismo sin ningún tipo de reparo. 

Aún y conocedora que está cometiendo el delito de discriminación, su desesperación por alcanzar el poder político, la lleva a asumir un discurso que dé la apariencia de una persona que comparte los mismos ideales falsos de quienes en esta sociedad se venden como conservadores.  La población guatemalteca, no debe caer en este juego maniqueísta y perverso de la candidata de la UNE, sino por el contrario vencer este 20 de agosto en las urnas, todo lo que ese discurso impulsado por ella, representa. 

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