Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

Las mafias guatemaltecas han diseñado, financiado y puesto en marcha una estrategia similar a la dictada por Joseph Goebbels, jefe de campaña política de Adolf Hitler, el cual fue reconocido por su trascendencia en el proceso de ascenso de Hitler al poder y por el impacto de sus estrategias mediáticas en la creación de la identidad antisemita y con ello el ignominioso Holocausto Nazi. Para el jefe de campaña Nazi, como para Maquiavelo, la mentira y el acto de hacerla debía de ser profundamente analizado y evaluado más allá del lente de la moralidad para extraer de ella una utilidad innegable, la de influir en la sociedad.

Muchas de estas mafias guatemaltecas, organizadas como Redes Económicas Políticas Ilegales (RPEI) enquistadas en la institucionalidad pública para saquear y malversar los recursos de todos y todas en el Estado, dedicadas a violentar cualquier posibilidad de construcción de un presente y futuro promisorio de democracia y vida digna, han decidido impulsar uno de los mayores retrocesos democráticos vividos en el país, después de la contrarrevolución e invasión norteamericana de 1954, e instalar así la dictadura. Dentro de este retroceso democrático, instalar la premisa de “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad” es un pilar fundamental de la estrategia.

Al hacer de la mentira el centro de su acción, estas mafias criminales ya sea desde las figuras políticas más importantes del país, como el propio Presidente Alejandro Giammattei o bien desde los netcenters, se impulsa una falaz y perversa narrativa que adecua, deforma e incluso crea conscientemente versiones distorsionadas de los hechos y los transmite posteriormente a una audiencia que, si bien -en un futuro próximo- podrá resistirse a su aceptación, terminará creyendo -decía Goebbels- con la repetición de la mentira.

Esto es precisamente lo que se realiza desde el mitómano Presidente Giammattei, sus funcionarios en el Ejecutivo, pasando por la Junta Directiva del Congreso de la República, la mayoría de magistrados y magistradas en las altas cortes, hasta las Cámaras Empresariales, la élite militar y/o el crimen organizado. Para ello han hecho uso del monopolio de los medios de comunicación, resoluciones judiciales, así como a través del pago oneroso de una jauría servil de netcenters en redes sociales. Bajo esta estrategia, todos estos actores criminales, se convierten en “niños de primera comunión, en desinteresados patriotas que buscan el bien común y en filántropos benefactores de aquellos más desfavorecidos”.

En medio de tanta deshonestidad se hace necesario impulsar social, cultural, económica y políticamente un comportamiento transparente y honesto que contenga esta brutal estrategia. Particularmente se hace necesario plantear una ofensiva que permita sostener la verdad demostrada a lo largo de la historia en el país. Identificar que son ellos, las mafias criminales, los que han sometido a la mayoría de guatemaltecos y guatemaltecas a condiciones indignas de vida, a mayores niveles de violencia, son quienes corrompen y cometen corrupción rampante en las instituciones gubernamentales, son ellos y nadie más los responsables de la actual y deplorable situación.

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