Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

Como es del conocimiento popular, el Congreso de la República, con honrosas excepciones, está tomado por mafias y estructuras criminales que tienen como fin ulterior saquear los recursos públicos y procurar impunidad.  Más allá de la histórica evidencia de que las y los diputados han abusado de su poder para beneficio propio y del gran capital, en esta legislación, esta gran mayoría de parlamentarios y parlamentarias ha superado con creces el cinismo, el latrocinio y el abuso de poder.

La alianza oficialista, conformada por los partidos políticos Vamos, FCN-Nación, Valor, UNE, Creo, el Unionismo, entre otros, no han hecho más que llegar a sus curules a vilipendiar los recursos que las y los guatemaltecos aportamos con nuestros impuestos, han llegado a procurar leyes nefastas y regresivas que se alejan de cualquier consideración ética, profesional y de bienestar para el país y que se aleja en mucho de la estatura moral de quienes las aprueban.

Tan sólo al evaluar la calidad de las y los integrantes de las Juntas Directivas del Congreso de la República durante el año 2020 y 2021, se puede constatar, que más que ser servidores públicos, parecieran ser una estructura criminal.  Muchas de ellas y ellos o tienen serios vínculos con estructuras del narcotráfico, otros con actores de corrupción y otros con quienes llevaron a cabo graves violaciones a derechos humanos durante el Conflicto Armado Interno, todas y todos con el denominador común de ser serviles a los intereses más espurios y obscuros del país.  Pero algo que es evidente en todas y todos, es la supuesta alabanza a Dios y en cada mediocre discurso en el Congreso, frente a la ausencia de argumentos válidos, hacen uso de la religión para imponer el saqueo y la podredumbre de sociedad que están heredando.

Bajo la falsedad y superioridad moral, nombrando a Dios, aprobaron una ley de “protección a la vida y la familia”, que criminaliza a las mujeres, a la población LGTBIQ+ e incluso al personal médico.  Bajo la misma falsedad y supuesta cristiandad, aprobaron una ley que se convertirá en el bolsón de recursos para saquear y financiar la campaña electoral del próximo año.  Con esa misma falsedad, las y los diputados que aprobaron ambas leyes, se han enriquecido a costillas de la pobreza de la población, se han somatado vilmente el pecho, pero dejan morir de hambre a la niñez, han elevado “sus plegarias” mientras se roban los recursos destinados para atender a la población en los hospitales.

En el nombre de Dios, están robando, en el nombre de Dios, están cometiendo los peores actos criminales contra la población guatemalteca, pero sus actos están siendo observados por el Pueblo, que más temprano que tarde, les castigará y no descansará hasta verlos en el único sitio que es digno para personas como ustedes, la cárcel.  La ciudadanía no quiere de ustedes sermones, para ello asiste a la iglesia, de ustedes demanda acción para el bien común.

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