Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

Para finales del 2019 e inicios del 2020, cuando la humanidad recién arrancaba a conocer la Pandemia SARS COVID 19, se hablaba de los impactos que ésta iba a tener sobre la salud, la economía, la política e incluso sobre el comportamiento de las personas y que sin lugar a dudas, de esta crisis, podríamos salir ganando, no sólo venciendo la enfermedad, sino derrotando un sistema profundamente inequitativo.

Actualmente, con más de dos años de pandemia, podemos afirmar que lamentablemente, la humanidad no sólo, no transformó su realidad hacia mejores estadios, sino muy probablemente profundizó mucho de los males que hoy aquejan a la humanidad. Sin embargo, me gustaría que centráramos nuestra atención, en este pequeño espacio territorial llamado Guatemala y los efectos de la inequidad sobre nuestras vidas y como este mal estructural se amplió a lo largo de dos años de pandemia. Antes de marzo del 2020, sabíamos que este país tenía una serie de condiciones que lo hacían ser uno de los más inequitativos del planeta y que esta condición afecta profundamente a quienes lo habitamos. Tan sólo una mirada al Sistema de Salud, era suficiente para saber que los niveles de inversión pública, iban a significar desatención a la población y que la pandemia iba a resultar en un sálvese quien pueda, de no tomar medidas urgentes.

Rápidamente fueron sumados al presupuesto nacional una importante cantidad de recursos, que, si bien no iban a llenar en su totalidad la brecha, hubieran sido una fuente importante para iniciar a atender a aquella importante cantidad de población desatendida. Lamentablemente el Gobierno criminal de Giammattei concentró sus esfuerzos en actos de corrupción y en beneficiar los intereses privados de empresas proveedoras al Sistema de Salud. A pesar de la enorme incertidumbre sobre los datos en el país, estos arrojan que hoy tenemos más de 16,000 muertes por Covid 19, más de 600,000 casos en lo que va de marzo 2020 a la fecha y por supuesto ser uno de los países con las menores tasas de vacunación en el continente americano.

Si usted se enferma o tiene sospechas sobre haberse contagiado lo más seguro es que tendrá que o bien acudir al sistema privado, si sus ingresos lo permiten o bien sufrir las consecuencias del despilfarro y corrupción histórica al que ha sido sometido el Sistema de Salud guatemalteco. Tan sólo las pruebas para determinar si está o no contagiado tienen un valor de aproximadamente Q300.00, mientras que en otros países son gratuitas o bien tiene un valor estimado de Q30.00. Los medicamentos que se requieren para atender los síntomas asociados a esta enfermedad de igual manera son insostenibles y las personas quedan a la deriva frente a un gobierno que optó por robar en vez en atender a su población. Ni hablar del poco acceso que tienen importantes segmentos de la población a la vacunación. Con este gobierno, la inequidad no sólo persiste sino se amplía rápidamente.

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