Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

Lenin ya en los albores de la revolución de 1917 refería que ¡la crisis está madura! ¡Contemporizar se convierte en un crimen! ¡Hay que realizar inmediatamente la revolución y tomar el poder, de lo contrario todo se habrá perdido! Frase que bien pudiera ser utilizada en la región centroamericana 104 años después.

Centroamérica, con excepción de Costa Rica y Belice, están plagados de violencia, como una consecuencia histórica de la desigualdad e inequidad a la que las élites económicas, políticas y militares nos han sometido desde inmemorables tiempos. Este hecho no es producto de que en estos territorios habiten malas personas, sino más bien es producto de una larga data del ejercicio de la violencia como el único mecanismo para ejercer el poder. Estos territorios y sus Pueblos han sido testigos de la barbarie impuesta desde la colonia, pasando por nuestra conformación como repúblicas, los conflictos armados y por supuesto la nunca alcanzada paz. Sometidos a férreas dictaduras militares ha instaurado en nuestras sociedades, Gobiernos al servicio del capital.

Hoy nuestros países cuentan con gobiernos totalmente coludidos con el crimen organizado y los grandes capitales, da lo mismo si estos protegen los intereses de las mineras, hidroeléctricas, petroleras, constructores, productores de palma africana o bien los intereses de los traficantes de drogas, armas y personas. Y es que acaso no es esto una práctica común en el Estado Hondureño luego del Golpe en junio del 2009; o bien luego de la conformación del Pacto de Corruptos de 2017 en Guatemala o bien desde la llegada de Bukele a El Salvador o la instalación de la dictadura en Nicaragua de Ortega y Murillo. O es que acaso no han sido reiterados gobiernos en Guatemala, los que han permitido que miembros del poder económico y del crimen organizado formen parte importante de diversas instituciones públicas de las cuales se sirven con la cuchara grande y atropellan con violencia aquellos y aquellas que resisten a sus aviesos intereses.

El horror producido por Estados que ya no se sabe si administran la cosa pública o bien los intereses de diversos tipos de capital, ha permitido que desde la institucionalidad se profundice la corrupción, impunidad y violencia. Es por ello, que la respuesta debe ser contundente por parte de los Pueblos que habitamos esta región.

La tragedia regionalizada, la deberemos vencer de igual manera. Cada vez más nuestros pueblos deben articularse, generar vastas redes de solidaridad y acción contra el crimen organizado, los oligarcas y sus gobiernos.

Los pueblos tenemos la obligación de avanzar y derrotar la impunidad y el terror producido por estos grupos a partir de formar un cuerpo único que acumule fuerzas, que se fortalezca en su capacidad de entendimiento de la realidad, de formar y formarse y ojalá que las luchas que hoy inician en las movilizaciones de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala, se extiendan y amplíen para dar el zarpazo final a este mounstruo que hoy nos oprime.

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