Por Jorge Santos

El pensador y filósofo alemán Karl Marx refería que “hay que ser muy animales, para dar la espalda al sufrimiento de la humanidad” y leyendo esta frase, pienso en los acontecimientos históricos de los últimos 528 años de colonialismo y los 200 años de República liberal -también colonial- y el papel de la oligarquía en la construcción del andamiaje que hoy da vida al Estado guatemalteco. Aquella élite criolla que gestionó la independencia y no la procuró, aquella que inmediatamente constituyó el Estado conservador es exactamente la misma élite que desde hace mucho tiempo da la espalda al sufrimiento del Pueblo guatemalteco.

En buena medida o en la mayoría, es la oligarquía guatemalteca la responsable del debacle y desastre que hoy sufre la población guatemalteca. Mientras ellos, disfrutan de las mieles, de sus espurios privilegios, más del 70% de la población sufre de pobreza, la mitad de las niñas y niños tienen desnutrición y por miles salen de este país expulsados como el resultado producto del fracaso del modelo económico gestado a imagen y semejanza de la oligarquía y por el Estado que le presta sus servicios, en calidad de servidumbre a la misma.

Esta situación no da para más y requiere de una profunda transformación. No requiere de medias tintas, la Nación que todos los Pueblos que habitamos este territorio necesitamos y anhelamos no será el resultado de la espontaneidad, sino más bien será el producto de la lucha y capacidad que tengamos de articular y unir fuerzas para derrocar lo que hoy nos oprime. Este espíritu de resistencia y lucha a la imposición de la oligarquía y sus serviles, ha estado dada por los Pueblos Indígenas. Han sido los Pueblos Indígenas, las comunidades empobrecidas, campesinos y campesinas desarraigas de sus tierras, las que durante años han sabido construir marcos de lucha para intentar arrebatar al opresor del poder y diseñar un Estado capaz de ser garante de vida digna para quienes históricamente han sido excluidos en el país.

Hoy le corresponde al Pueblo mestizo, a las capas medias urbanas romper el cordón umbilical artificial que le une y sujeta a la oligarquía, darse cuenta que la fantasía de la aspiración no le lleva más que a profundizar la opresión histórica a la que ha estado sometida y romper las cadenas del servilismo y construir una historia propia junto a los otros Pueblos y las y los pobres de este país. El amanecer de una nueva Guatemala, se construirá rebelándose a las trilladas y anacrónicas formas que le son permitidas por la oligarquía, permitiéndose entender que hoy esos que le oprimen, explotan y excluyen no son más que una caterva de delincuentes que han capturado la institucionalidad pública y con ello han garantizado la continuidad de este Estado que deja en indefensión a las y los guatemaltecos. Sobran los ejemplos y la reiteración de hechos que nos dan cuento de ello y nos abren una única vía hacia la liberación.

Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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