Jorge Raymundo
El anuncio del presidente de la república de crear un viceministerio de interculturalidad, nos llama a reflexionar y opinar sobre este concepto, tan traído y tan llevado en las esferas de gobierno, sin saber qué es y cómo se debe abordar. El anuncio de la creación de esta nueva “ventanilla” nos dice mucho de lo que el señor Giamattei entiende por interculturalidad o lo que sus asesores le habrán dicho que puede sonar bonito. Y como suena bien, ¡echémoslo andar!
Con crear una ventanilla de interculturalidad en el gobierno, no resuelve las relaciones de desigualdad, de racismo y discriminación que existe en este país en las relaciones entre los pueblos culturalmente diferentes. Más bien, una ventanilla para atender a las personas de distintas culturas, solo distrae la atención sobre este grave problema estructural entre los pueblos y naciones que existen entre ellos.
Los pueblos indígenas, mayas, garífuna y xinkas, aspiramos a una sociedad y un Estado intercultural, no ventanillas para exhibirnos como folclor o atractivo turístico. Nombrar a una indígena en un viceministerio, portando su elegante y colorido vestuario maya, pero no tomarla en cuenta en la toma de decisiones ministeriales o tenerla como adorno en un vice despacho, no es interculturalidad, es la materialización más burda del racismo y la discriminación.
Si partimos del concepto básico de interculturalidad, vamos a decir que es una palabra compuesta de los afijos inter y cultura, es decir entre culturas. Entre culturas, indica las relaciones que se establece entre dos o más culturas. Pero como las culturas no existen en el vacío, las culturas las crean y las viven las personas que forman pueblos y sociedades cuya existencia es posible por la cohesión que existe entre las personas que las crean. Es decir, las culturas se materializan en las personas y los pueblos, por lo tanto, podemos decir al final que la interculturalidad son las relaciones que se establecen entre las personas (pueblos) de diferentes culturas y diferentes estatus social.
Esas relaciones pueden ser de respeto, tolerancia, armonía, de desarrollo mutuo, de acceso a los bienes y servicios que la sociedad y el Estado procuran para sus habitantes. O, pueden ser de discriminación, de racismo, de desigualdad, de explotación, de esclavitud y de exclusión, como es lamentablemente el caso de Guatemala. Y este tipo de relaciones, no se resuelven con crear oficinas de atención, con ventanillas para dar empleo a algún miembro de alguno de los pueblos. Porque si de eso se trata, las condiciones de pobreza, de desnutrición, de exclusión, de analfabetismo que sufren los pueblos mayas, garífuna, xinka y ladino pobre, ya no existieran en este siglo XXI. Esas condiciones, siguen existiendo y agudizando cada día, por lo tanto, de nada sirve que haya oficinas llamadas de interculturalidad o de comisiones contra el racismo, porque al final de cuentas, son sólo oficinas para justificar ante la comunidad internacional, que se está en la ruta correcta de procurar justicia social. Y no es así. Detrás de la idea de organizar un viceministerio de interculturalidad hay la creencia que los pueblos indígenas somos incapaces de valernos por nosotros mismos y de seguir creyéndonos como pueblos a los que hay que atender en oficina especial para resolver sus problemas.
Queremos un Estado y una sociedad intercultural, no una oficina que se llame de interculturalidad. Creemos firmemente que una interculturalidad crítica, transformadora y democrática. Pero para ello, se hace necesario transformar ese Estado y esa sociedad en realidades interculturales. Es crear nuevas relaciones entre los pueblos que desmonte esas relaciones injustas que hasta ahora se mantienen entre nosotros. Hará falta profundizar y desarrollar esas aspiraciones, esperamos poder hacerlo en este espacio.