Jonathan Menkos

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Jonathan Menkos Zeissig
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Hace unos días encontré en el supermercado kiwis traídos de Nueva Zelanda: esta fruta recorrió por lo menos los 11,206 kilómetros que separan las costas de Guatemala de aquel lejano país, probablemente utilizando cámaras de frío para conservarlo mejor. El precio de la libra (tres kiwis aproximadamente) era de Q25.0; en ese monto se incluye el costo de la producción, del almacenaje y del envío, así como la ganancia del productor, del transportista y del vendedor final, y los impuestos cobrados en ambos países. Lo que no incluye este precio es el costo ambiental de acarrear por todo el océano Pacífico una fruta rica pero banal que probablemente se podría producir en Guatemala con los incentivos adecuados.

Entre enero de 2019 y junio de 2022, desde que el presidente Giammattei asumió el gobierno, según datos oficiales del Índice de Precios al Consumidor, el incremento de precios de alimentos y bebidas no alcohólicas ha sido del 27.99%. Muchos factores pueden explicar este incremento en tan poco tiempo, pero tres son destacables. Primero, la especulación de los distribuidores y comercializadores de alimentos ante la nula regulación estatal. Segundo, los costos de los derivados del petróleo que afectan los precios de fertilizantes y plaguicidas y del transporte de los alimentos tanto producidos en el país como importados. Tercero, un modelo económico sin miras de futuro, desprovisto de estrategia social y productiva, en el que no se promueve la modernización del sector agropecuario como base para la soberanía y seguridad alimentaria, así como para la creación de miles de empleos que hoy hacen falta y tampoco se fomenta una industria robusta que cuente con suficientes insumos y demande más trabajadores.

Con el actual modelo económico arcaico, como la Cuba de Batista, exportamos azúcar para importar dulces. No es broma, en los últimos diez años, hemos importado USD969.2 millones de azúcares y artículos de confitería; arroz por USD448.9 millones; frutas frescas, secas y congeladas por USD512.3 millones; ajo, cebolla, papa y manzana por USD324.0 millones; preparados de frutas, hortalizas y legumbres por USD1,460.2 millones; aves de corral vivas o destazadas por USD1,198.1 millones; y ciertamente, somos mujeres y hombres de maíz, pero importado: USD2,537.5 millones entre 2012 y 2021, lo que equivale aproximadamente a Q19,500.0 millones. Estos productos importados continuarán subiendo de precio, por lo que no solo podrían, sino que deberían producirse en Guatemala.

Hoy se hace imprescindible una buena estrategia económica para ayudar a miles de pequeños y medianos productores a elevar su producción, al tiempo en que se eliminan los fenómenos que actualmente provocan el hambre de 4.6 millones de guatemaltecos. Por ello, entre otras acciones, se debe ejecutar un programa de empleo masivo para la construcción de sistemas de riego y caminos rurales que aumenten el empleo y el capital productivo en los territorios; acelerar y transparentar la compra de tierras para el campesinado; poner en marcha un programa nacional de adquisición a precios justos de granos básicos a productores locales en primer término, para mantener una reserva de estos equivalentes a su consumo anual. Diseñar y ejecutar un fondo para la transformación productiva que apoye con conocimiento y recursos a cooperativas y pequeñas y medianas empresas dedicadas a la producción, acopio, envasado y distribución de alimentos. Crear una empresa pública para la producción de fertilizantes y pesticidas orgánicos. Ejecutar una transferencia monetaria para proteger a quienes tienen hambre y reajustar los salarios de los trabajadores públicos y privados, fomentando así también la demanda de productos locales. Finalmente, supervisar los precios de alimentos básicos y sus costos para evitar la especulación de los grandes distribuidores.

Hay soluciones frente al incremento del precio de los alimentos y del hambre, que quienes nos gobiernan quieran trabajar para ello, es otra cosa. Eso sí, en Panamá, Ecuador y Sri Lanka el hambre está despertando al pueblo y el de Guatemala tiene mucha hambre atrasada.

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