Jonathan Menkos

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Jonathan Menkos Zeissig
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En Estados Unidos, con el objetivo de aumentar los niveles de empleo, tras los devastadores efectos de la pandemia del Covid-19, el Gobierno del presidente Biden y la Reserva Federal (conocida como FED, con funciones de banco central),  implementaron medidas de estímulo económico, aumentando la disposición de dinero en la economía con un paquete fiscal de rescate económico de 1.9 billones de dólares y disminuyendo las tasas de interés, lo que ha incidido en una mayor disposición de empresas y personas para prestar, invertir y consumir.

Con estas medidas la economía estadounidense se ha recuperado: el 2021 cerró con un fuerte crecimiento de 5.5%, un desempleo de 4.5% y una inflación de 5.3%. La inflación está por encima de los niveles aceptables para su política monetaria y tiene en buena medida su raíz en la propia pandemia que ha disminuido la producción, ya sea por la incertidumbre sobre el futuro o por el cierre temporal de fábricas, lo que ha creado un descalce entre la oferta y la demanda de bienes que creció impulsada por las medidas antes descritas. A esto se suma el incremento de precios del petróleo y sus derivados.

Para ajustar la inflación la FED ha anunciado que, entre 2022 y 2023, se incrementará su tasa de interés líder y disminuirá el flujo de dinero en la economía estadounidense, advirtiendo que estas medidas dependerán del comportamiento del mercado laboral, que debe mantenerse en torno al pleno empleo, así como de los esfuerzos necesarios para contener las nuevas variantes de Covid-19. Se estiman que el crecimiento económico en 2022 se acercará a 4.0%, el nivel de desempleo será de 3.5%, y la inflación rondará el 2.6%.

Las medidas asumidas por Estados Unidos en 2021, han permitido a Centroamérica aumentar de manera significativa su crecimiento económico en 2021: el plan fiscal de rescate del presidente Biden, también ha rescatado las economías centroamericanas, al impulsar el aumento de las exportaciones, de las remesas familiares y, en alguna medida, de la inversión extranjera directa.  Ahora, las medidas para disminuir la inflación en Estados Unidos, podrían provocar en Centroamérica la paulatina salida de capitales, afectando también el tipo de cambio de las monedas nacionales. Sin embargo, mientras la política económica estadounidense se enfoque en el pleno empleo y en un crecimiento moderado pero estable, las remesas familiares y las exportaciones continuarán creciendo.

Las medidas que se están tomando en Estados Unidos en favor de su estabilidad económica no son una amenaza para Centroamérica. La mayor amenaza a la recuperación económica de Centroamérica lo constituye la carencia de planes económicos, nacionales y regional, para hacer sostenido, sostenible e inclusivo el crecimiento económico. La mayoría de gobiernos solo aplicaron medidas fiscales contracíclicas en 2020: algunas evitaron el incremento de la pobreza y del desempleo o el cierre de empresas. Pero en 2021 dejaron de aplicarlas y se acomodaron a lo que las medidas de estímulo estadounidense podrían hacer por la economía nacional y centroamericana.

Si los gobiernos en Centroamérica quieren blindar la economía ante las decisiones de otros Estados deben poner en marcha un plan de inversión pública que tenga como resultado las mejoras concretas de las capacidades productivas, del empleo formal y del bienestar de la población, con una perspectiva de sostenibilidad ambiental. Esa sería la mejor apuesta para un crecimiento económico sujeto a variables domésticas, controlables por la política económica y fiscal de cada Estado, que den una mayor fortaleza y certidumbre económica. Este es un reto fiscal, económico, pero principalmente político: Centroamérica debe tomar decisiones sobre temas estructurales para dejar de tener economías veleta, que avanzan o retroceden según los vaivenes de la economía global, especialmente la de Estados Unidos.

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