Jonathan Menkos

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Jonathan Menkos Zeissig
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Señor presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, señores delegados de los Estados miembros, el pueblo de Guatemala les expresa que quienes ocupan la mesa asignada a la delegación de Guatemala, no nos representan. Alejandro Giammattei, quien preside dicha delegación, ha prostituido el mandato constitucional otorgado y no solo ha desoído el clamor popular por justicia, libertad y desarrollo, sino que ha fomentado nuevos caminos para la corrupción, la impunidad y el hambre de grandes mayorías que no tienen más remedio que migrar por el mundo, especialmente a los Estados Unidos.

Como Jimmy Morales, Giammattei, cuyo partido político en realidad no es más que una organización criminal, junto a una pandilla de vividores de la impunidad y la corrupción -empresarios, políticos, fundamentalistas religiosos, narcotraficantes y depredadores nacionales e internacionales- está avanzando en la configuración de un Estado exitoso para ellos, pero sin bases para conseguir la democracia y el bienestar de todos. Leyes, acuerdos y procedimientos impulsados por el gobierno y sus aliados, traen consigo la limitación de derechos tales como el de organización, participación e incluso derechos sexuales y reproductivos. Giammattei, en el nombre de un dios que menciona constantemente (quizá su dios sea el dinero) está construyendo un Estado autoritario que pronto superará lo que han hecho Ortega en Nicaragua, y Bukele en El Salvador.

El país del que él le ha hablado a esta Asamblea solo existe en sus discursos: no le crean ni una sola palabra. En la Guatemala real el mercado laboral, la baja cobertura y calidad de los bienes y servicios públicos, y una política fiscal diseñada para la sobrevivencia, no para la democracia, reproducen la desigualdad social. Guatemala es uno de los diez países más desiguales del mundo y uno de los cinco con mayor desnutrición crónica. Es el quinto país con el gasto público más bajo del mundo y el segundo con la carga tributaria más pequeña, mientras el 1% de la población más rica anualmente obtiene 522 veces el ingreso con el que cuenta el 1% más pobre. Los pueblos indígenas continúan siendo marginados del desarrollo y actualmente se enfrentan a una explotación violenta y abusiva de los recursos naturales en su territorio. Las mujeres reciben, en promedio, 14% menos ingresos que los hombres. En la Guatemala concreta, en el primer año de gobierno de Giammattei se han documentado 1,004 casos de agresiones, 15 asesinatos y 22 intentos de asesinato contra personas defensoras de derechos humanos.

Sabríamos más de la realidad que nos pesa en las espaldas, pero, según notas de prensa, el gobierno de Giammattei ha impedido la publicación del más reciente Informe Nacional de Desarrollo Humano, hecho que afecta y debilita al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). ¿A qué otras organizaciones internacionales y países amigos ha silenciado o estará silenciando Giammattei poniendo como pretexto la soberanía? La soberanía de los tiranos, siempre ha sido la idea de autoridad para hacer lo que quieran obviando compromisos de comportamiento civilizatorios. La soberanía que reclama Giammattei es tener poder para asfixiar las ya decadentes bases de la democracia y merece urgentemente una condena internacional.

Amigos de las Naciones Unidas, pueblos del mundo, una Guatemala diferente es posible: una en la que haya bienestar, desarrollo y certidumbre para todos, de la que no haya que huir horrorizados. Pero esa Guatemala no se construirá jamás mientras nos gobiernen ladrones y tiranos. Queremos y podemos construir un Estado basado en la justicia y la igualdad, la responsabilidad compartida y el multilateralismo. No nos dejen solos arrastrando esta pesada piedra que es Giammattei y su alianza criminal. Muchas gracias.

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