David Francisco Valle Morán es su nombre, pero en lo coloquial de nuestra vieja amistad, le llamábamos “Pancho”. La sorpresa llegó por la vía de Angel Gaytán, otro buen amigo, quien me escribió preguntándome si me recordaba de Francisco Valle y de José Luis Perdomo Orellana, ante lo afirmativo de mi respuesta, me dejó con la curiosidad de comprender dicha pregunta, pero tardó unos minutos para enviarme el anuncio de la presentación del libro “Los Relatos del Capitán” y para mi sorpresa era un libro hecho por “Pancho” Valle, el mismo era comentado por mi otro amigo “Chepe” Perdomo, e igualmente el otro comentarista era Gustavo “Tavo” Muralles, otro viejo amigo de infancia.

La coincidencia no pudo ser más agradable, tres viejos amigos míos a quienes conocí en distintos momentos y circunstancias, pero que esta vez se unían para comentar el libro de los Relatos del Capitán. A Pancho lo conocí en la Escuela de Comercio, era un excelente jugador de basquetbol, pero demás siempre tenía una sonrisa franca cuando nos saludábamos en los pasillos de la vieja Escuela de Comercio, su desempeño de basquetbolista lo llevó a ser parte de la selección, llegando a convertirse en el capitán de la misma. En el plano de ese deporte, era un excelente jugador.

A “Chepe” Perdomo, quien es el ganador del Premio Nacional de Literatura, un reconocimiento a su enorme capacidad literaria, que desarrolló principalmente allá en México en el exilio, pero además de un gran literato es un gran conocedor de música. “Tavo” Muralles, por su parte, es una historia aún más vieja, pues se remonta a la amistad entre mi papá y la gran familia Muralles, creo que eran 9 hermanos y Armando –quien era el mayor de los Muralles–, llegaba a la casa en San Rafael a visitar a mi papá, junto a su esposa Argentina, sus hijos Vladimir e Iván y junto a ellos llevaba a sus hermanos menores Ciro y Tavo, con lo cual nuestra amistad quedó sellada para siempre.

Ahora ellos tres coincidían en este agradable momento de la presentación del libro de Pancho, con la coincidencia adicional de que los tres son graduados de la Escuela de Comercio en diferentes promociones, pero Pancho y yo somos de la misma.

La presentación del libro constituyó un acto especial, pues las autoridades de la escuela se prodigaron y organizaron un evento vinculado al Día Nacional del Libro, con el marco esplendoroso de la vieja escuela y llena de jóvenes y señoritas estudiantes actuales de la reconocida Escuela Nacional Central de Ciencias Comerciales, conocidas comúnmente como la Escuela de Comercio.

La presentación del libro en ese marco de nostalgia de muchos años atrás, fue un viaje por el pasado de esos años y Pancho se encargó de llevarnos más lejos a momentos del recreo en la escuela que era un espacio para jugar veintiunos, el recuerdo de la fiesta de la escuela que se llenaba de gente y de los propios estudiantes de esos años con la música del Siglo XX, el Caballo Loco, el Santa Fe, el Grupo María (con Romeo y María), también los recuerdos de cuando la escuela jugaba en el gimnasio Teodoro Palacios Flores, todos los estudiantes caminábamos desde la escuela hasta el gimnasio a apoyar al equipo de la escuela.

No he podido leer el libro de Pancho, pero ya lo empecé a hojear, con lo cual los recuerdos saltaron inmediatamente hasta esos años en la Escuela de Comercio, pero aún más al deporte del baloncesto, uno de mis dos deportes favoritos (el voleibol fue el rey, sin duda), con nombres de personas que el tiempo a veces llena de polvo, pero al recordarlos vuelven a estar presentes en nuestras vidas.

Pancho, querido amigo, leer para mí es imprescindible, así que tu libro lo voy a leer en corto tiempo estoy seguro, pero quisiera recordar algo que dijiste en tu alocución, que en esos años que estudiamos la situación del país era muy dura, con gobiernos militares y represivos, que dejaron una cauda enorme de dolor y sangre, pero todos coincidíamos en querer cambiar nuestro país, una lucha que hasta hoy mantengo y seguro que vos también.

Tavo mencionó que el libro constituía una lectura “sabrosa”, por lo coloquial y el Premio Nacional de Literatura, mi buen amigo “Chepe”, también invitaba a leer este aporte, que justamente se remonta a hechos de un pasado nostálgico y común para todos nosotros.  A tono con las consignas de aquellos años y que vos, Chepe y Tavo mencionaron, hoy la reiteramos: “Hasta la Victoria Siempre”, felicitaciones Pancho.

Juan José Narciso Chúa

juannarciso55@yahoo.com

Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

post author
Artículo anteriorPeriodismo y filosofía: el deber de incomodar
Artículo siguienteEugenia Villaseñor Velarde