Las tres palabras del título de mi nota, representan las tres “i” de una correlación de anticuerpos que describen el caso de Jose Rubén Zamora. Desde el inicio, con un caso arreglado y amañado, en el cual cabían mecanismos legales de prisión domiciliaria, se construyó una total injusticia contra él, en este caso más allá del Lawfare (la guerra por medio de la justicia), se realizaron diferentes formas de mantenerlo en el proceso en prisión preventiva, se alargaron las audiencias, se cancelaron también las audiencias y al final se propició una sentencia con todos los ribetes de injusticia, la aplicación dolosa del derecho, no es más que eso.
Jose “Chepe” Zamora buscó por todos los medios legales resolver el caso por el cual se le había acusado, no se pudo, pero tampoco lo dejaron, el mismo se convirtió en un mecanismo de atentar contra su libertad, para lo cual la connivencia entre el Ministerio Público y la Corte Suprema de Justicia no pudo ser más obvia para alargar el proceso para mantenerlo en prisión y luego conseguir una sentencia “hecha a la carta”, o más coloquialmente “una lotería cantada”, para llevarlo y mantenerlo en la cárcel, en condiciones inhumanas, justamente para doblegarlo, para quebrar su espíritu de lucha, más no lo consiguieron.
Jose Rubén sabía muy bien que el dictamen que lo devolvía a la prisión domiciliar no iba a tardar mucho, la maquinaria que mantiene el control de la justicia y aplica el Lawfare despiadadamente en contra de periodistas, fiscales, jueces y columnistas, es solícita con todos aquellos vinculados a los casos de corrupción y ahora se encuentran libres, con casos cerrados y hasta devolviéndoles las propiedades mal habidas, disfrutando de sus fortunas provenientes del ilícito.
La infamia, la otra característica del caso de “Chepe” Zamora, se circunscribe no sólo a privarlo de su libertad, sino además que el tiempo que esté en la cárcel, se encuentre en condiciones terribles, una bartolina de reducido espacio, sin ventilación, cundida de bichos y con poca luz, representaba un conjunto de condiciones para destruir el espíritu y dañar el físico de cualquier persona cuerda y además que toda su vida ha actuado decentemente.
Una infamia representa una condición de maldad, una acción malquista, una intencionalidad maligna y manifiesta en contra de una persona sin importarle su verdadera condición, significa destruirlo, dañarlo sistemáticamente, humillarlo dolorosamente. Y eso ha sido la constante que se ha utilizado en contra de Zamora Marroquín.
El tribunal que anuló la sentencia del juez, quien había indicado que podría seguir su proceso pero en arresto domiciliar demostró que aunque se cambien los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y los tribunales, la justicia seguirá enjaulada, el derecho se encuentra en fuga y el estado de derecho no es más que una caricatura grotesca.
La impunidad, la otra característica de este caso, tampoco es novedosa en Guatemala, hemos vivido así por muchos años, lamentablemente, pero en este caso coincidió con el de un médico que descuartizó a una paciente que murió en su consultorio, fingió una salida que nunca existió y la enterró en un lugar que luego el mismo identificó. Pero, otro juez, le da una sentencia de homicidio culposo, sin tomar en cuenta toda la trama macabra que ocurrió alrededor de este caso, y pagando una cantidad irrisoria, iba a salir libre, si no es porque la Corte de Constitucionalidad revierte lo actuado. Ojalá la CC así actuara siempre.
Así que la impunidad retorna al caso de “Chepe” y lo regresan a la cárcel. La CC acá debería de actuar de oficio, no esperar la solicitud de su acción, son casos patéticos que indignan a la sociedad, que representan una burla para el pueblo, que deslegitiman y deterioran, todo el sistema de justicia.
Hoy la injusticia, la infamia y la impunidad se ciernen con alevosía contra una persona que lo que ha hecho es defender la libertad de expresión. Todo el pueblo clama la libertad para Jose Rubén Zamora Marroquín, y este escribiente se une a este clamor. ¡¡¡Libertad para Chepe Zamora!!!