Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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Juan José Narciso Chúa

La discusión sobre el crecimiento sin desarrollo continúa abierta, por supuesto que no acá, puesto que en estos lares esa discusión nace muerta ante la imposición de un pensamiento económico que ha demostrado fatiga. Ciertamente, estabilizar la economía era un requisito fundamental para despegar en los años 80, pero hasta ahí quedó su fuerza, el resto únicamente constituyó una receta que no provocó cambios significativos ni en la economía, ni en el tejido empresarial, pero eso sí, llevó a un montón de personas a hundirse cada día más en la espiral interminable de la pobreza, la desigualdad, la desnutrición, el hambre, la ampliación del sector informal.

Una economía como la nuestra con una base industrial débil, no tenía futuro, si no se provocaban cambios significativos en la misma, pero igual ahí está, con poco peso de la industria en el PIB, pues no ha podido consolidarse sino es por la presencia del crecimiento importante de la industria textil, eso sí descansando en bajos costos por la vía de no subir el salario mínimo y el azúcar, que constituye un oligopolio, para lo cual también descansa en salarios bajos, una enorme contaminación ambiental en el área sur del país sin ninguna regulación ni penalización, así como un control importante del Estado para vender sus excedentes no exportables a nivel interno y con un precio administrado y manejado para que sea lo suficientemente alto.

Las exportaciones descansan en destinos de doce países como los más importantes, en donde Estados Unidos es el mayor comprador, luego los países centroamericanos y Panamá y algunas novedades como Colombia y unos pocos países de Europa. Por el lado de las importaciones nuevamente Estados Unidos es nuestro máximo vendedor, luego aparece China y otra vez los hermanos centroamericanos y Panamá.

Las importaciones siguen siendo superiores a las exportaciones por mucho, lo cual muestra la gran debilidad de no contar con un parque industrial importante y que pueda producir bienes de consumo, intermedios e incluso existen algunas empresas que efectivamente producen bienes de capital, pero son muy pocas.

La competencia, no competitividad como pretenden confundir los grupos como Pronacom y los mismos empresarios, no existe. La iniciativa de ley de competencia sigue durmiendo el sueño de los justos, porque acá, no se compite para nada, se descansa en una economía de grandes conglomerados económicos que disfrutan de su poder dentro de mercados imperfectos ya sean monopolios, monopsonios y oligopolios, que fijan los precios que ellos consideran y estiman y se aprovechan de las necesidades de los consumidores y un Ministerio de Economía que responde a esos intereses empresariales y se hace de la vista gorda.

Entonces, aunque crezcamos como en el año anterior 8.5%, un dato interesante, resulta que esconde todo el deterioro que en materia social camina en paralelo de ese lujo de número, pero eso es nada más, un número, sin que toque o beneficie a la mayoría de la población que sigue hundiéndose en la pobreza, la dificultad del día a día, de la lucha incesante sin vislumbrar la luz. El crecimiento económico sin desarrollo o sin bienestar, no es nada, cuando un gran contingente de la población se hunde en la desesperanza.

Igual, los empresarios o los grandes grupos económicos continúan controlando diversos aspectos de la economía como evitar a toda costa la ley de competencia, también no permiten el incremento de impuestos -hoy están contentos con la SAT, pero no vaya osar esta entidad elevar impuestos y menos los directos porque inmediatamente botan al actual superintendente-.

Cuando los empresarios conservadores y abusivos no sólo controlan la economía y el propio Estado, sino además se unen a los grupos mafiosos que hoy detentan el poder para cooptar el Estado y sus instituciones, estamos ante empresarios que nunca han competido, sino han vivido a la sombra del Estado y sus beneficios.

Por ello, es importante conocer cómo funciona la economía para darse cuenta que esta es otra faceta en donde el poder se centra en estos grupos, que hoy conviven a regañadientes con militares contrainsurgentes, funcionarios ineptos pero perversos y los grupos económicos emergentes que han hecho sus fortunas también del patrimonio del Estado.

La situación de seguir en esto, que ya llevamos apenas 500 años, la situación para nuestra sociedad va a terminar en desastre.

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