Juan José Narciso Chúa
Cada día se abona más para la incertidumbre en Guatemala, cada acción condena más nuestra democracia, cada declaración apunta a recrear el futuro más sombrío de nuestra historia. Lo paradójico es que hoy hemos llegado casi a 36 años de ejercicio democrático, pero pareciera que hemos perdido más de lo que se habría ganado.
Lo que nunca previmos fue que la democracia constituía otro terreno, otro espacio, pero que la situación seguiría favoreciendo a los mismos, ese pequeño grupo que decidió que este país y su sociedad es de ellos y con eso no se permitiría ni un solo espacio para “arrebatarles” tal condición.
Sin embargo, el momento actual muestra la situación más difícil que se ha vivido. Todo apunta a un deslizamiento paulatino hacia el deterioro institucional, hacia mayor desigualdad en la población, hacia una economía de baja intensidad con crecimiento económico, pero sin desarrollo; hacia una descomposición social fuera de control.
Todo señala la demarcación de un proceso en donde se agotó la independencia de los poderes del Estado -las bases del sistema republicano-, en donde se cooptó a las entidades destinadas a ser contrapesos del sistema, con lo cual se ha creado una alineación peligrosa orientada a servir a un pequeño grupo que hoy llamamos Pacto de Corruptos, pero que no son más que una maquinaria al servicio de otra minoría que en su afán de mantener el control destruye nuestra institucionalidad, así como delinea -sin importarle la soberanía que ellos reclaman cuando les toca enfrentar sus responsabilidades-, el aislamiento internacional que poco a poco irá tomando distancia de un régimen que ya agotó sus reservas políticas y se abrió políticamente, sí se abrió pero al descaro, al cinismo y hoy es cada día mayormente cara dura.
Estas facetas negativas las muestran todos sus integrantes, quienes desde el Estado hoy socavan los fundamentos de la democracia para ponerlo a servicios de intereses, pero lo más peligroso hoy es que inician sus desmanes fascistas atacando a periodistas como José Rubén Zamora y Juan Luis Font y saber a quiénes más que nos dedicamos al noble oficio de la denuncia y la crítica.
Así hoy montan un estado de sitio en una población que lo único que ha requerido es participación en las consultas comunitarias para decidir sobre el futuro de la minera de níquel, para lo cual el operativo es escandaloso y oprobioso contra cualquier persona que ha pecado en organizar a comunidades, en denunciar arbitrariedades, a requerir un espacio de tierra para sobrevivir.
Hace unos días, la OEA toma partido en contra de un dictador, que prácticamente constituye el ejemplo para nuestro régimen, si no vean que en dicha reunión de OEA únicamente Guatemala y Honduras votaron en contra de la resolución de requerir la libertad de presos políticos en Nicaragua que representaban la oposición política en dicho país.
Hoy es la reunión del Consejo Permanente de la OEA para discutir el informe de la CIDH sobre Nicaragua, ¿cómo votará Guatemala?, seguirá en la línea de dejar abierta la puerta para un futuro exilio en dicho país como varios expresidentes centroamericanos y reconocidos corruptos guatemaltecos.
El deterioro institucional es evidente, el descaro de funcionarios es notorio, el camino del desastre está marcado para seguir erosionando el tejido social de nuestro país. Esto no se le ha pasado, ni se le pasa a la actual gestión norteamericana, ¿hasta dónde llegara el descaro y el cinismo?, no lo sé, lo que sí es cierto que caminamos como mutantes al más sombrío futuro de nuestra historia.