Juan José Narciso Chúa
Mucho se habla hoy de las remesas, los datos del registro que el Banco de Guatemala tiene muestran una de las cifras más elevadas en los últimos años (a mayo de este año presentan un crecimiento de 43.1% con un monto de US$5.6 millardos), ese dato se explica, en buena medida, por el repunte económico que Estados Unidos está propiciando con el plan de impulso económico diseñado y que descansa, en buena medida, en elementos que apuntan a incrementar el consumo, asegurar ingresos para los desempleados y generar grandes inversiones en obras de infraestructura.
Este conjunto de medidas ha propiciado un incremento del empleo en los grupos connacionales que viven en Estados Unidos, y, por consiguiente, una reducción del desempleo, aunque las cifras se habían proyectado en un porcentaje mayor, los resultados no son los esperados, pero de igual forma son positivos, con lo cual muchos de los compatriotas que envían remesas hacia Guatemala, han multiplicado sus envíos para colaborar con el mantenimiento de sus hogares y familiares.
La importancia social de las remesas familiares justamente se inscribe en ello, son orientadas para la familia; en este caso, es necesario indicar, que va mucho más allá de la familia nuclear, puesto que por condiciones de sobrevivencia las familias en el interior y aún acá en la Ciudad de Guatemala, las familias son ampliadas; es decir, conviven tanto la familia nuclear -padre, madre e hijos-, junto con abuelas, abuelos e incluso en varias de ellas están los tíos y tías. Esto hace de las familias grupos familiares grandes, pero son formas de ayudarse mutuamente con los aportes para los alquileres y los gastos cotidianos propios de la comida, la salud y otros.
En el ámbito económico, relacionado estrechamente con lo social, las personas que reciben las remesas familiares, las utilizan en gran medida en el consumo. Qué significa esto, pues que las mismas requieren de las remesas familiares para la dotación de insumos para mantener a la familia; es decir, las compras de bienes o productos necesarios para la dieta familiar que implica frutas, verduras, carnes y todos los bienes manufacturados necesarios para proveer de comida a las familias.
Estos comportamientos se reproducen, en promedio y en gran escala. En promedio porque algunas familias utilizarán el dinero de las remesas familiares para algunos otros gastos como la potencial compra de un terreno o de otra casa -cuando existen remanentes o cubiertos los gastos queda alguna diferencia para realizar este tipo de gastos-, pero lo fundamental se destina a los gastos cotidianos, comida, servicios, educación, salud y renta o alquiler.
Este conjunto de gastos que fundamentalmente en economía se llama consumo, se reproduce por una cantidad significativa de familias tanto en el ámbito rural como en la Ciudad de Guatemala, con lo cual se produce un efecto multiplicador en diferentes tiendas, abarroterías o supermercados, lo cual provoca también un efecto positivo en distribuidores mayoristas y, por lo tanto en empresas productoras de bienes manufacturados, pues provoca una mayor producción (fábricas), una mayor distribución (mayoristas) y un gran consumo o venta al consumidor final (tiendas, abarroterías y supermercados), con lo cual el consumo como medida económica se eleva significativamente.
Cuando se mide el PIB por medio del consumo o el destino de la producción, el consumo constituye el 89% (por lo menos hasta antes de la pandemia) del PIB o de la economía nacional, por lo tanto, el consumo representa uno de los elementos más importantes para el PIB, puesto que su peso es altamente significativo y con ello, se puede también destacar el papel que las remesas familiares juegan en la economía nacional medida por el PIB.
Estas reflexiones se hacen para destacar el papel que las remesas familiares juegan más allá de su peso sobre el PIB, que es una medida de equivalencia, pero más allá de este indicador, juegan un papel esencial en la producir efectos dinámicos en las ventas y la producción, fuera de su condición social natural que es permitir la sobrevivencia de miles de familias en el ámbito rural y en la propia Ciudad de Guatemala.