Grecia Aguilera
El Congreso de la República de Guatemala, declaró el 9 de junio como Día Nacional de Miguel Ángel Asturias, según acuerdo legislativo 17-2014. Estableció esta fecha por ser el día de su fallecimiento y “como reconocimiento póstumo al aporte del Nobel de la Literatura Universal.” Dentro del acuerdo el Congreso exhorta al Ministerio de Educación para que: “En el ámbito del cumplimiento de sus funciones, estimule en los educandos del nivel medio, investigaciones, búsquedas y aportes que tiendan a divulgar, generalizar y popularizar los aportes que en vida brindó el ilustre y laureado Premio Nobel de Literatura 1967.” El pasado miércoles 9 de junio, se vino a mi memoria la edición especial conmemorativa, con estricto apego al libro original de la obra del reconocido escritor Luis Cardoza y Aragón (1901-1992), titulada: “Miguel Ángel Asturias, casi novela” publicada como “Edición Única” en el año 2002, por la Editorial Universitaria de la Universidad de San Carlos de Guatemala. En la contraportada del libro se lee: “En esta obra, publicada por primera vez en México en 1991, Cardoza y Aragón se refiere a Miguel Ángel Asturias; hace un análisis crítico de lo que considera su producción literaria más importante; su visión sobre el indígena y los momentos cruciales en la existencia del escritor, como el período de la dictadura de Jorge Ubico (1931-1944), la aceptación de la embajada guatemalteca en París en 1966, y otros asuntos de la vida pública de Asturias que han sido motivo de controversia. Es este un libro tremendamente polémico, pero imprescindible para ubicar la vida y la obra de estos dos hombres trascendentales de las letras guatemaltecas del siglo XX.” Luis Cardoza y Aragón conoció a Miguel Ángel Asturias en París en 1924 y escribe: “Nos conocimos en plena euforia de juventud, transportados en el mismo asombro, lanzando las bengalas de nuestros años, antes de enfrentarnos a la vida. Mientras viví exiliado en México y Miguel Ángel vivió en Guatemala, de vez en cuando nos comunicábamos… Lo vi nuevamente a mi vuelta en Europa en 1931, nos reuníamos casi cada noche. Había publicado ‘Leyendas de Guatemala’ (1930), obra con sabor a leyenda precolombina, colonial y surrealista. Ahí no estaba el germen sino ya definida su imaginación y su sensibilidad. Con deleite releí las Leyendas. A veces son poemas en prosa; otras, por momentos, prosa poética.” Y más adelante anota: “Yo escribo sobre Asturias porque Asturias escribió Hombres de maíz… Es ante todo lo que pienso de ella, la novela; y es lo que pienso de él, su autor y el personaje. Si me inventé una novela es porque la novela mencionada tuvo capacidad para incendiar mi ánimo: doy ese incendio. Me enamoré de los fieles instantes de la novela cuando ya no es meramente discursiva, cuando se aleja de lo real sensible y se manifiestan sus potencias inconscientes y las mías.” Miguel Ángel Asturias, en su inagotable y original prosa, en su profundo ramaje lírico, conjugado por la belleza e intenso amor a su patria, dejó cincelada en alabastros para la posteridad su magnífica palabra, que brilló, aún más, cuando en 1967 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura “por sus logros literarios vivos, fuertemente arraigados en los rasgos nacionales y las tradiciones de los pueblos indígenas de América Latina.” Asturias nació en la Ciudad de Guatemala el 19 de octubre de 1899 y falleció el 9 de junio de 1974 en la Ciudad de Madrid, España. Sus restos yacen junto a otras grandes personalidades como Sully Prudhomme, Edith Piaf, Honoré de Balzac y Frédéric Chopin, en el Cementerio del Père Lachaise en la Ciudad de París, Francia. En cada una de sus magnánimas obras reflejó sus ideales, sueños y realidades, así como también en sus hermosos poemas pletóricos de armonía: “Dar es amar,/ dar prodigiosamente/ por cada gota de agua/ devolver un torrente.” ¡Así sea!