Perdiendo la esperanza
“Vivir sin esperanzas es dejar de vivir”.
Fiódor Dostoyevski
No hemos sido una sociedad estructurada, pero en los últimos dos años cuando, como si fuéramos parte de una novela de ficción, llegó a segunda vuelta el candidato menos esperado, sumado a un aumento considerable de diputados del hoy partido oficial, se movieron las estructuras internas del poder real, y no porque nos encontremos ante gente de izquierda, porque mi percepción es que el actual oficialismo es de una derecha moderada; sin embargo, se percibieron como un peligro.
A partir de la independencia, hemos sido una sociedad eminentemente conservadora y religiosa, que no es algo que se cuestione porque es nuestra cultura, en la que subyacen otras formas de pensamiento y una enriquecida cosmovisión, históricamente hemos transitado siempre al margen de cualquier otra ideología, o lo que parezca otra ideología, por lo que, fue sorpresivo que el resultado de las elecciones pasadas fuera el que fue, a partir de conocer los resultados se observa, un movimiento que funciona con el objetivo de mantener a la sociedad en general en constante incertidumbre política, que incide en áreas sensibles para el desarrollo en general.
Esta situación ha perjudicado principalmente al Sistema de Justicia, que debió mantenerse al margen de los vaivenes políticos, habiéndose convertido en un medio para atacar al sistema, porque la coherencia y equilibrio del Estado de Derecho es un pilar fundamental no solamente para la democracia, que tiene como columnas la honestidad, pluralismo, libertad, justicia social e igualdad entre otros, sino que, incide también en la estabilidad económica y financiera, porque es difícil invertir en un país en el que existe un grupo de la población que duda de la solidez institucional, y que constantemente manda mensajes de inestabilidad.
Como ciudadanos nos enfrentamos un día sí y otro también a movimientos desestabilizadores del sistema, que inciden negativamente, mientras los problemas de la población quedan al margen, porque el ciudadano de a pie, necesita tener un trabajo digno, satisfacer sus necesidades fundamentales, además de tratar en lo que se pueda ser feliz, si fuera posible.
Sin embargo, aunado a la pobreza estructural histórica que se convirtió en cultural, nos encontramos cualquier día con que el juez o el magistrado tal, ordenan algo que los abogados sabemos no es posible, pero que es utilizado para mantener al sistema en zozobra constante.
El problema aumenta cuando observamos un Ejecutivo que no despega, que comete error tras error, sin que comprendamos qué es lo que pasa, con un Presidente que no ha sido capaz de mandar el mensaje adecuado en el momento adecuado.
El reciclaje de funcionarios que han hecho de la política un medio de vida se ha sostenido con el actual gobierno, perdiendo el Ejecutivo ya varias batallas en las que pudo haber adelantado el paso, con decisiones por demás erradicas, pero la principal es la política interna institucional, en la que de un lado vemos muchos cuadros reutilizados de los dos gobiernos anteriores sin ningún pudor, y por el otro no vemos que fluya la maquinaria institucional, por ejemplo: Muchos todavía esperamos la carta que le iban a enviar a la FG, y así muchísimas acciones más.
El actual Ejecutivo es torpedeado constantemente, sin que como sociedad observemos una reacción ni inmediata ni adecuada, por lo que existe en la población mucha decepción, y porque no decirlo también desafección, aunque es cierto que no esperábamos la Liga de la Justicia, pero tampoco el estancamiento con pasos hacia atrás que estamos experimentando, porque salvo excepcionales excepciones no hay avances reales.
Adicional a ello, todos han dejado en el abandono a quienes lucharon no por ellos, lucharon por la democracia, y por eso mismo no se les debió dejar de lado, sin importar quién hubiera ganado las elecciones, lo importante era el respeto a la voluntad popular que se manifestó por medio del voto, la que se encuentra aún amenazada es principalmente nuestra democracia.
Los discursos son composiciones de palabras, y las palabras se las lleva el viento, queremos acciones efectivas, pero sí ni vemos ni escuchamos nada que nos dé indicios de que caminamos hacia adelante, perdemos la paciencia y la confianza.
Una joven estudiante me decía: “ya no me interesa lo que pase, yo necesito trabajar, comer y vivir”.
licgla@yahoo.es







