«No vendas… la libertad para comprar el poder». Benjamín Franklin
Cada 15 de septiembre, una mayoría nos desbordamos en patrio ardimiento, más por un sentimiento de pertenencia a este pedazo de tierra que porque así sea, creemos que celebramos la liberación de la opresión, pero la verdad es que seguimos oprimidos, situación que se hace más evidente cuando observamos que si las sociedades más desarrolladas no son independientes, menos nosotros que tenemos que esperar qué dicen los demás para reaccionar, porque accionar es poco menos que imposible.
La gesta no fue como nos la relatan en los libros de historia básica, la que posteriormente se ha ido acomodando a las circunstancias de la sociedad, asumiéndola cada vez más como una utopía, porque evidentemente no hemos sido, ni somos independientes, dependemos interna y externamente de los que detentan el poder, acoplándonos a sus necesidades y requerimientos.
En 1821 las elites criollas no quisieron seguir pagando impuestos a la Corona y proclamaron la independencia, el económico es y ha seguido siendo el principal y casi único motivo para justificar muchos actos, así como en esa época, hoy los impuestos son una carga, que muchos pagamos para que otros no lo hagan, de todos es sabido la discrecionalidad tributaria por ejemplo, aunque la ley diga algo, se interpreta a gusto de la administración, incluso la CC.
Hoy el motivo principal se mantiene, ya no solamente en el cobro de los tributos monetarios, existe otro tipo de tributo que se hace efectivo en cuanto a las políticas internas y externas, que no reportan dinero pero si otros beneficios, y que se mantienen sin importar quien gobierne, al final todos se someten a los dictados de los verdaderos patrones de la finca a la que son poquísimos los que pueden acceder, en este tema la ideología no ha existido ni existirá, lo importante es la cuota de poder.
Un ejemplo de lo anterior, son dos decisiones que ha tomado el inquilino de casa presidencial con relación a los representantes en dos diferentes países, España y Honduras, mientras al primero lo nombro persona que ha hecho carrera en la diplomacia, pero cuestionado por su participación en el gobierno de Jimmy Morales, en el segundo nombramiento en Honduras nombro a una persona sin carrera diplomática, cuya experiencia es en la recaudación de impuestos, no se puede encontrar relación entre los dos nombramientos ni buscándola con lupa, por lo que uno de los dos, se entiende es un pago de algo.
Dentro del plano nacional las incongruencias son evidentes, pero con relación a la política internacional, que sabemos corresponde al presidente del ejecutivo, lo son aún más, acabamos de presenciar un varapalo diplomático, porque nuestro país se abstuvo en la votación de la ONU sobre el Estado Palestino, mientras en mayo del 2024 votamos (un eufemismo más) a favor, la lógica indica que si las condiciones hoy en la Franja de Gaza son peores que hace tan solo un año, no se entiende la motivación del cambio, más que para congraciarse con el norte, es cierto que una abstención más o una abstención menos no hubiera hecho ninguna diferencia, el problema como país es el motivo del cambio, todo esto indica falta de coherencia.
Los anteriores casos, como muchos más en otros temas, que se pueden consultar en cualquier hemeroteca, tanto de este como de otros gobiernos, son ejemplos vivos de que no existe la independencia en nuestro país más aún, las decisiones las toman otros tanto fuera como dentro de nuestras fronteras, respondiendo a intereses particulares.
Como sociedad no podemos celebrar una libertad inexistente ni en 1821 ni hoy, somos tan dependientes, que lo único seguro es que seguiremos siendo satélites, jamás planetas, situación que se extrapola a la falta de libertad de quienes se encuentran privados de libertad, por exigir un derecho, lo mas importante, un derecho que es de todos.
Nuestra libertad es una utopía más, no lo hemos sido, y tampoco lo somos.