licgla@yahoo.es
“El precio de la grandeza es la responsabilidad”.Winston Churchill
Nuestro sistema desde hace algún tiempo colapsó en todos los aspectos, sin embargo, dentro de los más evidentes se encuentran el Sistema de Justicia y el sistema vial, los que no tienen relación alguna, pero oh casualidad el viernes 7 de febrero existió un acontecimiento que unió momentáneamente a uno y el otro, debido a esto se patentizó como nunca lo fallido de un sistema como el vial, que desde hace mucho tiempo se encuentra en las manos equivocadas.
En la sociedad existen derechos y obligaciones, hay momentos sin embargo en los que un derecho se convierte en obligación, y eso fue lo que nos motivó a los abogados a presentarnos a votar, tenemos que dar respuesta a la población, porque ese evento gremial como otros más tienen incidencia social, por lo que lo mínimo que debemos aportar a la sociedad que ha financiado directa e indirectamente nuestros estudios, es responder, en el caso de la San Carlos la financiación es directa, por medio de la asignación presupuestaria, en cuanto a las universidades privadas ha sido indirectamente por medio de las exenciones y beneficios tributarios que son parte del Gasto Tributario, que solo en 2024 se estimó en Q99,819 millones.
Ese compromiso cumplido derivó en un impacto negativo debido al rotundo fracaso del sistema vial, gracias a la ineficiencia del mismo equipo que por más de treinta años no ha querido solucionar el problema del transporte en Guatemala, porque se ha dedicado a otros menesteres que no son del interés de la sociedad que, por medio de diferentes gravámenes como las tasas municipales, el IUSI y el Boleto de Ornato mantenemos la ineficiencia que se evidencia en el colapso total.
Pero el lunes impactó otra noticia dolorosamente a la población guatemalteca, respecto al sistema vial, y es el terrible accidente que enluta a una cantidad de familias, este suceso se produjo cuando un bus que ingresaba a la ciudad de Guatemala se accidentó bajo el puente Belice, accidente que desnuda la realidad del transporte en el país, cuya responsabilidad es compartida por tres actores que ha decidido hacer ojos ciegos y oídos sordos a la degradación de un servicio público disfuncional, el primer actor es la municipalidad que se encarga de mantener socavada la capital, con pasos a desnivel que son un fracaso de la ingeniería, angostando calles y avenidas sin justificación, manteniendo una PMT cuya única función es presionar a los pilotos, si no que lo digan los pilotos que son sorprendidos en varios lugares en los que los PMT se esconden para poner multas, ¿Dónde están cuando niños manejan vehículos para los que no están autorizados? Durmiendo.
Otro actor corresponsable es el Estado en general, que ha dejado de lado históricamente el transporte, que se ha dejado presionar por los transportistas y no ha hecho frente a un problema social de alto impacto, permitiendo por su dejadez que personas sin experiencia conduzcan buses tan antiguos como el del accidente, cuya vida dejó de ser útil según la ley del ISR después de cinco años de uso, el del accidente circulaba con más de treinta, con un piloto de 24, resultando lo que algún día iba a suceder, ¿Cuántos casos más vamos a vivir?
El tercer actor responsable es el gremio de los transportistas que se han opuesto a toda regulación aun siendo subvencionados, han encontrado en el transporte un comercio salvaje de personas, en el que el incumplimiento es la norma, como no pueden perder, aceptan a cualquiera que tenga licencia de conducir a que juegue con la vida de seres humanos.
¿Cuántos de nosotros no hemos visto en las mañanas la forma de conducir brutal de los buses urbanos y extraurbanos? Me parece que todos lo hemos sufrido, mientras la PMT cierra los ojos, a la Municipalidad solo le interesan las multas, tanto el ejecutivo como el legislativo cierran los ojos ante una realidad que lastima los sentidos, y el judicial los manda a su casa después de un accidente porque es criterio judicial que, aunque haya muerto de por medio, les aplican medida sustitutiva, y va de nuevo.
¿De quién es la responsabilidad? De todos los que se olvidaron del significado de la función pública, y se han dedicado a medrar nada más.