Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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«La vida es un arcoíris que incluye el negro».  Yevgeny Yevtushenko.

A través de la historia de la humanidad, ha habido personas que han cuidado mucho su privacidad, tanto anónimas como otras que no lo son, sin embargo, también han existido quienes han convertido su existencia en un escaparate, dentro de este grupo se encuentran artistas, políticos y personas relevantes por otros motivos, lo que ha incidido en que se hable a nivel general más de unos que de otros, y que alrededor de ellos exista algún tipo de atracción, y en el mejor de los casos, un halo de interés general.

En décadas pasadas, especialmente en la segunda parte del siglo veinte surgió un nuevo tipo de personajes que se destacaron muchas veces por no hacer nada, porque al surgir las llamadas revistas del corazón estas se encargaron de tomar fotografías de determinadas personalidades haciendo cualquier cosa, e incluso compraban sus fotos para publicarlas, siendo consideradas estas publicaciones sin ningún valor cultural, pero económicamente importantes.

Con el aparecimiento de las redes sociales, dejaron de ser estas las únicas personas que no tenían vida privada, ampliándose el espectro en cuanto a la cantidad de personajes públicos, y a quienes los llamados paparazzi utilizando cámaras de alto alcance para fotografiarlos en su intimidad, surgiendo los celebrities, personajes que eran perseguidos para retratarlos llevando a cabo actos comunes, como comer, estas figuras prácticamente quedaron en el olvido, por lo que, muchos no saben siquiera que existieron, porque en el presente siglo, todo el mundo se puede convertir en figura pública.

La vida actual cambia con tanta rapidez, que aparecen y desaparecen personas “influyentes” y a quienes por medio de los celulares que,  se han convertido en herramientas con las que se puede “informar” el paradero de alguien, se les toma fotografías en las más comunes situaciones,  lo que llama la atención de esta nueva forma de compartir la vida, es que los mismos objetivos (personas) hacen público en donde se encuentran, o que hacen por más simple que sea, por lo que la vida de cualquiera se convierte hoy en vida pública por decisión propia.

Por lo anterior, han surgido personajes que se autodenominan expertos en todo, y que cuestionan también cualquier situación con la propiedad con la que lo hacían hace tan solo veinte años verdaderos conocedores de las diferentes materias, ya con la pandemia fue común que se tomara un teléfono y publicaran “recetas” contra la enfermedad, en el mismo sentido surgen constantemente críticos políticos, jurídicos, económicos y hasta religiosos, o simples comunicadores de soluciones mágicas para problemas complejos, porque hoy cualquiera encuentra la “solución” al más diverso conflicto.

Viene a colación lo anterior por un debate llevado a cabo en redes sociales como consecuencia de la publicación de la fotografía de una persona creadora de contenido degustando en un restaurante, ¿Tiene valor informativo? Mi opinión es que no, porque no es relevante, sin embargo, se armó revuelo porque un personaje bastante cuestionado criticó el contexto de la mencionada imagen, reprochando la ideología política de la persona que aparecía en la misma.

Soy de la opinión que independientemente de la ideología política, las personas tienen derecho de consumir lo que quieran donde quieran, sin embargo, a cómo va la vida, se cuestiona cualquier cosa, porque se tiene la idea de que la izquierda tiene que morir de hambre, y la derecha alimentarse con caviar, nada más alejado de la realidad, aunque se entiende que la derecha es proconsumista, y la izquierda es crítica con lo mismo, no significa que no se pueda comer en un lugar bastante común.

Un problema adicional son los daños colaterales, en este caso el restaurante, que se vio envuelto en la polémica por supuestamente haber permitido que se retratara a la persona, pregunto ¿Tienen obligación los propietarios de los lugares públicos de evitar que se retrate a alguien? Me parece que la línea es muy delgada entre los derechos de unos y otros, y que hay limitaciones imposibles.

Es mi opinión, que quien decide exponerse en las redes sociales, debe aceptar que lo que más recibirá serán críticas, y que quien critica deber ver primero su propia paja, porque probablemente será muy gruesa.

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