Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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“La maldad no necesita razones, le basta con un pretexto”. Goethe

No cabe duda de que, estamos condenados los humanos a repetir la historia, porque no logramos aprender de nuestras propias vivencias como conglomerado social, el mal resultado de nuestras omisiones más que de nuestras acciones, de ahí que leamos textos de otras épocas, perfectamente aplicables al tiempo actual, se trata no solamente de textos de todo tipo que parecen tan actuales, escuchamos canciones y parece que describen el momento presente, poemas, novelas y más.

Hoy nos encontramos acá y más allá de las fronteras experimentando lo que en su momento escribió Hannah Arendt y que, creó un movimiento filosófico sobre lo que llamó muy bien “La Banalidad del Mal” no porque el mal sea banal en sí, sino que como describió ella en su momento y que, fueron percibidos por Adolf Eichmann los actos aberrantes y constitutivos de genocidio y de violaciones a los derechos humanos básicos, como parte de sus obligaciones, y que, formaron parte entre 1933 y 1945 del ordenamiento jurídico del Estado, para ella él individuo detrás de todo esto no era el hombre agresivo y prepotente que esperaríamos, sino que era “un hombre mayor, bastante gris, con apariencia de ser un simple funcionario”, que sin embargo fue capaz de orquestar el exterminio de millones de seres humanos inocentes.

El libro escrito después del juicio de Eichmann, recibió tantas defensas como críticas, como toda buena obra y que se encuentra destinada a perdurar, lo importante es la actualidad del mismo, porque tal como Arendt describió a Eichmann, él era un hombre “normal”, lo que podríamos calificar como un hijo de vecino sin características especiales, que a la vez sea capaz de los más grandes horrores, con la única explicación de sentirse mal después de ver las atrocidades en las que participó, y que, bajo el argumento del cumplimiento de órdenes superiores, se cometa cualquier acto que moral, ética y jurídicamente, es como mínimo constitutivo de delito.

Es tan actual Arendt hoy, como en su momento, más aún si vemos día con día cómo los funcionarios tergiversan la ley y las instituciones para cumplir órdenes superiores de titiriteros que se esconden y se han escondido detrás de un disfraz de supuesta legalidad, pero que detentan el verdadero poder, vemos cómo personas comunes son capaces de llevar a cabo actos que violan los derechos de los demás, y después llegan a su casa, besan a sus hijos, a sus padres, y se acuestan satisfechos porque han cumplido con su deber, aunque ese deber se traduzca en destruir a toda una sociedad, más aún, se encomiendan a Dios.

La importancia del legado del texto denominado La Banalidad del Mal, no es que bajo una personalidad común y cualquiera pueda existir una persona capaz de los actos más deshonestos que marcaran la historia, tampoco que bajo la justificación de acatar órdenes superiores, sin entrar a analizar la amoralidad de las mismas, se cometan actos ignominiosos, la importancia del legado  es constatar que a pesar de los avances tecnológicos, industriales, y culturales que el mundo ha experimentado, el fondo no ha cambiado tanto, como podríamos esperar de cara a un desarrollo inexistente, porque no ha sido así.

En el mundo social existen varios tipos de muerte, la física, la civil, la política, la jurídica, y la peor: La moral, las primeras las han experimentado las víctimas, la moral los victimarios, en la actualidad nos encontramos viviendo una verdadera confrontación no solamente de ideas, que eso engrandece a las sociedades, la confrontación que vivimos es de principios, debido a la proliferación de escalas de antivalores, producto de la forma en que las personas justifican sus actos, con el argumento labios afuera de luchar por el equilibrio político, labios adentro, por intereses personales la mayoría de las veces innobles.

De 1936 a la época actual, poco ha cambiado la sociedad, no somos mejores que nuestros antepasados, lo que se traduce en una regresión social que nos hace transitar en círculos viciosos por los que circulan constantemente de un pensamiento a otro, para retornar al anterior.

La banalidad del mal no es otra cosa que la constatación que el mal existe, y que se disfraza muchísimas veces de legalidad.

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