“Con sabiduría y lentitud. Tropiezan los que corren rápido”. Shakespeare
Nos encontramos en medio de un proceso electoral sui generis, más partidos políticos que nunca en nuestra historia, derivado de lo anterior un sinnúmero de candidatos a presidentes, diputados, alcaldes, en fin, me parece, y solo me parece que hay más elegibles que electores, (Soberana exageración) Encontrándonos como estamos, en lo que ha dado en llamarse era posdigital, no porque haya dejado de tener importancia lo digital, es porque ya es parte de nuestras vidas, este fenómeno impacta también en un acontecimiento que se lleva a cabo cada cuatro años, tanto en lo positivo como en lo negativo.
Estando así las cosas, hace tres campañas electorales aún, se recurría con más frecuencia a la comunicación tradicional, se organizaban entrevistas y se evidenciaban rivalidades, algunas veces inexistentes, que hoy ya iniciaron, vía redes sociales, la campaña legalmente, aún no ha principiado, nos encontramos en lo que podemos llamar precampaña, en este lapso de tiempo no se está fiscalizando a ojos de la población, la información que se mueve por las redes sociales, vía comunicación o información, todo esto ha dado un giro al espectáculo político haciéndolo variopinto chusco e informal por demás.
En este contexto, es bastante difícil encontrarnos con pronunciamientos con cierto grado de profundidad, ni se ve por donde, en cualquier momento se observa a un candidato a presidente comiendo en x lugar popular, como a una señorita luciéndose cual modelo de Victoria Secret, frente a las cámaras, que se esconden tras un teléfono celular, en cualquier momento, aparece un folclórico personaje, anunciando que se presentará como candidato a alcalde.
Viendo el desorden, con el que arranca esta precampaña, alguien me preguntó si era posible limitar ese enjambre de candidatos, y le dije que no, que es un derecho universal el elegir y ser electos, y me repreguntó, ¿También es un derecho universal no elegir? Porque ni he votado, menos hoy pienso votar, curiosa le inquirí ¿Qué piensa hacer el día de las elecciones? Quedarme en mi casa, viendo Netflix me respondió, en lo personal siempre he votado, en toda clase de elecciones a la que soy convocada, es mi opinión que se trata de un ejercicio democrático, amante como soy de la democracia, sé que mi voto no es relevante y que no va a cambiar el mundo, pero un poco sí que pesará.
En ese orden de ideas, y en el mayor respeto al libre albedrío de todos los seres humanos, no se le puede obligar a alguien a presentarse a votar, pero no deja de parecerme una cierta desilusión hacia lo que muchos llamamos democracia, me pregunto ¿Quién es el responsable? Definitivamente el sistema que otros han implantado, y los demás por omisión hemos aceptado.
Las elites mueven los hilos, desde los más delgados hasta los más toscos, para que, cual gatopardo, todo cambie para que nada cambie, veamos en algo relevante pero sencillo ¿Quiénes son los entrevistadores y comentaristas hoy? Los TikTokers, y no es que sea malo ser TikToker, veo el problema en el mensaje corto y de rápida desaparición, las redes en si, surgen y desaparecen con tanta facilidad que después que, se recibe una información si no se guarda se perdió, con esa facilidad se olvida la promesa hecha, porque todo es rápidamente cambiante y sustituible.
La comunicación rápida y corta es buena para la publicidad de un producto, y aunque los políticos se mercadeen, es mi parecer que se necesita más profundidad, porque, así como se olvida el mensaje se olvida el logo de un partido y porque no decirlo, al candidato también.
Veremos como consecuencia de lo anterior, un día después de las elecciones, quienes no pasen a segunda vuelta serán muñecos rotos, que, dependiendo del número de votos alcanzados, tendrán o no derecho al financiamiento estatal, si a candidatos presidenciables nos referimos, porque en cuanto a diputados, es difícil que se guarden en el recuerdo.
La era en la que vivimos bien podría llamarse de no me acuerdo, y no porque tengamos mala memoria, es porque todo cambia tan rápido, que no nos da tiempo a acostumbrarnos a una figura, cuando ya otra la sustituyó.
No cabe duda estamos en la era del cortoplacismo, de la palabra ligera y como consecuencia de lo anterior; el olvido.