Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“La literatura es siempre una expedición a la verdad”. Franz Kafka.
Nos ha tocado involucionar en algunos aspectos, en especial con la nueva forma de transmitir el pensamiento, rápido y sin consistencia, así se diluye y termina sin dejar constancia alguna, porque no la tiene, históricamente los pensadores, dejaron huella hasta la actualidad, ¿Qué huella dejamos hoy? Muy poca, y no se trata solamente del pensamiento como una forma de expresión, también de las artes en sí, situación que nos regresa al oscurantismo, porque al convivir tantos todólogos sin el mínimo conocimiento muchas veces, creamos basura mental.
Hemos llegado a una etapa en la que, la comunicación desde presidentes hasta las personas que habitan una casa se comunican por medio de mensajes, en cualquier red social, Trump inició a realizar ruedas de prensa por medio de Twitter, forma de comunicarse que se ha vuelto popular no solamente en la declaración oficial, también la social, a diferencia de hace treinta o cuarenta años la informalidad ha superado a la formalidad, y lo pasajero a lo duradero.
La problemática que trae intrínseca esta nueva forma de vida es la falta de incidencia a largo plazo de todo lo que sucede, así como las tabletas y las laptops han desplazado a las libretas y los cuadernos, así la comunicación que anteriormente se archivaba físicamente, hoy se guarda en la nube, y ¿Qué le pasó a la mente? Cada vez se encuentra más ocupada en lo transitorio y cortoplacista, mientras el fondo se encuentra sin contenido.
Desde siempre fui una lectora empedernida, al ser la mayor de una numerosa familia, incidí en la vida de mis hermanos y hermanas, debido a eso todos se convirtieron en lectores además de cinéfilos, tuve dos hijas, y también influí en ellas, son lectoras y cinéfilas también, nuestra vida por lo tanto se enriqueció en la lectura primero y después el cine, y el fondo perfecto fue la música, como gran familia fuimos formándonos en el amor al arte, nunca mejor dicho.
Hace años viví un incidente traumático, a partir del mismo dejé de leer, veía los libros, los abría, pero no entendía el significado de sus letras, lo mismo me sucedió con el llamado séptimo arte, mi percepción fue estar muerta en vida, porque los libros que tanto amé eran ajenos a mí, no entendía nada, si acaso pude leer media página, pero mi amor por la docencia pudo más, y con el tiempo, solo con el paso del tiempo, logré volver a tratar de leer libros eminentemente académicos, no literarios, con muchísimo esfuerzo y solamente después de algunos años pude concentrar un poco mi mente en la lectura académica, pero hasta ahí quedé, y reconozco que tampoco pude terminar un libro, los leí por pausas, demasiadas pienso, pero mi mente no me ayudó mucho en esos momentos.
La docencia y la academia, la primera más que la segunda fueron un acicate para que retomara una de mis pasiones, nunca igual naturalmente, porque las cicatrices quedan como un recuerdo que no nos permite olvidar las heridas sufridas, la tierra continúa girando y no nos podemos detener infinitamente, nos podemos detener un tiempo más corto o largo, pero un día decidimos continuar, aparcar el carro no puede ser definitivo.
Me encontraba en deuda conmigo misma, hasta que mi hermano Willy, me hizo el más maravilloso regalo que se le puede hacer a una persona que ama la lectura, pero que no puede leer, un libro de Arturo Pérez Reverte, un genio contemporáneo de la literatura, que no será un Cervantes, pero tiene una pluma rica y virtuosa, que lleva al espectador a lugares que probablemente no conocerá físicamente, pero tampoco lo necesitará después de leer las novelas de Pérez Reverte.
En ese orden de ideas, pido disculpas por incluir un asunto personal, en un tema importante como lo es la involución de nuestra sociedad, en relación con la comunicación, que va muy de la mano con la forma de trasladar el pensamiento escrito, regreso al inicio porque mi propia experiencia me confirmó que, necesitamos menos pensamiento ligero, y más pensamiento profundo, regresar al principio de los tiempos en los que leíamos para llenar una necesidad intelectual, no para saber que ropa se puso x o y persona.
Veo las noticias plagadas de delitos y asesinatos, no necesito preguntarme en que hemos fallado, lo tengo y creo que muchos demasiado claro, un pueblo que no tiene salud y educación no lee, no se prepara y se conforma con lo poco que se le pueda dar, un pueblo que no lee es fácil presa de los peores pensamientos que atacan al ser humano, la deuda del Estado en general con la población cada vez es más elevada.
Los que sacan rédito de la falta de educación formal de un pueblo, son tan criminales como el que más.