Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
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“Los impuestos son un castigo para quienes producen, y una recompensa para quienes no generan nada.” Robert Toru

En relación con el pago de los impuestos, somos históricamente reticentes por muchos factores, uno de ellos, es la percepción generalizada de la mala utilización de los ingresos públicos por medio del gasto, y como no va a ser así, si todos los fenómenos naturales acá se convierten en tragedia, pareciera que nuestra obra pública es de papel, ¿Lo es? De materiales de calidad no, definitivamente.

Hoy entre todo lo que preocupa al ciudadano común, que es bastante, entre noticias cada vez más alarmantes, es necesario analizar un tema que afecta a todos los ciudadanos por igual, porque impuestos pagamos todos, ya sea directa o indirectamente, soportamos todo tipo de cargas fiscales, que pueden ser tanto materiales como formales, lo que se traduce en pago de impuestos y presentación de declaraciones, hoy virtualmente, sin posibilidad de hacerlo físicamente, lo que pareciera ser un beneficio para el contribuyentes, se convierte en un calvario por muchas razones.

En teoría, contamos con las veinticuatro horas del día para presentar y pagar declaraciones, pero oh sorpresa, el sistema falla constantemente, y muchas veces, a mitad de llenar el formulario, el sistema no funciona, y literalmente saca a los contribuyentes de este, perdiendo toda la información que se ha consignado, vuelve el contribuyente a intentarlo, así puede pasar varias horas del día, ¿Constituye un gasto? Sí, porque el tiempo que pierde el contribuyente o quien haga sus veces no queda registrado en ningún lugar, más que en las manecillas del reloj.

El contribuyente afronta otros problemas, por ejemplo, que discrecionalmente la SAT le imponga nuevas obligaciones, sin explicación alguna, arbitrariamente en algunas ocasiones, por ejemplo requerir el Nit de los proveedores, que no constituiría problema alguno, de no ser porque, aparece información privilegiada del contribuyente, se hace visible su situación fiscal, como el hecho de si se encuentra omiso o no, esta información no debería ser publica, sin embargo se hace pública desde el momento que cualquier contribuyente que ingrese el dato de otro, sabe si se encuentra en esta situación.

El suplicio más grande lo viven los contribuyentes, cuando quieren presentar una declaración y el sistema no permite avanzar, lo peor, cuando no permite llenar una casilla, solamente una casilla, problema muy común, el contribuyente se pregunta ¿A quién acudo? Presencialmente a nadie, se puede acercar a la agencia de la SAT más cercana, ¿Qué le responden? En esta agencia no contamos con ese servicio, vaya a tal lugar, se presenta al lugar y ¿Qué le responden? consúltelo en línea, pero necesito hablar con alguien responde el contribuyente, lo siento le responde un agente, porque hasta acá no tiene comunicación más que con el agente de la puerta, ingrese a su agencia virtual.

Batallando con el sistema, el contribuyente se encuentra en total estado de indefensión, porque las sanciones por presentación extemporánea de las declaraciones las calcula el sistema inmisericordemente, ¿Qué hace? Pierde su derecho tributario, que puede ser un crédito o deducciones fiscales, porque con un segundo más tarde del último día de la presentación de la declaración y del pago del impuesto, el sistema muy eficiente le aplica todo el peso de la ley, y lo sanciona.

Lo mismo sucede con las facturas electrónicas, el contribuyente tiene que adherirse al sistema si o si, tiene que contratar una certificadora que le cobrará por certificación de cada factura ¿Y si la factura emitida es de Q1.00? No importa o paga o no vende, ¿Y si no emite factura? Le cierran el negocio o tiene que pagar Q10,000.00, pero si sus ingresos son de Q5,000.00 mensuales, el contribuyente decide, cierra o paga, la SAT solo cumple con la ley, se de muchos contribuyentes que prefieren no vender para no emitir factura porque el costo es muy elevado ¿Quién pierde? Todos.

Otra problemática la encontramos en el mismo sistema, la mayor parte de nuestro comercio es pequeño, acá no hay grandes industrias ni comercios, dentro de ese contexto, el contribuyente no encuentra espacio dentro del sistema, debido a la estructura cerrada e incomprensible, veamos son tantos los requisitos formales envueltos en tecnología, que se hace muy difícil cumplir, por ejemplo el contribuyente no cuenta con agencia virtual, entonces para la SAT no existe, pero tiene necesidad de regularizarse, le obligan a abrir su agencia virtual, ¿Cómo lo hace? Tiene que grabar un video por medio del cual se presenta ante la Superintendencia con su identificación al frente, con un único mensaje, sus nombres y apellidos, además de escanear su documento de identificación, el contribuyente se pregunta ¿Me puedo acercar a la SAT para que me ayuden? Le responden no señor, llegue a una computadora o su teléfono y hágalo, pero yo tengo un frijolito -Busque ayuda-Es la respuesta.

Nuestro sistema nunca ha sido amable, el país se está cayendo en pedazos, las carreteras se están socavando, y la SAT está crucificando a los contribuyentes, a dos púas no hay toro valiente.

Cuando el sistema es injusto, el ciudadano exige cambios.

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