Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son.”

Abraham Lincoln

En este mundo convulsionado, y que cambia cada vez más vertiginosamente, es tal la inestabilidad que, en nuestro tercer mundo nos creemos que es propia de este subdesarrollo, pero no es del todo cierto, y la ley como expresión máxima de una democracia, no es aplicada a todos por igual.

Llama la atención, el caso del tenista Djokovic, por las implicaciones que el mismo trae en un mundo desarrollado, en el que, se asumió prevalecería por sobre todo el Estado de Derecho en su máxima expresión, y en el que, la antinomia se debía resolver predominando el interés general sobre el particular, tomando como base, que la decisión del tenista de no vacunarse es una decisión particular, y la salud de la sociedad australiana, en la que se encuentra todo el conglomerado social prevalecería por ser general, y no fue así, más allá de debates filosóficos, en los que surge cualquier cantidad de argumentos de elevada discusión, ajustándonos a la letra de la norma, que establece en un sistema tan riguroso como el que nos ocupa, el cumplimiento fiel de la misma en aras de la protección de la salud como un bien máximo.

Mientras en nuestro país, habiéndose decretado un Estado de Sitio, que no es poca cosa en Nahualá, e instituyendo la ley de Orden Público en su artículo 18 que: “Todas las autoridades y entidades estatales, de cualquier naturaleza que sean, están obligadas a prestar a la autoridad militar el auxilio y cooperación que les sean requeridos …” Surgen las interrogantes: ¿En dónde estaba el ejército, institución que debió hacerse acompañar de la policía nacional civil, cuando los agentes llegaron en solitario? ¿Quién giró las órdenes, que pusieron en peligro la vida de los mismos agentes al igual que la población, en un tema tan álgido? La conferencia del Comandante General de Ejército del domingo recién pasado, solamente demostró la falta de cumplimiento a la Constitución y a la ley ordinaria, por parte de él y sus ministros, en un sinsentido más en nuestro macondiano país.

Sin importar el lugar, parece que la ley se hace para que, dependiendo de quién seas dentro de una sociedad, cae el peso de la misma, en el caso por ejemplo, del tenista Djokovic, no solamente ha confesado que no se ha vacunado, ha transgredido la normativa interna de Australia que no permite que ingresen personas no vacunadas a ese país, ha utilizado su popularidad como deportista y su privilegiado primer lugar del mundo, para que la justicia, que no el gobierno australiano hubiera hecho una excepción en su caso, con el entendido que tendría que cumplir ciertos requisitos, que no cumplió, manifestando en redes sociales que había recibido aprobación para jugar en el Abierto de Australia, algo que no es cierto, ya que desde su ingreso fue evaluado, rechazado y su visa cancelada.

Mientras acá, el actual inquilino de la Casa Presidencial manifestó que el PDH, no había cumplido con su deber, demostrado el Magistrado de Conciencia que no solamente si lo hizo, más aún, la presencia del personal de la institución ha sido constante no solamente para verificar el cumplimiento de los DD. HH., también en cumplimiento de otras de sus atribuciones, personal de la institución no ha dejado de estar presente en el área en conflicto.

El Presidente, no solamente no ha cumplido con su mandato constitucional, además ha mentido a la población culpando al Magistrado de Conciencia, que como el nombre lo indica es la conciencia del Estado, de incumplimiento de funciones, cuando el que debió actuar como Comandante General del Ejercito fue él, y haber ordenado a la institución castrense proteger a la población y a la policía.

Como abogada, más que como ciudadana, veo, que tanto en un país del primer mundo, como en uno del tercero como el nuestro, la ley no es otra cosa que un papel sobre el que cualquiera sin importar la relevancia del caso, la pisotea un día sí y otro también.

No cabe duda de que, el Estado de Derecho, se ciñe cual plasticina a los intereses particulares sobre los generales, las personas mienten públicamente y a lo interno para justificar su hacer o su dejar de hacer, lo importante es precisamente burlarse de la ley, sin interesar el daño que se haga a la sociedad.

Nada es absoluto, todo es relativo, el derecho de una persona termina exactamente en el que principia el del otro.

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