Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia.”

Nelson Mandela

No se llamaba Manuela, pero pudo haberse llamado así, o Carmen o Rosario, o cualquier nombre, lo cierto es que todas tienen un denominador común: El subdesarrollo que las arrastra por la vida, sin que ellas puedan tan siquiera explicar lo inexplicable: La pobreza, ese es el delito que cometió Manuela, aún desde antes de nacer, este “delito”  es compartido con tantas otras mujeres,  que nacen y mueren en países tercermundistas y machistas, cuyos jueces cometen el delito de ser demasiado rigoristas, se ciñen a la ley, no a los hechos.

Derivado de una más que injusta condena, La IDH sentenció al Estado del Salvador por tres actos institucionales condenables: 1) La detención de Manuela estuvo plagada de violaciones a la garantía del derecho de defensa y debido proceso, consta en el expediente la supuesta denuncia de su propio padre, calzada con una huella digital, porque él no sabe leer ni escribir, por lo tanto, nunca estuvo consciente de lo que firmó, si lo firmó.

2) La condena, con la que terminó el proceso no fue justa, porque se evidencia que todas las pruebas presentadas eran condenatorias de Manuela, no existe una sola que haya aportado su abogado defensor, el que se encuentra invisible en el expediente, tanto que 30 minutos antes de su audiencia, como  defensor público, solicitó ser sustituido y después de su condena no  presentó recurso alguno, los actores del proceso son la enfermera, la psicóloga y los policías que la detuvieron, nadie más comparece.

3) Cuando Manuela fue detenida, el cáncer que padecería iniciaba, al Estado no le interesó, cuando ya se encontraba presa, el Estado no le brindó un tratamiento regular al cáncer que se estaba desarrollando, cuando fue condenada estaba en aumento, a nadie le interesó la salud de Manuela, por lo que no fue llevada a citas de control, tampoco recibió quimioterapia, estas circunstancias aceleraron su muerte en la cárcel.

Lo importante, que cabe destacar de este caso, como de muchos otros, es la situación socioeconómica de las personas que derivado de su inmensa pobreza no saben leer ni escribir, por lo que en países del tercer mundo como lo es el Salvador y el nuestro,  personas como Manuela son tratados como individuos del inframundo, que es en el que realmente viven, de ahí la criminalización de su misma pobreza, al realizar o juicios sumarios, o sin derecho de defensa a la par de un excesivo rigorismo por parte de los jueces, cumulo de situaciones que dan como resultado que mueran condenados por delitos que desconocen que lo son.

El resultado de mantener a la población en condiciones precarias en todos los sentidos son condenas para los Estados, pero, derivado de esas sanciones ¿Va a cambiar en algo la vida de las muchas Manuelas de nuestros países? No, no va a cambiar en nada, porque los estados están estructurados para que durante muchos años se sigan multiplicando los analfabetos, la ignorancia viene siendo un buen activo para la oligarquía de los diferentes países identificados como del tercer mundo.

El alto tribunal internacional manifestó que el Estado salvadoreño es considerado responsable de violación de los derechos de la mujer, de la libertad personal, de la presunción de inocencia, el juzgamiento imparcial y ante todo la vida, pero no se pronunció sobre la mayor responsabilidad de cualquier Estado,  que es la génesis del problema que se mantendrá por generaciones:  la pobreza estructural y la pobreza extrema en la que viven millones de seres humanos que no conocerán lo que significa la resolución del alto tribunal.

Leí el resumen del caso y la sentencia en la que se condenó a Manuela,  a mi criterio no se ajusta a los hechos reales porque se aceptó que no tuviera defensa real, el juez no consideró los hechos, solo el expediente, pero lo más importante, la sentencia no se pronuncia sobre las causas, que seguirán in aeternum, mientras continúe este sistema perverso,  especialmente establecido para que el poder no pase de las manos de la oligarquía, porque si alguna vez llega a manos del pueblo, las Manuelas del mundo tenderán a desaparecer.

La pobreza para quien la vive es una carga demasiado pesada, tanto que nos hace arrastrarnos por la vida.

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