El pasado martes 7 de mayo en el Salón José Cecilio del Valle del Centenario Club Guatemala, ubicado en el Centro Histórico de la ciudad capital, la Asociación de Mujeres Periodistas y Escritoras de Guatemala AMPEG, realizó exitosamente la tercera actividad dentro de su programa 2024: “Travesía de pluma y pincel”, otorgando un sentido y cariñoso homenaje al legado literario de mis señores padres los insignes escritores León Aguilera y María del Mar, que consistió en la presentación y entrega de sus libros: Memorias de un bardo y Apenas mi deseo respectivamente, ediciones conmemorativas publicadas por la Tipografía Nacional de Guatemala.
El evento inició con las palabras del reconocido escritor Adolfo Méndez Vides, presidente del Consejo Cultural de la Municipalidad de Guatemala y representante del Alcalde, Señor Ricardo Quiñónez; dentro de su saludo manifestó sobre el filósofo y periodista ilustre León Aguilera, lo siguiente: “Vino a Guatemala en 1924, donde fijó su residencia en Quetzaltenango, trabajando en El Heraldo y se movió más tarde a El Imparcial, en la Ciudad de Guatemala, en cuya redacción se mantuvo hasta la clausura del medio en 1985.
León Aguilera fue columnista de El Imparcial durante su vida plena, allí quedaron impresas sus Urnas del Tiempo, siempre tan preocupado por el paso del tiempo, porque como decía en sus versos: Amamos las nubes, porque reflejan nuestra inquietud, o en otro momento: Como pasa y no vuelve el tiempo.
León Aguilera hizo de la Ciudad de Guatemala su ciudad, y ya no se fue más. Aquí se quedó para siempre con nosotros, y la ciudad se enorgullece porque fue un vecino que enriqueció la vida intelectual y sensible de su tiempo.
Aquí conoció a la también poeta, María del Rosario Radford, mejor conocida como María del Mar, a quien siempre preocupó en sus escritos la sumisión de la noche y el olvido. Ellos formaron una pareja entrañable, y su hija Grecia Aguilera, entre muchos, mantiene viva su memoria.
Para la Ciudad de Guatemala es un honor felicitar a la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras por organizar la presentación de rescate de dos obras de autores insignes de esta ciudad, y para el Alcalde Ricardo Quiñónez motivo de gran satisfacción, por lo que me ha pedido que en su nombre salude y felicite a la asociación por organizar un evento tan significativo en el Centro de nuestra ciudad, que es donde empezó todo”.
Luego la vicepresidenta de AMMPE y presidenta del capítulo Guatemala AMPEG, doctora Ana María Sánchez-Latour de Eskenasy, de manera concisa, se refirió a las actividades que se han llevado a cabo por parte de la entidad.
El encomio de María del Mar estuvo a cargo de la Académica Carmen Matute, Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, quien dentro de su sobresaliente trabajo académico expresó: “En Apenas mi deseo, sugestivo título de este libro póstumo que reúne diversos temas en doce cantos, encuentro ese ‘caracol donde resuena la música del mundo’, y el poder, el ejercicio espiritual, la visión, la confesión…
Descubro un vasto panorama sobre el mundo en que vivió María del Mar traducido a poesía, a canto, a música en el que aparecen las reflexiones sobre sí misma, y el cúmulo de su propia experiencia vital con sus amores, alegrías, tristezas y desolación…
Los bien logrados doce cantos de Apenas mi deseo conforman una larga e íntima confesión. Pero también encontramos temas como la guerra, la injusticia, la esperanza por un mundo mejor y el anhelo por la unidad humana. María del Mar es testigo de su tiempo, de su sociedad, tal como lo pregonaba Louis Aragon: La poesía es el espejo borroso de nuestra sociedad. Y cada poeta sopla sobre este espejo empañándolo con su aliento de diferentes maneras”.
El libro de León Aguilera está prologado por la Académica Delia Quiñónez, Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias, titulado: “Carta abierta a don León Aguilera”, manifiesta en los primeros párrafos: “Tarea grata, por cierto, esta manera de recrear sus pasos, de adentrarnos con admiración y afecto a su palabra, en los hechos importantes de su vida, en la savia que nutrió la espiritualidad de toda esa caminata suya dedicada al periodismo y a la literatura.
No puedo referirme a usted, sin recordar los momentos de mi adolescencia, cuando trataba de acercarme tímida y confusa, igual que hoy, a algunos de los más significativos escritores de El Imparcial, ese reducto de intelectuales del que usted formaba parte.
De ahí mi primer recuerdo de su bondad, de su trato sencillo y caballeroso. De su semblante afablemente serio; adusto pero cordial. Era la época en que usted, periodista de tiempo completo, armaba los titulares de El Imparcial, con la creatividad de un arquitecto sensible y la exactitud de un ingeniero exigente…
Gracias, don León Aguilera, por este reencuentro; por despertar nuestros sentidos con la certeza de que la vida es don preciado y que nuestros amaneceres son, en esencia, preámbulo cotidiano de la certeza de existir; de ser y estar en la vida inmersos en mares tranquilos o procelosos; pero mares en fin, donde los breves minutos de nuestra vida caben en una eternidad”.
El evento culminó con la entrega de los libros a mis hermanos y a mi persona, conjuntamente con mis palabras de agradecimiento, que finalizaron con el siguiente párrafo: “Dar las gracias es más que decir una palabra, es manifestar el sentimiento más hermoso que podemos exteriorizar, quizá esta palabra sea pequeña, compuesta tan solo de siete letras, pero la pasión, el afecto y nuestra sinceridad al decirla, da paz y emoción a nuestra alma y nuestro espíritu”.