Mi señor padre el insigne literato don León Aguilera (1901-1997) dentro de sus Urnas del Tiempo, escribió una muy especial titulada: “Del amor total a la Patria”, que comienza con los primeros versos del famoso poema que escribiera originalmente en latín, el sacerdote jesuita Rafael Landívar (1731-1793) cuando se encontraba en el exilio; fueron estos versos esculpidos por el poeta con la tristeza de vivir lejos de su patria, la inspiración para las ilustrativas reflexiones del maestro don León Aguilera:
“‘¡Salve cara parens, dulcis Guatemala salve, delitium vitae, fons et origo meo!’, cantó dolorida y profundamente Landívar en su destierro en Bolonia.
¿Es necesario estar lejos de la Patria para saber cuánto se la ama? Para exclamar: ‘¡Salve amada Patria, dulce Guatemala salve, delicia de mi vida, fuente y origen mío!’, ninguna elegía más sublime de quien sintió las ausencias obligadas de su preciado lar.
Porque en primer término la Patria genera el intenso amor al lar, donde no sólo se nació sino se arraigaron ideales conjuntos de ciudadano, y nació en un deber mutuo de ir siempre más adelante en un esplendor de supervivencia; cada quien debe estar orgulloso de su Patria a menos de ser un miserable apátrida, cada habitante es un nacional.
Y la Nación es el todo geográfico, histórico, con sus gestas por su libertad y su heroísmo de ser independiente, la responsabilidad hacia la Patria toca a todos sus moradores, y el amor total a la Patria se demuestra en nuestros actos por mejorarla, por progresar unánimemente con ella, por sentir el orgulloso amparo de su bandera, la defensa de un escudo y las vibraciones de su himno en nuestros corazones.
Si la Patria nos protege requiere nuestra cuidadosa protección a su naturaleza, a su entorno, a la confraternidad infinita de la connacionalidad, saber que hay ancestros de gloria como fueron los Mayas y epónimos como quienes nos liberaron de toda coyunda colonial.
Ser gratos al compás de llegar ahora desde donde venimos, y enfrentar un futuro de lucha; por siempre ser dignos entre las naciones libres del planeta, es tiempo de hacer un concienzudo examen de cómo actuamos en el amor de hacer Patria, pues ella es un total hábitat, si respetamos su ecología, si no destrozamos los bosques desmesuradamente, si no contaminamos sus ríos, sus lagos; si respetamos su fauna y flora, si no contaminamos el ambiente, es que amamos a la Patria.
La Patria es el deber conjunto de velar por ella, de gobernantes y ciudadanos, somos millones de humanos, más vivimos de esta naturaleza feraz, que requiere de la oración y del himno, más también de la manera de comportarse cívicamente; contra la Patria se conjura cualquier malevolencia de destrucción y de degradarla.
La violencia, la criminalidad, la corrupción, la negligencia son antipatrióticas; la Patria Guatemala requiere de la armonía de su gente imbuida de un intenso amor a su tierra que le vio nacer, y en que se desarrollan sus empeños y sus ideales, porque también la Patria está allí donde se siente y se sueña.
Un aniversario más de la Patria, libre al viento su heroica bandera como reza en su épico himno; están bien las manifestaciones cívicas y las rememoraciones veneradas de quienes forjaron la Patria y le han impreso sus indiscutibles características de país democrático.
Más hay que preguntarse a sí mismo cuál es ese aporte propio, amoroso a la Patria, para su bienestar y su devenir; la Patria es cada quien consciente de ser un patriota, uno que preserva en lo profundo de su ser las pesadumbres o glorias de su Patria como algo propio, y a las cuales acude ya con el ánimo de cooperación, para ayudarla o ya como partícipe en los éxitos de abrirse paso aún entre las mayores dificultades, porque la Patria inmortalmente ha de seguir avante a su futuro.”
En este mes de septiembre se cumplieron 202 años de la Independencia de nuestro hermoso país Guatemala.