“Si no tenemos piel blanca nos persiguen, niegan nuestro derecho de existir, entonces, sino nos quieren aquí y no nos quieren allá, a dónde iremos, esto en la actualidad constituye formas de racismo”.
Fragmento Declaración Política del Segundo Tribunal de Conciencia contra el Racismo.
Convocado y organizado por organizaciones de los Pueblos Mayas, Xinkas y Garífunas, se celebró en ciudad Guatemala el Segundo Tribunal de Conciencia contra el Racismo. El primer Tribunal de ese tipo se realizó hace 23 años, en 2002. En Guatemala, históricamente, a partir de la invasión española venida de ultramar hace más de cinco siglos, el racismo contra los pueblos indígenas se instaló y acentuó.
¿Qué significa racismo? Para entender mejor este vocablo, me remito al Diccionario de la Lengua Española (DLE), que textualmente dice y cito: “Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros. Doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior”.
La declaración política del Segundo Tribunal de Conciencia, plantea que en Guatemala el racismo se estructuró desde la perspectiva del colonialismo patriarcal y del capitalismo, sobre la base de la corrupción e impunidad que a lo largo del tiempo permanecen y hacen que el país, sea dependiente de los modelos de desarrollo de los países del norte global.
El Segundo Tribunal de Conciencia interpela a la sociedad guatemalteca, sobre la persistencia del racismo en sus múltiples expresiones por afectar la vida de los pueblos originarios. Cuestiona el genocidio, etnocidio y ecocidio ejecutados por el Estado guatemalteco y las élites económicas nacionales, así como, el incumplimiento de responsabilidades y obligaciones que contrae el país por ser parte de la normativa nacional e internacional en materia de derechos humanos individuales y colectivos.
La aludida declaración política reconoce a la Madre Tierra, el agua, el aire, el fuego, los bosques y otros seres que se interrelacionan y complementan, además, advierten que cuando son robadas y explotadas por las industrias extractivas, destruyen la red de la vida.
Reafirman que después de escuchar testimonios, recibir informes y realizar peritajes, el racismo atraviesa la vida individual y colectiva de los diferentes pueblos originarios. Reclaman que la espiritualidad, se ha estigmatizado y tergiversado para provocar actos violentos contra quienes la practican. A la vez, denuncian que otra forma de racismo se produce cuando algunas empresas privadas con anuencia de instituciones públicas contaminan la Madre Tierra, el agua y el aire al usar agro tóxicos que generan contaminación, mortandad de peces, proliferación de plaga de moscas y malos olores que se traduce en desaparición de semillas y cultivos nativos.
Afirman que el racismo es una práctica común en el ámbito laboral, espacio que se convierte en lugares racistas, hostiles y violentos. Hay desprecio e irrespeto por las prácticas culturales, la cosmovisión, autoidentificación y autodefinición que atraviesa cuerpos, mentalidades y sexualidades.
Por definición, reafirman que en Guatemala hubo genocidio como máxima expresión del racismo, exigen que se restablezca y haya seguimiento al programa de resarcimiento de las víctimas de genocidio y se ejecuten medidas de reparación a delitos de alto impacto contra mujeres y pueblos originarios, como los casos de la comunidad de Agua Caliente, Lote 9 de El Estor, Izabal y el de las mujeres Achí, por abusos y violaciones sexuales.







