Factor Méndez
¿Para qué sirvieron los Acuerdos de Paz? El 29 de diciembre se cumplió el XXVI aniversario de la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera (1996-2022), que finalizó el Conflicto Armado Interno (CAI) que durante 36 años (1960-1996) polarizó a la sociedad guatemalteca y dejó un costo social muy alto de miles de víctimas.
Al hacer un balance sociopolítico del cumplimiento de compromisos contenidos en los Acuerdos de Paz (AP) después de 26 años de vigencia, se concluye que cada vez hay mayor desinterés de gobernantes y gobernados, por consiguiente, se ensancha el incumplimiento de los mismos.
La condición socio económica de la mayoría de la población, la postergada reforma fiscal, la nula reforma educativa, el tema de la cuestión agraria, el fortalecimiento del Estado de Derecho, la calidad de la democracia, los derechos de ciudadanía, la memoria histórica, respeto a los Derechos Humanos (DD.HH.), seguridad y justicia quedaron en el olvido.
Las élites saqueadoras, la clase política corrupta, sus testaferros y lacayos, son los actores políticos que obstaculizan, interfieren e impiden el avance y cumplimiento de compromisos de los AP.
Al hacer un recuento de la situación social y económica de la población, resalta que más de 3 millones de guatemaltecos de todas las edades y ambos sexos padecen hambre, más del 50% de niños menores de 5 años sufre desnutrición crónica infantil, el 47.7% de la población indígena del país es analfabeta, la tasa de mortalidad infantil es de 30 por cada 100 mil nacidos vivos y la materna es de 134 mujeres por cada 100 mil nacidos vivos.
El 2% de la población concentra el 80% de las mejores tierras cultivables. Continúan los desalojos violentos y la criminalización de la lucha por la defensa del territorio, la vida y los recursos naturales. Sólo el 40% de la población económicamente activa tiene empleo formal mientras el 60% está subempleada, el salario mínimo es menor al costo de la Canasta Básica de Alimentos y de la Ampliada.
Es innegable que, hasta el momento actual y faltando pocas horas para que termine otro ciclo de tiempo anual, es notorio el incumplimiento y estancamiento de los Acuerdos de Paz, que como anoté antes, es resultado de la falta de voluntad política de los distintos gobernantes, de la resistencia de las élites oligarcas, de poderes paralelos, de la incapacidad y fragmentación del movimiento social, el desinterés del Estado y la indiferencia de la clase política.
A lo largo de estos 26 años, los distintos gobernantes, siguiendo la estrategia de los sectores conservadores, se dedicaron sistemáticamente a desmantelar toda la institucionalidad de la paz y en consecuencia a debilitar el cumplimiento de los compromisos adquiridos por el Estado.
En otras palabras, como país y como sociedad, ahora estamos más atrasados que hace veintiséis años. Así las cosas, los tales Acuerdos de Paz que debieran ser parte de una celebración de regocijo en todo el país y ser conocidos por las nuevas generaciones, son ahora puros recuerdos que algunos insistimos en recordar.