Factor Méndez Doninelli.
El título de este llamado de atención y los datos históricos, fueron tomados del libro del mismo nombre, publicado por Kajkoj Máximo Bá Tiul, et al, antropólogo y académico guatemalteco de origen Maya Poqomchi.
La ancestral laguna a la que me refiero, que ya los cronistas de la época colonial cuentan de su existencia, se ubica en territorio indígena Maya Poqomchi del municipio de San Cristóbal Verapaz, departamento de Alta Verapaz y hoy, está en decadencia por la abundante contaminación residual de químicos, de desechos sólidos y de aguas negras, provenientes principalmente de la actividad industrial de una fábrica de calzado, de tenerías y de beneficios de café que operan sin ningún control ni regulación legal por parte de las autoridades municipal o nacional, además por el drenaje de aguas negras del municipio que desembocan en la laguna.
Un estudio del ingeniero agrónomo César Castañeda (1995), denominado “Sistemas lacustres de Guatemala, recursos que mueren” citado por Bá Tiul, señala: “…el caso más patético lo representa la laguna Chi’choj, en San Cristóbal Verapaz, que se encuentra en fase de pantano y próximamente, de no tomar acciones significativas, se extinguirá como producto de una rápida eutroficación y contaminación provocada por las aguas negras del municipio y los desechos de la industria de calzado Cobán.” Este mismo estudio revela que, Guatemala posee una abundante “riqueza lacustre representada por siete lagos (con superficie mayor a 10 km2), 365 lagunas (de 0.1 a 10 km2) y 779 lagunetas (menos de 0.1 km2)”.
El agrónomo Silvel Elías explica que, esta riqueza lacustre se traduce en beneficio del ciclo hidrológico, la diversidad biológica y la provisión de medios de subsistencia económicos y alimenticios para la población. En el caso de la laguna de Chi’choj, los vínculos sociales, económicos y culturales de la población están vinculados a la pesca, el aprovechamiento del agua para diversos usos, la recreación y las ceremonias mayas en los lugares sagrados.
Para el ingeniero Elías, la situación actual “…es consecuencia de un largo proceso de construcción social del territorio, en donde la ocupación, apropiación, disputa y despojo, reflejan los intereses, poderes, alianzas y relaciones entre los diferentes sujetos sociales históricamente involucrados.”
En San Cristóbal Verapaz la actividad industrial a gran escala que inicia en 1914, es el origen de la contaminación ambiental de la laguna, cuando el ciudadano alemán Alfonso Herring, construye la fábrica del calzado Cobán y en 1924 instala una tenería de procesamiento de cuero, que después convierte en talabartería para producir artículos de cuero. Se estima que a partir de 1950 después que la familia Torrebiarte compra la fábrica de calzado, se incrementa la contaminación por el desecho de diversos químicos que terminan en la laguna.
Lo que sucede en Chi’choj no es nuevo, se repite en todas las fuentes lacustres del país, la contaminación de las aguas naturales es generada por la actividad industrial y agrícola, la perversidad de las élites depredadoras, la indolencia y abandono de las autoridades municipales y nacionales, la pasividad de operadores y administradores de justicia, las redes de corrupción e impunidad que, impiden la aplicación de las leyes para proteger intereses particulares y defender privilegios de oligarcas.
Para muchos, la descontaminación de las riquezas lacustres es un acaudalado negocio que, significa el pago de millones de quetzales del presupuesto nacional, entregado a presuntos “expertos” que como el caso del lago de Amatitlán, pretenden hacer creer que con una “agüita mágica” pueden limpiar y erradicar la contaminación que provoca la perversa acción de las agro industrias que, con la complicidad de autoridades municipales y nacionales depredan el sistema ecológico, contaminan las aguas, desvían los ríos, provocan graves daños ambientales y deterioran la calidad de vida de las poblaciones.