0:00
0:00

Es ineludible una digresión, para hablar con mis amigos marianos. Aquellos muchachos del Liceo Guatemala, que hace 58 años fuimos investidos de Bachilleres en Ciencias y Letras. Ya son casi seis décadas que salimos del Colegio, porque la vida es como las estaciones, estará otra nueva primavera, intensos y cálidos veranos, porque somos añejos, y copiosa lluvia de esos inviernos y tenemos muchos otoños. 

 Hoy con 58 ahora que casi tenemos 75 o 76 años de vida y somos viejos muy maduros y otros longevos, pero más sabios, pensantes y juiciosos; me trajo a la mente el repaso histórico de parte importante de nuestra vida, la época estudiantil, la evocación pícara y romántica como gitanos despreocupados, con la rebeldía cotidiana de esta nata de la adolescencia con lozanía y frescura inconforme, ese nihilismo, escepticismo con protesta a flor de piel, que experimentamos muchos de nuestra generación. 

Casi todos nuestros amigos tienen nietos y algunos bisnietos, como yo, que tengo una bisnieta, Emilia; y porque aunque te invadan achaques porque esos otoños ya pesan, te comparten lances nuevos, te llenan de hazañas frescas, ignorando pronto “dolamas” y nos tornamos en cibernéticos y te retan a nuevo duelo: la génesis de los nietos de su vida, contra los tuyos y sus ocasos.

Pero tenemos brote de nuestra sangre, prolongación de la estirpe, porque luego en escasos años; perennemente están los espacios del poder creador de Dios, porque tenemos los nietos, esos críos constantemente son el núcleo de origen llano, nos sentimos sus bullicios, sus alborotos y su jolgorio, su algarabía y afecto, esas voces dulces y tiernas con sus arrumacos y caricias de esos nietos. Porque los abuelos y las abuelas, nos regalan tiempo y existencia, estos abuelos tienen relatos, esas memorias de vida, para crear a esos retoños estas anécdotas de viejos abuelos con esos lances con miles de aventuras. Por estos vástagos, los amamos a montones con esa querencia humana que tan solo a los abuelos nuestro Dios nos ha dotado.

Platicamos con esta cofradía de la Promo 67, nuestros cuates, porque compartimos con estos amigos, porque fue algo muy placentero, recordar viejas vivencias jodarrias y mofa franca, de esos años juveniles vitales y energizantes que ya nos abandonaron y hace tiempo nos dejaron.

Porque en este pasado sábado 25 con mis queridos cordiales y compañeros del Liceo, que nos sentimos orgullosos por la enseñanza y sapiencia, nuestro añorado colegio, celebramos otro año de haber alzado otros vuelos. Nos chingamos mutuamente aflorando a nuestra mente el compañerismo abierto, esa grande hermandad que hicimos desde pequeños, recordando a los Hermanos Maristas, a todos nuestros Maestros viejos sabios profesores, que despertaron conciencias nos dieron a beber ciencia, nos pusieron en la puerta de esos sueños que anhelamos, de “desfacer los entuertos”, de vivir con la utopía, el sueño, la erudición, la morriña, la nostalgia y la fantasía vivida de realizar mil quimeras.

Porque hace rato, que somos muy experimentados, con tan solo cincuenta y ocho años distantes pasados, que salimos por el portalón de ese testimonial Colegio, hacemos repaso histórico y nos sentimos triunfantes, seguros y hasta arrogantes de la realidad vivida. 

Disfrutar con los muchachos esos ratos de nostalgia a todos nos enternece, y hace que crezca en nosotros mucha más camaradería, hacernos chistes, lisonjas y muchas chanzas, ya NO echarnos los alipuses, ni las chelas, ni los aguardientes con bocas de jocote verde, recordando a nuestros muertos y por ellos va ¡Otro Brindis!

Evocamos estas chingaderas, de algún rato donde “la Blanca”, las tardes en “La Rosita”, el “Callejón de Yurrita” y sus sonoros pijazos, las frecuentes invasiones con “doña Rome” y “La Pintoresca”, los campeones y los triunfos sobre el Javier, con nuestros bravos; y los golazos bien metidos en las redes del ”Don Bosco ”, nos unen muy fuertemente; y porque miren esto: la incursión por los exámenes cual juveniles rateros, saltando muros, paredes por la décima avenida poniendo en “riesgo la vida”; todas esas correrías, esas carcajadas de aquellos mañosos y marrulleros, pero nos conservan siempre bribones, pero respetados ganadores, aunque de patojos fuimos algo tremendos gandules con marbete de cabrones.

Y les comparto que ayer sábado, las patojas del Instituto Belga Guatemalteco, Colegio de la Sagrada Familia, fue su aniversario de 51 años de Magisterio Primaria, Magisterio Pre-Primaria, Secretaria Comercial, Secretaria Bilingüe, Perito Contador y Bachillerato, Ciencias y Letras, allí estuvieron esas amigas con mi mujer Diana. 

Y dejo mi columna de hoy, con aquellos muchachos del Liceo Guatemala, un homenaje a la Patria a estos 115 Bachilleres, y los 55 incondicionales camaradas del alma, que ya están en el Cielo. 

 

Flaminio Bonilla

Abogado, escritor, comentarista, analista de prensa, columnista en “Siglo XXI” de 1991 y luego en La Hora del año 1991 a la fecha con mi columna “sin esconder la mano”. En la política nacional fue miembro del Partido Democracia Cristiana Guatemalteca, su Vicepresidente del Consejo Político Nacional y Director Nacional de la “Organización Profesional Demócrata Cristiana”. Soy un hombre de izquierda y soy socialdemócrata. Fui Registrador General de la Propiedad del 1982 al 1986; Registrador Mercantil General de la República del 1986 al 1990 y luego 15 años Representante Judicial y Consultor Jurídico del Registro Mercantil. Ha sido profesor universitario en la Facultad de Derecho de la USAC y en la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar. Especialista en Derecho Mercantil Corporativo y Constitucional. Soy graduado en Guerra Política del Colegio Fu Hsing Kang de Taipéi, Taiwán.

post author
Artículo anteriorEjército investiga robo de armamento en Comando Aéreo del Norte, Petén
Artículo siguienteMilei tras victoria en las elecciones legislativas: «Hoy comienza la construcción de la Argentina grande»