Mi hijo Andrés Bonilla Salazar “el Pichi”, dijo este lunes 8, “tuvimos un gran pesar las familias Bonilla Cuéllar y Bonilla Salazar se despiden de nuestra pequeña peluda”. “Tú llegaste de sorpresa caminando en la calle cerca del consultorio, te abrí la puerta del carro y subiste, nadie te reclamó a pesar de que en AMA publicamos si eras de alguien, pero desde que subiste supe que era para siempre, nos encontramos y cumpliste tu propósito, gracias por estos casi 12 años que nos diste, te amamos”, porque fue abandonada pero la adoptó.
El 8 de septiembre, eran las 7 a.m. nuestra perrita de raza Shih Tzu fuimos a la Veterinaria Devet con la doctora Jimena de Aguirre y sus colegas veterinarias. Porque «la Munchies» estuvo en agonía esa madrugada, con una enfermedad de gravedad. Nuestra perrita estuvo casi 12 años con nosotros, la quisimos y la amamos. Ella murió a las 8:27 a.m., pero Dios nos dijo que ya era tiempo de ir al arcoíris.
Miren esta leyenda del Puente del Arcoíris. “El Puente del Arcoíris, es el puente que queda entre la Tierra y el Paraíso. Cuando un animal muere, pero ha sido muy amado en vida, entonces va al puente, lo cruza y encuentra valles, colinas, agua, comida y sol. Aquí los animales siempre están cómodos y abrigados, los que estuvieron enfermos encuentran salud y fortaleza. Se convierten nuevamente en esos animales que recordamos en nuestros sueños y son extremadamente felices, excepto por un detalle: extrañan a alguien especial. Mientras corren y juegan juntos algo pasa, una luz muy brillante se acerca al puente y todos los animales se ponen atentos, esperanzados e impacientes. Cuando alguno de ellos sale corriendo, los demás lo saben, ha llegado su persona especial. La ha visto y por fin están listos para reunirse, ambos se abrazan y juran nunca separarse de nuevo, todo es una lluvia de amor porque al fin estás con tus queridos amigos y nada se compara con mirar de nuevo los ojos de tu mascota. Juntos cruzan el puente del arcoíris”.
¿Cuándo un animal no fue amado en la Tierra?… “Los animales del otro lado saben la razón, a veces sucede. Si se observa fijamente no muestra señales de sentirse mal físicamente o estar herido, su dolor es emocional, ese animal no sabe lo que es sentirse amado y protegido. Ese animal no vuelve a la juventud, ni se le ve lleno de esperanza y alegría, se siente fuera de lugar mirando a todos los demás animales, sabe que mientras más rápido cruce el puente será feliz, pero no puede hacerlo. Ahí al ras del puente se juntan animales como él, que esperan una señal para poder cruzar, tristes y desalentados, animales que esperan cruzar el puente. ¿Por qué sucede? Simplemente porque estos animales no tuvieron quién cuidará de ellos y los amara, son animales abandonados, maltratados o simplemente dejados a su suerte para morir. Simple, a veces, una persona se acerca al puente y con su paso todos los animales que no pueden cruzar son bañados con una luz dorada y recuperan toda su vitalidad, se vuelven jóvenes y sanos. Acompañados de esta persona todos cruzan el Puente del Arcoíris, a su paso algunos de los animales bajan la cabeza en señal de respeto y son acariciados y tratados con amor. Esa persona en vida fue un cuidador, un protector de animales, un gran amante de ellos, de los que trabajan en su defensa. Es esa persona la que a su muerte sigue ayudando a los peludos a encontrar la felicidad, los animales que bajan la cabeza son aquellos que gracias a personas como él, encontraron un hogar donde fueron tratados con amor. Ese su último acto de rescate y amor.” Así fue nuestras peluda “la Munchies”.
Hay un paréntesis obligatorio, y por una magnitud de enfermedad, fue lo que pasó con nuestra familia y la perrita “la Munchies”. Eso fue en la madrugada del 14 de julio de 2015. Esta peludita empezó a ladrar y subió rápidamente al segundo piso de la casa a despertar a mi mujer, Diana, brincando en la cama insistentemente. Bajó de nuevo a mi estudio, al lugar donde yo estaba desmayado. Al percatarse de que no llegaba nadie subió de nuevo a la habitación y ladró con más fuerza hasta que le hicieron caso. La perrita bajó velozmente. Me lamía la cara, como queriendo despertarme; entonces, Diana y mis hijos: Andrés, Pablo y Javier, me asistieron y llamaron al médico para hacer los exámenes de rigor. Luego, estuve casi un mes en el hospital. Esa perrita es muy especial para nosotros, porque ese animalito, a pesar de su sordera total, fue la que alarmó a mi familia. De no ser por “la Munchies” todo hubiera sido más complicado, o yo no hubiera contado el cuento. El accidente cerebrovascular provocó ese derrame en el hemisferio cerebral izquierdo, que controla el habla. La secuela fue la dislalia, que dificulta articular palabras; y la dislexia, que dificulta la lectura, incluso, leer en voz alta. Así, la lectura y la escritura son lentas y trabajosas. Por eso no puedo hablar mucho, -esta es la afasia- porque tengo una condición neurológica, aunque no me considero un discapacitado. Lo que tengo es una limitación en el habla. Tuve más enfermedades: Paro renal, infarto cardiaco, arritmia, paro respiratorio, etcétera. Si todo se pudo controlar fue por Dios, mi mujer Diana, mis hijos, el clan familiar, “la Munchies” y los médicos. Estuve casi tres años sin poder comunicarme, no pude conversar, ni escribir. Pero gracias a Dios, mi familia, los doctores, los psicólogos y los terapistas, salí adelante.
Desde entonces la perrita se ganó su estancia dentro de la casa y el derecho de subirse y dormir en las camas y sillones. Lamentablemente nuestra peludita siempre estuvo enferma, probablemente como consecuencia de su vida anterior. La cuidamos mucho y tuvo constantes chequeos con sus veterinarios, siempre estaba controlada. Sus varios medicamentos y alimento especial, porque padecía deficiencia del hígado, páncreas, pero lo más severo era su problema con la columna de las vértebras y gastritis. Siempre fue feliz, como una perrita activa. Fue muy consentida en nuestra familia. Pero entonces ya era muy enferma, en esa época, nos dijeron los doctores de la Clínica Veterinaria, creemos que “la Munchies” tiene cáncer y le hicieron muchos ultrasonidos, cada año y casi siempre exámenes de sangre. Decía la doctora, que estaría un 1 año o 2 con nosotros, pero llegó otros 5 años y por eso la quisimos porque fue parte de nuestra familia.
Hay un dicho para salir adelante en la vida puede ser «Después de la tormenta, siempre sale el sol» o «Cada caída es una oportunidad para aprender y crecer». «Cree en ti mismo, eres capaz de lograr todo lo que te propongas» porque la vida es un viaje, disfruta de cada momento y aprende de cada experiencia, ya que motivan a la perseverancia, la resiliencia y la acción para lograr el éxito. Esto nos pasó a nuestra “Munchies” y yo, vivimos los dos, animal y humano; ella ya se fue, pero yo hasta que Dios lo pida.
Esto me pasó con esta deliberación un enero frío de hace 13 o 14 años recordé a Dios y la Virgen María, y como siempre amanecí muy de madrugada… 3 a.m., o 4 a.m. y A eso de las 5 salí de mi estudio, cuando todavía estaba oscuro, recogí “el Periódico”. Luego al clarear salí al jardín, me recreé con el amanecer, todavía estaban los zanates y los clarineros con su canto fuerte y estridente y un macho cortejando a la hembra, que lo hacen dando saltos frente a ella.
Vivimos hace 42 años, construimos la casa de mi hermano y la morada de mi familia, las viviendas no tan grandes con mismo terreno sin división alguna, para disfrutar de un esplendor y cuidado jardín. Me acerque a ver las flores, los arbustos, nuestro viejo aguacatal aún sin inicio de fruto, las todavía vivas pascuas, nuestros nisperales, los ficus, las bromelias, los crisantemos, los anturios, las peonías y toda una ostentosa parafernalia de flores las bellas ardillitas brincando y corriendo en los árboles y en los muros perimetrales, porque también son huéspedes del jardín y han tomado tal confianza, que nos miran y no salen corriendo sino sólo nos observan, les gusta mucho comer nísperos, duraznos y cuando se inicia el nacimiento de los aguacatitos, también los bajan del árbol, lo cargan en su débil trompita y creo lo llevan a sus crías; otros compañeros que son muy adictos son los tacuazines -las zarigüeyas-, otros animales que son muy apacible. A los tacuazines no hay eliminarlos porque están en peligro de extinción, debemos rescatarlos, NO son ratas, esos animalitos son marsupiales son inofensivos, debemos llamar al CONAP; y también hay una organización de rescate que se llama ARCAS. Me desvié con mis amigos tacuazines con esta digresión para estos animales; luego escuché el canto de los pajaritos, el ladrido de un perro “El Bubu” que tenemos de huésped mi hijo lo recogió en AMA, pero no se lleva bien con el “Toffy” su perrito que desde años tiene en su casa y que también adoptó en AMA. Mi hijo Andrés, que es odontólogo, es amante de los perros abandonados, porque son los que más cariño nos dan, en retribución estimo, porque los hicimos también hijos nuestros y hermanos de nuestros hijos.
El año 2019 vimos con esos cuatro perros “puros chuchos”, tres abandonados “el Tocino”, “la Aceituna”, “la Alcapara”; y “el Tuercas” que tenía amo un operario técnico, todos vivían en un Taller de Mecánico al lado de Panadería de San Martín zona 15 Vista Hermosa 1, uno o dos tipos bestias les dieron veneno para ratas para aniquilar esos perros: “el Tocino” y “la Tuercas”. “La Aceituna” y “Alcapara”, vivieron con una señora muy fraternal con su altruismo de estos “chuchitos”, los llevó a su casa y ahora están renacidos en su fauna, está con esas amorosas cuatro patas.
Es parte de la historia de “la Munchies”, mi hijo para variar o no variar, encontró abandonada una noche de enero de 2014, cerca de su clínica, toda desnutrida y sucia, le compró medicina en la farmacia, su concentrado; esa misma noche la bañó y medio curó, le puso el repelente de pulgas y matabichos, y al día siguiente la llevó al veterinario quien la evaluó descubriendo que es sordita de nacimiento, no oye absolutamente nada; la vacunó, desparasitó y le dio medicamento nutricional, mi hijo siempre amoroso NO llamó a AMA sino que la adoptó.
Sigo con “la Munchies” porque a pesar de su sordera pueden “aprender a comunicarse con su familia y disfrutar con una vida plenamente feliz”. Los perros que “son sordos, provocados por muchas causas, pueden perder total o parcialmente su capacidad auditiva, debido a una enfermedad, infecciones, heridas severas en el canal auditivo, traumatismos o tumores, como consecuencia del envejecimiento o maltrato”. A nuestra “Munchies”, seguramente le pegaban y no le daban de comer.
Estimo atinada esta reflexión rememorando a la familia, nuestra perrita, los animales y los humanos desgraciados que odian y asesinan a la fauna, pero creo que Charles Darwin dijo: “El amor por todas las criaturas vivientes es el más atributo del hombre”. Y inicié mi día recreándome en las bellezas narradas en esta analogía y deliberación; esos relatos es un homenaje a esta animalita, porque fue una luchadora, una guerrera, pero Dios ya está con ella en el firmamento, con “la Munchies”, la “Pelucha”, la “Camila”, la “Kissy”, el “Tocino”, la “Aceituna” y el “Tuercas, ya están en el cielo perruno. Mi columna de hoy, una meditación sobre los animales y los hombres, y para mí es una forma breve, sencilla y afable, de ver mi pensamiento, mi espíritu y mi esencia.