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Tengo 50 años de ser abogado, vocación de jurista, porque siempre requería la mayor parte de nuestro tiempo y espacio; pero tuve un accidente cerebrovascular que provocó un derrame en el hemisferio cerebral izquierdo que controla el habla lo que ocasiona la Afasia, por ello no puedo hablar mucho, soy enfermo neurológico.
Pero miremos ¿Qué es un accidente cerebrovascular? Un accidente cerebrovascular (ACV), o ictus, puede ocurrir cuando el flujo de sangre al cerebro queda bloqueado o cuando se produce un sangrado repentino en el cerebro. Existen dos tipos de ACV. Un accidente cerebrovascular isquémico, o infarto cerebral, se produce cuando el flujo sanguíneo no puede llegar al cerebro por un tapón. Si el cerebro no recibe oxígeno y nutrientes de la sangre, las células cerebrales comienzan a morir en pocos minutos. Un accidente cerebrovascular hemorrágico, o derrame cerebral, se produce por un sangrado súbito en el cerebro. La sangre que se escapa de los vasos sanguíneos hace presión y daña las células cerebrales. Casi el 90% de los ACV se producen por una obstrucción de los vasos sanguíneos (accidentes isquémicos), y el resto se deben a sangrado interno (accidentes hemorrágicos). Los ACV se clasifican además en función de la parte del cerebro en la que se produce la obstrucción o el sangrado.
Un accidente cerebrovascular es una emergencia médica y puede causar daño cerebral permanente, discapacidad a largo plazo o incluso la muerte. Un ACV puede producir distintos síntomas, desde debilidad leve hasta parálisis o pérdida de sensibilidad de un lado de la cara o del cuerpo. Otros posibles síntomas son dolor de cabeza repentino y muy intenso, sensación súbita de debilidad, problemas de vista y dificultad para hablar o para entender lo que se le dice.
Si cree que usted u otra persona puede estar sufriendo un accidente cerebrovascular, pida de inmediato a cualquier persona, y lo lleven al hospital. Llame a una ambulancia para que el personal médico pueda comenzar el tratamiento que podría salvarle la vida mientras va de camino a la sala de urgencias, porque un ACV, cada minuto cuenta. Hay hospitales, con equipo especializado en ACV para evaluar su estado y comenzar el tratamiento con medicación, cirugía u otros procedimientos. Su recuperación dependerá de la gravedad del ACV y de la rapidez con la que reciba tratamiento.
En mi accidente de hace diez años, tuve coma inducido que me quedó, con algún fármaco para reducir su consumo de oxígeno y energía, y poner al cerebro a «dormir». Y se monitorea su actividad, para buscar y proteger el cerebro, y mantener al paciente profundamente sedado y así darle tiempo al cuerpo para recuperarse, ya que en este estado, el órgano necesita menos sangre, oxígeno y glucosa. «El coma inducido es utilizado en el caso de que una patología o herida cerebral provoque un aumento de la presión intracraneal o para que el paciente se acostumbre, en mi ejemplo, una ventilación mecánica que dura como veinte días; porque se necesita que no consuma mucho oxígeno”. El aumento de la presión intracraneal puede ser causado por una herida en el cerebro, un fuerte golpe, un tumor, un paro o una infección, entre otros. En mi caso, algunos fluidos se acumularon en el cerebro, lo presionan y hace que éste se hinche, pero como el cráneo es rígido e impide que se expanda, la presión interna aumenta. La clave es proteger el cerebro de una lesión secundaria que se podría provocar por la alta presión interna; porque si bien una hinchazón es un mecanismo del cuerpo para reparar, en el cerebro puede ser dañino, ya que si la presión no es reducida, algunas partes de este órgano dejan de recibir sangre oxigenada. Un paciente en coma inducido reduce el flujo de la sangre y el metabolismo del cerebro, los vasos sanguíneos se adelgazan, disminuye la hinchazón y con esto, un potencial daño cerebral anexo. Y de la causa que llevó a inducirlo al coma. Pueden ser días o meses, y su chequeo de las secuelas dejadas por la lesión; y las dosis de sedantes pueden empezar a disminuirse para ir despertando al paciente cuando -en el caso de presión intracraneal alta- el cerebro empieza a responsabilizarse adecuadamente de la respiración y de mantener la presión sanguínea correcta por más de 24 horas. Yo tuve una mejoría, no tenía más hemorragias. Pero se hicieron múltiples exámenes para asegurarse de que no fuera una salida anticipada.
En el caso de una enfermedad grave, con un derrame, se despierta al paciente cuando los parámetros de ventilación, oxigenación e infección van mejorando. Y como regla general, es cuando la patología que lo causó ya fue superada.
¿Cuánto se demora en despertar? Dependerá del estado y edad del paciente y de los fármacos administrados. Pueden ser varios días. A medida que la persona va saliendo del coma se podrán ir viendo las secuelas neurológicas reales que han quedado. Y cuando van despertando, empieza la rehabilitación.
Y cuando estaba en el hospital, después de veinte días de haber despertado del coma, me hicieron tests neurológicos y psicológicos, para medir la capacidad de concentración, de movimiento y de lenguaje. Y fue un proceso largo. En mi caso, se dependió del daño primario que sufrió, y cuando menor haya sido la lesión mayor fue la posibilidad de que se recupere casi completamente.
Pero tuve precauciones y riesgos, y mi coma tuvo riesgos, y la formación de coágulos, el desarrollo de una infección pulmonar por no toser y la formación de escaras por no moverse. Por otro lado, hay peligro si se manejan mal los fármacos y sus dosis, porque pueden bajar la presión y el nivel respiratorio. Además, dependiendo del paciente y de los fármacos, el cuerpo se puede acostumbrar a éstos y a las máquinas que lo mantienen con vida. Y gracias a Dios, mi familia y los médicos, tuve terapia con rehabilitación, y después de estos diez años que me pasó el derrame, siento que recuperé el 75% o 80% de una vida normal y la recuperación de vida que llevaba después del ACCIDENTE CEREBROVASCULAR.
Y les comparto para su crítica y dilucidación. Aquí están algunos fragmentos de otro libro de mi autoría, que fue publicado el 24 de octubre de 2024, dice: “Porque es obligatorio, lo que pasó a nuestra familia y la perrita una raza oriental -Shitzu- “la Munchies”. Fue la madrugada del 14 de julio de 2015. Esta peludita empezó a ladrar y subió rápidamente al segundo piso de la casa a despertar a mi mujer Diana, brincando en la cama insistentemente. Bajó de nuevo a mi estudio, al lugar donde yo estaba desmayado. Al percatarse de que no llegaba nadie subió de nuevo a la habitación y ladró con más fuerza hasta que le hicieron caso. La perrita bajó velozmente, me lamía la cara, como queriendo despertarme; entonces, Diana y mis hijos Andrés, Pablo y Javier me asistieron y llamaron al médico para hacer los exámenes de rigor. Luego, estuve casi un mes en el hospital.
Esa perrita es muy especial para nosotros, porque ese animalito, a pesar de su sordera total, fue la que alarmó a mi familia. De no ser por “la Munchies” todo hubiera sido más complicado, o yo no hubiera contado el cuento”. “El accidente cerebrovascular provocó ese derrame en el hemisferio cerebral izquierdo, que controla el habla. La secuela fue la dislalia, que dificulta articular palabras; y la dislexia, que dificulta la lectura, incluso, leer en voz alta. Así, la lectura y la escritura son lentas y trabajosas. Por eso no puedo hablar mucho, porque tengo una condición neurológica, aunque no me considero un discapacitado, lo que tengo es una limitación en el habla”. Tuve hartas enfermedades: paro renal, infarto cardiaco, arritmia, paro respiratorio, etcétera. Si todo se pudo controlar fue por Dios, mi clan familiar, “la Munchies” y los médicos”. Es necesario decir que cuando sufrí el derrame, este padecimiento y les repito, se llama -Afasia-, yo tenía entonces un vacío, tuve en casi tres años, no pude comunicarme, no conversar, ni escribir, como les digo, una barrera de transmitir y menos discutir. Pero, gracias a Dios, mi familia, los doctores, los psicólogos, los terapistas y mis amigos, salí adelante. Y hoy 14 de julio de 2025, como dicen los patojos “estoy al len”. Ya no tengo resaca de palabras ni vocablos. Era el pasado de hace 10 años, ahora un presente con un hombre nuevo y si Dios me los da, seguirá en este futuro.
Pero tengo un “segundo oficio”, porque soy “un escribiente” y que a veces se vuelve “cuesta arriba” el desperdigar una que otra cuartilla para tratar de existir o que otros existan en nuestros escritos. Por esas circunstancias latentes es una inclinación de trasladar con absoluta objetividad, en ocasiones con una realista frialdad, soy un hombre apasionado para impregnar en el papel todas esas cosas y realidades a nuestro derredor, se torna algo difícil y nos obliga lamentablemente, a no ser más prolíficos en nuestra producción y en ocasiones nos alejamos sin quererlo de estas gratas y acogedoras páginas literarias. Pero el tiempo, esa medida de espacio que algunos han calificado de bendita y que otros reniegan, por sus siempre objetivas realidades de hacernos cada día más temporales, cada día menos reales y cada minuto más viejos, y en verdad diversos momentos me obliga a tener un alejamiento de mis columnas de prensa con mis lectores, mis prosas y ensayos de vida. Pero en fin, estas digresiones amistosas son conceptos y apreciaciones personales, que aunque no necesarias, hoy siento la necesidad de situarlas en la dimensión exacta de mi existencia. Tenemos realidades muchas veces infamantes y dolorosas de nuestra cruda realidad como Nación y que acontecen diariamente en nuestro derredor, se torna algo difícil y nos obliga a no ser más prolíficos en nuestra producción y en ocasiones nos alejamos sin quererlo, de estas gratas y acogedoras páginas de “La Hora”.
Y esta actitud y posición de pesimismo, incertidumbre y negación, es provocada por la porquería de políticos, por eso ha afectado de manera severa y profunda a mi país. Ello me ha llevado a cuestionar realidades, a hacer un repaso de lo que ha sido mi vida y a reformular algunos planteamientos conmigo mismo.
Pero tengo algunos días que estoy en ayuno de palabras, a pesar que soy un columnista y escritor, a veces estoy algo huevón con mis columnas; casi siempre tengo ocho o doce artículos cada mes y ahora solo tres de este junio de 2025; se me van los vocablos, se me olvida el alfabeto, con algunas verdades reales y frases y con expresiones de mis historias. Por ello tengo ausencias temporales de esta columna, estoy a dieta y con resaca de palabras, consonantes y vocales, tengo vacíos de relatos y anécdotas, son carentes de soplo. Por ello tengo penitencia y me siento mortificado. Hoy no tengo espiritualidad, ha desaposentar nuestros corazones, porque los problemas grandes o pequeños de la vida, nos calan con mayor dureza, se siente más lacerante su presencia y creemos que caemos en un pozo sin fondo. Es entonces que me doy cuenta exacta que cuando hay congoja y abatimiento, cuando hay aflicción y perturbación, únicamente Dios –Él- mitiga nuestras penas y nos da valor y templanza en momentos de tribulación. Necesitamos nutrirnos en la certeza y en la comunión con un Ser Superior. Debemos afianzar nuestros íntimos valores y creencias de nuestra ideología y prácticas cristianas.
Y termino este artículo, porque hace diez años yo fui un milagro, como Lázaro, cuando dice la Biblia: “Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir”.
Y porque hace diez años, empecé otra vez a existir y sobreviví con el altísimo Jehová, como Lázaro.