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Mañana es el Día Internacional de los Museos, y se inaugura el miércoles 21 de mayo en el Musac, un homenaje sobre la biografía y trayectoria política de Adolfo Mijangos López.

Hace 54 años dos sicarios lo asesinaron. Fito fue mi Maestro de Introducción al Estudio del Derecho, en Derecho Civil I y Derecho Civil II, en los años 1969 y 1970. En 1970 fundó la Unidad Revolucionaria Democrática (URD, juntamente con el Dr. Francisco “Pancho” Villagrán Kramer y con el Dr. Manuel “Meme” Colom Argueta.

A Fito Mijangos López, lo conocimos en aquel enero, muy frío de 1969, con esta juventud existencialista, con nuestra afinidad socialista, con vivencia de la injusticia, con vocación humanista, asentamos nuestras posaderas en la Escuela de Derecho, en el antañón edificio de la 9ª. avenida frente al Congreso. Esa pléyade de muchachos que nos reunimos en torno a la silla de Fito Mijangos López, un hombre preclaro, auténtico ideólogo de la social-democracia. Me tocó nuevamente la añoranza vivencial de mi educación en la Escuela de Derecho, la inquietante y rebelde juventud que en los sesentas, setentas y ochentas, empezamos a formarnos en el aula del “Doce de Abril”, recuerdo a insignes y eminentes Maestros, que fueron nuestra guía y ejemplo en la formación social y humana que pudimos alcanzar muchos de nuestra generación. En esa época y etapa de nuestra vida, tuvimos un fuerte arraigo, una raigambre que seguro, fue muy positiva en la formación como profesional, pero sobre todo en actuar como hombres conscientes, que entienden la insuficiencia de nuestros sistemas, lo injusto de nuestros estamentos sociales, lo inhumano de nuestras posiciones racistas y lo angustioso de nuestra situación como Nación. Por esas razones, después de mi etapa universitaria he tenido la compulsión de seguir formándome y conociendo más y más de nuestra aberrante y desviada realidad y destino social, de seguir tratando de buscar lo positivo de aquel entendible escepticismo, en el que nos encontramos muchos de esa generación. Porque a la rebeldía innata de aquella edad, se sumó una situación económica, política y social asfixiante y violenta, que indujo a muchos a escoger el camino de la lucha armada, sendero en el que se quedaron truncadas esperanzas jóvenes sin realizarse, porque murieron en las sierras y montañas o cayeron en las ciudades.

La anterior digresión resulta ineludible para situar la figura de Fito Mijangos en la formación social, moral e intelectual de mi generación. Cuando me invade la morriña, antes con el papel y lápiz, hoy con la computadora; empiezo a dibujar relatos y vivencias, y no puedo dejar de recordar a los forjadores de esta generación de los 60, 70, y 80, no puedo dejar de sentirme vivo al lado de todo ese grupo de Maestros universitarios, que nos enseñaron a diferenciar entre la libertad y la opresión, entre la dignidad y el vasallaje, entre la justicia y la arbitrariedad, entre la decencia y la inmoralidad. Profesores universitarios en quienes jamás tuvo asomo la antinomia y el desdobles, la farsa y la irracionalidad.

Fito como docente fue un filósofo del derecho, un acucioso investigador científico de la sociología y la justicia, pero lo más importante fue su compostura humana, porque Fito Mijangos fue un hombre valiente y útil a la causa de lograr la justicia social y el bienestar para todos los hombres, sabía de su hombría de bien y de su valor y templanza, un hombre pensante, justo y solidario.

Maestros nuestros, tienen una función orientadora y nosotros tuvimos un grupo de eminentes; todos ellos, personalidades de elevada preparación cultural, en esta universidad que tiene una vasta experiencia en los problemas de la enseñanza y en el ejercicio de la JUSTICIA, de la DIGNIDAD y de la SOLIDARIDAD. Fito Mijangos, nuestro catedrático no solo era mentor, era el consejero y nuestro amigo.

ADOLFO MIJANGOS LÓPEZ fue un hombre nuevo que luchó por la vida y defendió la razón de su existencia. Nunca le callaron la boca los tiranos, ni le destruyeron la mente los esbirros; fue un hombre nuevo, hombre de maíz curtido con un sol lleno de penas y una luna de desvelos. ADOLFO MIJANGOS LÓPEZ fue hombre y mártir y hombre de gloria y llama y gloria de vida y vida. Los que le mataron, mentes enfermas que creen que con el frío plomo de una bala se puede asesinar el pensamiento. Pero hombres como ADOLFO MIJANGOS LÓPEZ no mueren. Su ideal quedó perenne entre nosotros.

En este 54 aniversario de tu cobarde asesinato, MAESTRO, nosotros tus alumnos te recordamos y lloramos. Te recordamos como al amigo sincero de chiste a flor de labios, como al Maestro consciente de pensamiento libre, como al parlamentario fogoso renovado y valiente. Te recordamos como hombre, como amigo y Maestro. En el Salón General Mayor de la Escuela de Derecho, que hoy lleva tu nombre, hay un cubículo vacío, ese pedazo de espacio que siempre estuvo abierto a todos se quedó de pronto solitario. En los corredores de nuestra Escuela falta tu silla y falta ese grupo de muchachos que te hacíamos rueda para oírte analizar  un tópico cualquiera, para entablar una polémica, para oírte contar un chiste y escuchar tu risa campechana o un pasaje de tu bohemia parisina. Pero esos corrillos que alrededor de tu silla formábamos nosotros que te queríamos y admirábamos como hasta ahora, hace 54 años que desaparecieron de nuestros corredores. En esas charlas de amigos nos dabas tu consejo, nos contagiabas tu risa, nos dabas un pedazo de tu vida. Y nosotros, nosotros nos sentíamos bien de verdad, qué bien nos sentíamos. Nos llenabas y nos hacías olvidar lo negativo, en esas charlas no éramos alumnos y Maestro éramos tus amigos, tus muchachos.

HOY, todo aquello está vacío, falta tu cátedra magistral, falta tu inteligencia, tu sabiduría, tu sencillez y tu grandeza. Hace 54 años que la Escuela de Derecho está incompleta, hace 54 años que falta en Guatemala un hombre nuevo. Hace 54 años aquí en Guatemala, país de violencia, dos cobardes asesinos trataron de matar la inteligencia. Pero HOMBRES como tú MAESTRO ¡NO MUEREN! destruyeron tu cuerpo, tu materia, se quedó tu germen, tu semilla, se quedó tu verbo entre nosotros, tu verbo campesino, tu verbo obrero, tu verbo estudiante, tu verbo libre. Porque HOMBRES como tú ADOLFO MIJANGOS LÓPEZ ¡NO MUEREN! ¡permanecen siempre entre nosotros!

Y termino mi columna de hoy, con estas frases: ADOLFO MIJANGOS LÓPEZ siempre «enlazo los principios filosóficos‑morales que sustentó en teoría con la conducta que tales principios y lo llevó a observar en la práctica». Fito Mijangos fue una «conducta moral». Porque ADOLFO MIJANGOS LÓPEZ tenía cifrada una esperanza, en él, se marcaba el inicio de una época. Fue combativo, sincero y profundamente humano… limpio como arroyo de agua clara.

Flaminio Bonilla

Abogado, escritor, comentarista, analista de prensa, columnista en “Siglo XXI” de 1991 y luego en La Hora del año 1991 a la fecha con mi columna “sin esconder la mano”. En la política nacional fue miembro del Partido Democracia Cristiana Guatemalteca, su Vicepresidente del Consejo Político Nacional y Director Nacional de la “Organización Profesional Demócrata Cristiana”. Soy un hombre de izquierda y soy socialdemócrata. Fui Registrador General de la Propiedad del 1982 al 1986; Registrador Mercantil General de la República del 1986 al 1990 y luego 15 años Representante Judicial y Consultor Jurídico del Registro Mercantil. Ha sido profesor universitario en la Facultad de Derecho de la USAC y en la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar. Especialista en Derecho Mercantil Corporativo y Constitucional. Soy graduado en Guerra Política del Colegio Fu Hsing Kang de Taipéi, Taiwán.

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