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Terminé el artículo del 13 de mayo, y por ello conversamos sobre el miedo y el pánico, esa enfermedad que experimenté, esa depresión y recesión, pero hoy seguimos con un nuevo libro titulado: “Anécdotas con mi padre y yo”, que espero terminarlo en julio o agosto de 2025.

En octubre de 2021 platiqué de un suceso sobre los amigos con personas muy especiales, y con frecuencia conocidos desde niños o jóvenes, y etapas que surgen de lazos fuertes y de por vida, que siempre son sentirse libres, que se acompañan en cada una de tus travesías y te ayudan a sostenerte cuando no eres capaz de hacerlo.

Y es que, a medida que pasa el tiempo, somos cada vez más conscientes de la importancia de contar con amigos que te sumen emocional y mentalmente hablando. No hay que olvidar que los amigos nos regalan una complicidad y un vínculo más fuerte, que va mucho más allá del que puede forjarse en una relación. Por esto están los amigos de mi padre, y unos de ellos fueron: Héctor “Bimbo” Zachrisson, Mario Roberto Guerra Roldán y Mario Aguirre Godoy, cuando hablamos de esa amistad y esos relatos de aquella añoranza vivencial de esos camaradas de la Escuela de Derecho, en esa época de los años 1947 y 1948, con esa inquietante y rebelde juventud de aquellas dos décadas, los cuarentas y cincuentas de esa generación, quienes empezaron a formarse en sus aulas, y recordarse insignes y eminentes Maestros, que fueron guías y ejemplo en la formación social y humana que pudieron alcanzar esas enseñanzas.

Hubo un suceso con estudiantes de la Universidad de San Carlos, esos 24 muchachos que se fueron un enero de 1949 a la América del Sur en un avión Douglas C-26 de la Fuerza Aérea Guatemalteca (FAG) y se los dio el Doctor Juan José Arévalo Bermejo, Presidente Constitucional de Guatemala.

Los relatos de mi papá, con estos adolescentes de la Escuela de Derecho en esos días en 1947 y 1948, estuvieron veinticuatro patojos, porque yo recuerdo esa fotografía que me regaló mi padre hace muchos años, que tengo en mi estudio-biblioteca, tomada en Chile en enero de 1949 en la Rectoría de la Universidad Nacional y Autónoma de la República de Chile (Santiago), estaban algunos de ellos: Lic. José Roltz-Bennet, Jefe de la delegación de universitarios guatemaltecos. Están todos, Pancho Villagrán Kramer, Fito Mijangos, Félix «Tabla» Castillo Milla, Miguel Ángel «Plátano» Ortega Mérida, Mario Guerra Roldán, Mario Aguirre Godoy, Irvin «el Choco» Aguilar Fuentes, Carlos Alberto «Tarzán» Velázquez Calderón, Héctor «el Azacuán» Ramos, José «Chepito» Solís, Héctor «Bimbo» Zachrisson Descamps, Ángel Valle y mi padre Flaminio Bonilla Isaacs, no recuerdo el nombre de otros, pero el recuerdo es real porque todos ya fueron al firmamento.

Y fue seguro para mí, esa etapa de mi vida tuvo un fuerte arraigo, una raigambre que estoy seguro fue muy positiva en formación como profesional, pero sobre todo en su actuar como hombre consciente, que entiende la insuficiencia de nuestros sistemas, lo injusto de nuestros estamentos sociales, lo inhumano de nuestras posiciones y lo angustioso de nuestra situación como Nación. Esos muchachos en su etapa universitaria que tuvieron la compulsión de seguir formándome y conociendo más y más de su aberrante y desviada realidad y destino social, de seguir tratando de buscar lo positivo de aquel entendible nihilismo en el que nos encontramos de esa generación. Estos veinticuatro muchachos murieron todos, los últimos que ya no están: En esta narrativa con mi padre y yo, con esta digresión que resulta ineludible, y porque repito, para situar las figuras de esos tres amigos, Mario Roberto Guerra Roldán, quién murió el jueves 13 de marzo de 2025, Mario Aguirre Godoy expiró el 9 de febrero de 2023 y Héctor “Bimbo” Zachrisson Descamps falleció el 7 de junio de 2022 y quien vivió 100 años de vida.

Estos amigos eran de la generación de mi padre, esos colegas eran unos eruditos de la historia. Había relatos y vivencias cuando recordamos a esos forjadores de esa generación de los 40 y 50. No puedo dejar de sentirme vivo al lado de todo ese grupo de juristas universitarios, que nos enseñaron a diferenciar entre la libertad y la opresión, entre la dignidad y el vasallaje, entre la justicia y la arbitrariedad, entre la decencia y la inmoralidad. Compañeros universitarios en quienes jamás tuvo asomo la antinomia y el desdobles, la farsa y la irracionalidad. Estos amigos y colegas de mi padre, siempre estuvieron al lado de los correctos, acertados y respetuosos, quienes estuvieron en la defensa de la constitución, libertad y democracia. Fueron guardianes del orden constitucional y la magistratura, fueron verdaderos togados oportunos, legítimos e idóneos, estos abogados que sí significan sus Togas, que tuvieron y tienen dignidad.

Fueron filósofos del derecho y la sociología, acuciosos investigadores, científico de lo justo, sensato y honesto, fueron hombres verticales, valientes, útil a la causa de lograr la justicia social y el bienestar para todos los hombres. Fueron esos camaradas, esos amigos y puros cuates de aula de mi padre, lo conocía y sabía de su hombría, hombres innovados rebeldes, unos intelectuales, hombres pensantes, justos, solidarios, con valor y templanza.

Esos muchachos de la Escuela de Derecho, si «enlaza los principios filosóficosmorales que sustenta en teoría con la conducta que tales principios le llevan a observar en la práctica«. Pequeña patria, dulce tormenta mía, canto ubicado en mi garganta desde los siglos del maíz rebelde: tengo mil años de llevar tu nombre como un pequeño corazón futuro cuyas alas comienzan a abrirse a la mañana”. –Otto René Castillo (Continuará)

Flaminio Bonilla

Abogado, escritor, comentarista, analista de prensa, columnista en “Siglo XXI” de 1991 y luego en La Hora del año 1991 a la fecha con mi columna “sin esconder la mano”. En la política nacional fue miembro del Partido Democracia Cristiana Guatemalteca, su Vicepresidente del Consejo Político Nacional y Director Nacional de la “Organización Profesional Demócrata Cristiana”. Soy un hombre de izquierda y soy socialdemócrata. Fui Registrador General de la Propiedad del 1982 al 1986; Registrador Mercantil General de la República del 1986 al 1990 y luego 15 años Representante Judicial y Consultor Jurídico del Registro Mercantil. Ha sido profesor universitario en la Facultad de Derecho de la USAC y en la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar. Especialista en Derecho Mercantil Corporativo y Constitucional. Soy graduado en Guerra Política del Colegio Fu Hsing Kang de Taipéi, Taiwán.

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