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Este columnista tuvo miedo y pánico, cuando experimenté yo creí que estaba de bajón, yo tenía depresión y recesión. Empezó ese miedo con esa emoción básica y natural que experimenté con sensaciones desagradables y relativamente intensas ante esa percepción de un peligro y un daño real; con una reacción de alerta producida por nuestro sistema nervioso central ante un estímulo potencialmente amenazante. El miedo es una emoción; no sólo están presentes los temores ante peligros físicos, como pueden amenazar nuestra integridad física. Y como humanos, también el miedo se activa ante esos peligros que pueden dañar nuestro bienestar e integración.

Esclarece mi artículo del 4 de marzo de 2025, sobre el origen de esta frase: Dice el dicho: “tiene más de siete vidas que un gato”, lo que significa es que son muy resistentes y tienen capacidad casi mágica de sobrevivir a caídas o situaciones peligrosas que podrán ser fatales para otros animales. Por esto es necesario esta digresión que resulta ineludible para situarme en mi realidad. Y conversamos sobre el peligro cuando estaba aterrado y nervioso, con algunas anécdotas reales. El escritor español Ramón Gómez de la Serna, con su agudeza dijo: “El gato hace vida de jubilado desde que nace”. Esto fue lo que me pasó como una aventura, pareciera una proeza con familiares o amigos de vida. Estos sucesos no son mi ego o que sea pedante, tampoco arrogancia, lo que fue es mi senda, con crónicas vigorosas y perennes.

Debo conversar otra vez con esta desviación que me acaeció el 31 de octubre de 1981 en Tapachula, México, en compañía de un compañero fui al Municipio de El Tumbador, San Marcos, ese día -hombres y mujeres- guerrilleros de la ORPA me tuvieron retenido a la fuerza. Por ello les platiqué en episodios anteriores. Y por ello fui otro gato vivo. Otra anécdota en el año 2002 me pasó en la 12 avenida y 19 calle zona 1, enfrente de la Panadería “La Doce” cuando me “puyaron” con un verduguillo, fui herido en el hígado, por dos “chavos” jóvenes de 17 o 18 años, eran ladroncitos, para quitarme la “mariconera” y el celular; entonces malherido, fui al Hospital San María y vi a los enfermos y enfermeras, a un amigo, el Dr. Arístides Sologaistoa, y todos me curaron la herida. O sea, fui un Minino. Y también “fui otro gato con siete vidas”, y por ello fui otra vez al Hospital porque me operaron de la vesícula, estuve muy grave del colédoco y por ello “casi me pelo”, por ello fui otro Micifuz. Y también me pasó el sábado 2 de abril de dos mil once, fui a una boda en un Hotel de la zona 10 y me tragué un pedazo de carne con verduras y tuve proceso de asfixia y me dio paro respiratorio total. Otra vez estuve en otro Hospital y por ello fui otro gatuno.

Y el último “reprise” y el más “jodido”, lo que debo recordarme siempre, el 14 de julio de 2015, tuve un accidente cerebrovascular que provocó un derrame en el hemisferio cerebral izquierdo que controla el habla, lo que ocasionó la AFASIA; por ello no puedo hablar mucho, ya tengo algo neurológico, pero no soy discapacitado, lo que tengo es una limitación en el habla. También tuve paro renal, infarto cardiaco, arritmias, pero respiratorias y fue parte de la diabetes. Estuve en el “Hospital Maranatha”, muy grave. Estaba con varios galenos y luego estos graduados de muchos temas y con enfermeras y enfermeros; fue una “gran batería” de facultativos. Lo que me pasó fue un milagro; estoy vivo gracias a Dios, mi compañera, mi mujer Diana, mis hijos, mi nieta Marce. Lo anterior fue un pasado muy duro. Pero estoy vivo y feliz porque tengo más familia, nuestra bisnieta Emilia y la casta de estos pequeños Tadeo y Lucca -los nietos, y la pequeña Jessica Andrea de sólo 40 días de vida- y las peludas “la Munchies” y “la Loli”. Por ello, fui otro gato de mil vidas y es parte de las ironías que me han pasado en mi supervivencia y con vigor vibrante, porque muchas personas han salvado mi vida; parezco un felino con siete años de vida. Me pasó como una ocurrencia y perspicacia, pero real, como hombre y columnista, todos tenemos historias y esta sagacidad, parece a ese refrán: “Tienes más vidas que un gato”, tengo referencia de una persona como yo, que tengo habilidad para salir de las situaciones más complicadas, decir otra vez, sigue la resiliencia. Y como dice este dicho: “Creo que los gatos son espíritus encarnados en la tierra. Un gato, estoy seguro, podría caminar sobre una nube sin atravesarla”. Y postrero, quienes o algunos querían eliminarme, hace un año les hablé de esto; debo decirlo obligatorio e insoslayable, que me platicó un gran amigo revolucionario, un insurrecto, hombre de izquierda, Luis Raúl Robles Bercián, mi cuate, los dos fuimos compañeros en la Escuela de Derecho. Raúl no se hizo abogado, pero sí sociólogo de la Usac. El 27 de julio de 2022, otro amigo del Liceo Guatemala y colega togado, Tono Mosquera Aguilar, me dio un correo y dijo que Luis Raúl falleció hace cuatro años, antes de la pandemia. Ya no otro reestreno, porque ya lo relaté en mi columna del 4 de marzo de 2025. (Continuará)

Flaminio Bonilla

Abogado, escritor, comentarista, analista de prensa, columnista en “Siglo XXI” de 1991 y luego en La Hora del año 1991 a la fecha con mi columna “sin esconder la mano”. En la política nacional fue miembro del Partido Democracia Cristiana Guatemalteca, su Vicepresidente del Consejo Político Nacional y Director Nacional de la “Organización Profesional Demócrata Cristiana”. Soy un hombre de izquierda y soy socialdemócrata. Fui Registrador General de la Propiedad del 1982 al 1986; Registrador Mercantil General de la República del 1986 al 1990 y luego 15 años Representante Judicial y Consultor Jurídico del Registro Mercantil. Ha sido profesor universitario en la Facultad de Derecho de la USAC y en la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar. Especialista en Derecho Mercantil Corporativo y Constitucional. Soy graduado en Guerra Política del Colegio Fu Hsing Kang de Taipéi, Taiwán.

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