flamabonilla@gmail.com
Seguimos, mi padre y yo. Mi papá trabajó en Compañía Importadora de Automóvil, Sociedad Anónima, con el acrónimo (CIDEA), como Jefe del abogado y notario de esa Corporación mercantil, y empezó laborando en el año 1955 y se retiró en marzo o abril de 1990, fue el jurista picapleitos del Grupo CIDEA de una corporativa que tenía talvez 16 o 20 sociedades anónimas y 7 o 10 de responsabilidades limitadas, y mi padre, era el legista y fedatario de esas empresas.
Como les dije, en la época de mi padre, al tiempo quería ser jurisconsulto y tuvo la decisión de trabajar, cuando tenía 20 años, empezó en la Administración Pública, sólo trabajó en el Ministerio de Hacienda y Crédito Público (ahora Ministerio de Finanzas Públicas), como 1o. Oficial y después Secretario Ejecutivo del Departamento de Bienes Nacionales y Licitaciones. También tuvo un bufete de abogados en la zona 1, entre 8ª. avenida y 8ª. calle, cerca de la Escuela de Derecho con sus colegas, Félix Castillo Milla, Mario Roberto Guerra Roldán y Gustavo Adolfo López Sandoval. Y al mismo tiempo en su oficina en CIDEA, primero que fue fundada en el año 1948, originalmente estaba ubicada en la 7a. avenida y 19 calle de la zona 1. Y en el año 1960, CIDEA se trasladó a la 10a. avenida 30-57 zona 5, donde funcionó hasta su desaparición en el año 2007.
Y sigo con las narrativas del libro con leyendas reales con anécdotas en esta saga. Con la parte en que mi padre y yo, fuimos no solo colegas, sino compañeros de trabajo. Esta digresión resulta ineludible. Yo empecé como procurador de mi papá en el año 1971 en el edificio CIDEA en 10 avenida 30-57 zona 5 y luego se construyó el Edificio Catalina en 10 avenida 2-74 zona 4. En marzo de 1975, me confirieron el grado académico de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales y los títulos profesionales de Abogado y Notario. Porque, padre e hijo, conocimos la doctrina, el dogma, la disciplina, la habilidad, la experticia, de una profesión compleja, pero tan noble y hermosa de linaje y tan honrosa, elevada y prestigiosa de la ciencia justiciera, porque fuimos formados dentro de cartillas de respeto y honestidad y de trabajo solidario y disciplinado.
En el edificio Catalina, el Bufete de Abogados éramos dos juristas, y una comunidad, con 4 secretarias, 2 procuradores, 1 guardián, 1 mensajero y 2 señores de limpieza. Esta época es para mí la mejor de mi vida como abogado con mi padre, esos 15 años que trabajamos juntos y duro. Igual que mi padre y yo, teníamos vocación de juristas. Pero entonces, yo no entendías muchas cosas de la lógica jurídica, la deontología de esa ciencia de la rama del derecho como sistema de vida. Y por esos, yo siempre tuve a mi lado la cimera, la crecida, la actitud ante esa vida, el fundamental modelo de las reglas de mi padre, quien siempre fue mi maestro, mi oportuno consejero, siempre inseparable guía. Y por fin un día el 20 de marzo de 1975, quien con su total modestia sin fatuidad ni con sencillez y mesura, con el amor muy ufano de ser un padre Abogado a un hijo ya Abogado, impúsome la universitaria toga y me dio el primer abrazo de un colega a otro colega.
Aquí están algunas anécdotas y crónicas, publicadas por José “Chepe” Zarco Bolaños y de mi amigo Manuel Humberto Hernández Valenzuela, Meme es graduado del Liceo Guatemala, quien nos dijo: “Revisando el baúl de los recuerdos, me encontré con un artículo que me envió en el mes de marzo de 2007, el buen amigo José Rodolfo Pérez Lara(+), más conocido como “POTOYO”, quien desafortunadamente ya falleció hace unos cuantos años”. Yo conoció muy bien a José Rodolfo “el Potoyo” desde patojos, a pesar que yo era más joven que «el Potoyo», y está en la historia de CIDEA porque su papá era Manuel Ángel “Chito” Pérez Prado, quien trabajaba en CIDEA e igual que mi padre.
El ”Potoyo” escribió una crónica titulada “ADIOS A CIDEA” en la Revista “Y qué”, del ya fallecido periodista José Eduardo Zarco, la cual me permito adjuntar con la crónica sobre CIDEA, que gustosamente escribí en pro de la historia de las instituciones que realmente han dejado huella en Guatemala, como es el caso de una institución comercial. Tengo una anécdota en una vieja columna en La Hora, titulada: “Se fue el Griego, llegó el Potoyo”. Unos fragmentos: “… En la historia de personajes de la DC, el griego Demetrio Moliviatis ha sido un dirigente controversial y polémico, y quien ante la falta de un arraigo carisma, se lo supo ganar siempre cuando fue “el bueno de la película”, trabajando con las bases sol a sol y organizando con mucha dedicación y disciplina a simpatizantes y correligionarios del interior del país. Porque eso debemos reconocer en Demetrio, su incansable capacidad de trabajo y su esfuerzo por dar a conocer “la estrella blanca en fondo verde” en todos los rincones de Guatemala. Y cuando fue “el malo de la película” influenciado, animado, dirigido y manipulado por Cabrera, le supo sembrar estacas a muchos dirigentes democristianos, que hacían sombra a ambiciones de Alfonso Cabrera Hidalgo de dirigir y decidir con despotismo y dictadura de partido los asuntos políticos y decisión de Estado cuando la DC hizo gobierno. En estas estacas sentaron René de León Schlotter, Ricardo Gómez, al Chato Alonzo, a Rodolfo Maldonado, e incluso al propio Vinicio Cerezo. Pero hoy en una de esas trancas que el Griego sembró, allí mismo lo estacan y prácticamente lo echan del Partido, porque ya no es indispensable a los fines de Cabrera y a su nuevo grupo de incondicionales adláteres y hoy estrenando estucadores. Porque la ESTACA para Demetrio lo sembró al recién estrenado Presidente del Congreso, a quien el Griego siempre protegió y ayudó en Quiché, cuando Villar Anleu era un dirigente de cuarta categoría. A nosotros nos preocupa que Demetrio salga de esa forma, porque le conocemos desde años y creemos que su trabajo en la Democracia Cristiana, siempre sumó más que restar. Pero estimamos que Moviliatis con su agresividad política, no se quedará cruzado de brazos y ya estará pensando en apretar el zapato a Cabrera en donde más le duele el juanete. Una sorpresa que sabíamos traía la Convención del pasado sábado 12, fue el incorporación al Directorio Nacional de la DC de nuestro amigo “el Potoyo “Pérez Lara”, un muchacho de “51 febreros” sano, jovial, honrado, y dicharachero y jodón, padre como su recordado el CHITO PÉREZ, pero neófito y bisoño en esto belenes, en los dimes y diretes y en la suciedad y porquería de la politiquería criolla. La inclusión “del Potoyo”, perece que fue producto de una negociación de Cabrera de un sector de los Cacifes, y realmente lo sentimos por José Rodolfo “Potoyo”, porque conociéndolo de años, no es un maleante, ni un pícaro y sólo con haberse sentado a la mesa con “esos mismos que sólo saben hacen lo mismo”, ya lo están contaminando. Así que mi querido e invicto POTOYO, vacúnate contra la contaminación de Cabrera Hidalgo”.
Y termino mi columna, y diré algo que me hizo «el Potoyo”, “sin quererlo”, y cuando hizo una crónica sobre la empresa CIDEA, que fue fundada en el año 1948, originalmente que estaba ubicada en la 7a. avenida y 19 calle de la zona 1. Y que en los 60ª. CIDEA se trasladó a la 10a. avenida número 30-57 de la zona 5, donde funcionó hasta su desaparición en el año 2007. Y seguimos con José Rodolfo Pérez Lara. “Potoyo” (RIP) y Meme Hernández Valenzuela. (CONTINUARÁ)