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Seguimos con la saga, mi padre y yo. Cuando mi papá con muchos guatemaltecos, mexicanos y algunos de otros países, se encontraron a Ernesto Guevara, donde estaba enorme cantidad de asilados y algunos militares chapines en la casa y edificio en la Embajada Argentina-Guatemala en zona 10, (ahora en el Edificio Géminis), y ahí estaba Guevara de la Serna, un hombre de 26 años, que viajó a través de América Latina, residió en Guatemala en 1954, durante el Gobierno electo de Jacobo Árbenz, allí participó en actividades políticas y “fue testigo del derrocamiento de este Gobierno por una operación militar organizada por los gringos de la CIA”. Allí estaban otros asilados que eran considerados por las autoridades -peces gordos- “entre los que se encontraban el Secretario General de la Confederación General de Trabajadores de Guatemala, (CGTG), el Maestro Víctor Manuel Gutiérrez, así como Carlos Manuel Pellecer Durán, Secretario de Organización de la misma Confederación y Jorge E. Silva Falla, los tres dirigentes más connotados del Partido Guatemalteco del Trabajo -PGT- comunista.

Mi padre fue a la cárcel en 1954 y miren este enunciado: “Que decía ser médico graduado en la Universidad de Buenos Aires” y decían que era “un muchacho delgaducho, no muy bien arreglado, pero también desgarbado, se llamaba ERNESTO GUEVARA”. Fue allí en la Embajada en donde nació el sobrenombre de “el Che Guevara”, con “que se conoció posteriormente en la Revolución cubana y en el mundo”. Por esos recuerdos, remembranzas y verdades de mi padre en su memoria que vieron su huella revolucionaria políticos brillantes, sus amigos y sus compañeros, por eso los tuvo siempre en su pensamiento. Bonilla Isaacs se preocupó y se temió que se usaría la represalia y venganza, por ello buscó la protección de la Embajada Argentina, que albergaba a unas doscientas personas, la misma que fue rodeada por elementos de tropa y policía. Por ello figuró con el carácter de ASILADO en tal Embajada, que siempre mostró su comprensión y generosidad de los argentinos. El Gobierno de facto, ya instalado, dio una alternativa: 1) Los asilados deberán salir del País, otorgándoles salvoconducto; 2) Los que voluntariamente decidan quedarse, deberán entregarse a las autoridades y sujetarse a presión, mientras se les investiga. Mi padre optó por quedarse en el país, notificando la Embajada a nuestra Cancillería. Esos “rollos” que se quedaron siempre en la historia de mi padre, cuando se fue a la cárcel.

Seguimos con la anterior columna. Mi padre estuvo asilado en la Embajada de Argentina-Guatemala de junio a julio en 1954 y optó para quedarse en el País, eso había significado que tenía que ir a la cárcel; por ello se notificó a la Embajada y nuestra Cancillería guatemalteca, y entregándome a las autoridades de la Policía Nacional (PN). Un día de tantos llegaron dos jóvenes del Comité de Defensa Contra el Comunismo; estos fascistas del MLN quienes publicaron miles de “listas” de guatemaltecos y extranjeros “que son comunistas” que eran señalados marxistas. Estos patojos estúpidos prepotentes actuaban con arrogancia como autoridades procónsules “puros gringos”. Siempre ha sido usual a la ultraderecha estos tipos reaccionarios, trasnochados y obsoletos. En otra anécdota, dijo mi padre: “Yo milité en tres partidos de la revolución de octubre, jamás fui parte del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) “comunista”.

Eso le pasó a mi padre: los militares guatemaltecos y la Policía Nacional y los jueces, jamás le consignaron a ningún tribunal y como muchos guatemaltecos y foráneos, les negaron sus derechos individuales, así como la integridad y la seguridad de las personas, fue totalmente ilegal, nunca fue delito ser detenido o preso, causa de delito o falta, nunca estuvo con delito flagrante o falta, menos de proveerse de un defensor y según la ley, el cual podrá estar presente en todas las diligencias policiales y judiciales. En esta primavera de este país, fue muy dura la derrota de la Revolución de 1944, se soñó una primavera y después se pudrió en los rincones del corazón y del alma, por estos parias y fascistas del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y estos “gringos hijos de su madre” cuando el 27 de junio de 1954 vino la contrarrevolución. Las vivencias personales con mi papá tuvieron estos relatos cuando fue nuestra Primavera, nunca calló con su Revolución y después de muchos años, mis amigos y yo, nos aferramos con las instituciones para tener siempre nuestra soberanía. Y por ello nosotros ahora los viejos de nuestra generación del 60, 70, 80. Por ello necesitamos una nueva narrativa para una generación, pero NO estos “millennial” que parecen mitos de estas verdades sobre esta “generación perdida” o “la generación smartphone” estos necios con las redes sociales y “selfies” metidos al día “pegados” a la pantalla de la computadora y el celular. Estos niños y jóvenes que NO leen, ni siquiera la prensa. Estos NO saben nada del 20 de octubre de 1944; tampoco el 27 de mayo de 1977 la masacre de Angola con el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA); la masacre en Tlatelolco en la Plaza de las tres Culturas, México el 2 de octubre de 1968; no saben nada de la agitación estudiantil revolucionaria, la revuelta y la reivindicación este 3 de mayo de 1968 francés cuando ocuparon la Sorbona. Necesitamos ahora para nuestros hijos y nietos, el futuro para escribir un nuevo relato; porque hoy en este presente Guatemala está lleno de porquería.

Tenemos nuestro octubre de 1944, por ello estoy con los relatos de mi papá cuando tenía que irse a la cárcel, estos policías y tipos del MLN “y solo vinieron con todo procedimiento y este expediente formado, por ello a Bonilla Isaacs le llegó la “chingada”, cumplió treinta y siete (37) o treinta y ocho (38) en “chirona”, en detención. Y llegó después la orden de libertad, nunca más se le volvió a citar, ni a sujetar a ninguna molestia ni restricción. Inclusive debo citar que mi padre dijo esto: “Que ni en ocasión del ingreso al Primer Cuerpo de la Policía Nacional ni al ser dado en libertad, se me hizo FICHA DE IDENTIFICACIÓN. Esta resultó de un acto arbitrario y oficioso de un Inspector de Policía, que desde el principio me hizo evidente su antipatía por el hecho que los Médicos del cuerpo ordenaron mi traslado al “Hospitalito” que funcionaba, improvisadamente en el segundo piso, por padecer de una seria INFECCIÓN FACIAL. Este inspector se oponía y como era obvio que tenía que prevalecer el criterio profesional de los médicos, sin duda sintió disminuida su autoridad. (De estas anécdotas, acudí a la narrativa realista para tratar de situar en el contexto apropiado hechos históricos que contienen relatos de personas y protagonistas y/o de episodios vividos por mi padre y en ocasiones podrán estar escritas en tercera persona, aunque en la narración debe ser en primera persona.). CONTINUARÁ…

Flaminio Bonilla

Abogado, escritor, comentarista, analista de prensa, columnista en “Siglo XXI” de 1991 y luego en La Hora del año 1991 a la fecha con mi columna “sin esconder la mano”. En la política nacional fue miembro del Partido Democracia Cristiana Guatemalteca, su Vicepresidente del Consejo Político Nacional y Director Nacional de la “Organización Profesional Demócrata Cristiana”. Soy un hombre de izquierda y soy socialdemócrata. Fui Registrador General de la Propiedad del 1982 al 1986; Registrador Mercantil General de la República del 1986 al 1990 y luego 15 años Representante Judicial y Consultor Jurídico del Registro Mercantil. Ha sido profesor universitario en la Facultad de Derecho de la USAC y en la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar. Especialista en Derecho Mercantil Corporativo y Constitucional. Soy graduado en Guerra Política del Colegio Fu Hsing Kang de Taipéi, Taiwán.

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